La gruta de Coconá: esplendor bajo la tierra - México Desconocido
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La gruta de Coconá: esplendor bajo la tierra

Tabasco
La gruta de Coconá: esplendor bajo la tierra fifu

Coconá, en Tabasco, es básicamente una galería única, de paisajes. Es, sin duda, una caverna muy hermosa y una excelente opción para quienes desean conocer las maravillas del mundo subterráneo. ¡Conócela!

EL DESCUBRIMIENTO DE LAS GRUTAS DE COCONÁ

Con las armas listas para disparar dos hombres corren entre la selva. Los frenéticos ladridos de los perros de caza son señal inequívoca de que han encontrado una presa y le siguen el rastro. ¿Será acaso uno de los jaguares que abundan en la zona?, se preguntan. De pronto los ladridos pierden intensidad y se escuchan como un eco. Intrigados, los hermanos Rómulo y Laureano Calzada Casanova se abren camino entre la espesura hasta toparse, asombrados, con la entrada de una imponente caverna. Es un día de 1876 y la gruta de Coconá acaba de ser descubierta. Palabras más, palabras menos, ésta es la historia del descubrimiento de una de las cavernas más hermosas de Tabasco: Coconá.

Dispuestos a conocer esta maravilla viajamos a Teapa y antes de una hora estamos en el Monumento Natural Grutas del Cerro Coconá, parador rodeado de vegetación tropical con palapas, juegos infantiles, asadores, estacionamiento y un restaurante, que en 1988 fue declarado área natural protegida.

Varios jóvenes de playera verde se ofrecen como guías a los visitantes que en gran número acuden a la caverna. Según el administrador, Coconá atrae entre 1 000 y 1 200 personas mensualmente, de las que un 10% son extranjeros.

Pagamos la cuota de entrada y nuestro viaje a las entrañas de la Tierra empieza en una galería decorada con espléndidas formaciones. Gran cantidad de estalactitas cuelga del techo, son tantas, que tenemos la sensación de entrar en las fauces de un gigantesco cocodrilo.

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Cuenta la historia que el primer hombre en explorar Coconá fue el destacado científico y naturalista tabasqueño José Narciso Rovirosa Andrade, quien organizó una expedición el 20 de julio de 1892 con un grupo de alumnos del Instituto Juárez. Esta exploración tomó cuatro horas y se atribuyó a la cavidad una longitud de 492 m divididos en ocho salas muy espectaculares por sus ricas formaciones, a las que nombraron: “Salón de los Fantasmas”, “Salón Manuel Villada”, “Salón Ghiesbreght”, “Salón Mariano Bárcena” y “Salón de las Palmas”.

LAS GRUTAS HOY EN DÍA

El guía, Juan Carlos Castellanos, nos muestra las extraordinarias figuras que tapizan el suelo. Primero está el monje, luego la iguana, la muela del juicio, la familia de King Kong, el racimo de plátano y la rana, entre otras, hasta llegar a un magnífico conjunto de columnas y estalagmitas que al resplandor de los reflectores y de la luz natural que entra por un hundimiento en la bóveda adquieren un aspecto fantástico y al mismo tiempo lúgubre y misterioso. Son las formaciones que dan su nombre al primer salón, el de los Fantasmas.

En este sitio la temperatura es agradable. Ello se debe a las condiciones propias de la caverna y al clima de la región que es lluvioso y fresco la mayor parte del año. De aquí en adelante, la oscuridad se torna más intensa; de hecho, es total, y si no fuera por los reflectores estaríamos sumidos en las tinieblas.

En la “Catedral Sumergida” vemos cascadas, cortinajes y columnas pétreas que confieren al recinto un carácter sobrenatural. Juan Carlos nos muestra la boca de un león, la gallina sin cabeza, la marimba y la roca llorona, figuras caprichosas que comparten espacio con otras de tamaño y constitución admirables, como la calabaza, una mole de sedimentación calcárea descrita por Rovirosa como “una verdadera maravilla”, a cuyo pie se encuentra la fuente de la juventud, una pileta rebosante de agua cristalina a la que se atribuyen poderes rejuvenecedores.

En el recorrido me acompañan mi esposa Laura y mi hija Bárbara, quien a sus 9 años ya desea convertirse en geóloga “para saber cómo se hizo la gruta”. Todo cuanto nos rodea: las opulentas formaciones, las galerías y oquedades son obra del agua y del tiempo, una sutil combinación que ha creado los paisajes más extraordinarios bajo tierra. Cada figura, desde las más pequeñas hasta las de gran tamaño, nos hablan de una historia de siglos y milenios de paciente trabajo.

Por eso es lamentable ver que algunas formaciones están rotas. Son el legado de los visitantes que acudieron a Coconá en las primeras décadas del siglo XX, cuando la gruta carecía de vigilancia. Afortunadamente, desde 1967, cuando las autoridades municipales y el poeta Carlos Pellicer Cámara gestionaron la construcción de andadores y su electrificación, la caverna ha estado bajo control.

La galería se reduce y entramos al “Pasillo Misterioso”. “Aquí van a sentir calor”, nos dice Juan Carlos, y vaya que tiene razón. Empezamos a sudar copiosamente mientras recorremos un sinuoso y angosto corredor, pero el espectáculo que contemplamos es fascinante, sobre todo las estalactitas el cocodrilo que viene bajando, el pejelagarto y una espléndida columna de 3.5 m de alto llamada la zanahoria gigante.

Varios reflectores están descompuestos y son pocos los que iluminan, por lo que algunas áreas de la gruta están oscuras; pero lejos de atemorizarse, los visitantes experimentan mayor emoción; eso sí, auxiliados con lámparas de mano. Yo, para mi buena suerte, llevo una linterna.

Aunque Coconá es una cavidad pequeña, reúne la belleza, el misterio y la fastuosidad que otras cavernas gigantes no tienen. Muestra de ello es el Cenote de los Peces Ciegos, impresionante pozo inundado de 25 m de diámetro que a la luz de los reflectores y visto desde un pequeño balcón parece insondable, pero hoy sabemos, gracias a los espeleonautas, que su profundidad es de 35 m y lo habitan peces de las cavernas.

De nuevo la galería gana en amplitud y en el “Salón del Viento” la cabeza del tiburón, la pierna de pavo, el perfil de un indio y la mujer sin cabeza, sin manos ni pies, se ven realzados en un juego dramático de luces y sombras. Nos sorprende saber que, en 1979, durante unas obras de excavación fueron desenterrados huesos de mamut en este sitio. ¿Cómo llegaron hasta aquí?, ¿cuál es su antigüedad? Sin duda, aún quedan muchos secretos por descubrir bajo las bóvedas de Coconá.

En el corazón de la montaña la caverna adquiere proporciones colosales y es la “Gran Bóveda” su máximo exponente. Con 115 m de largo, 26 de ancho y 25 de alto, quedamos deslumbrados por su magnificencia. El relieve atormentado de la bóveda, su vigorosa concreción y la variedad de formas y colores que adopta la calcita componen un espectáculo grandioso e imponente.

Pasamos a un lado de la “Torre de Babel” y del dedo pidiendo raid, y Juan Carlos nos lleva al mirador donde nos muestra, orgulloso, la joya de esta catedral subterránea: el rostro de Cristo, obra excepcional que se atribuye a la naturaleza, pero que manifiesta la intervención de un hábil escultor anónimo.

Para finalizar nuestra aventura cruzamos el puente de la penúltima sala, que para muchos es la más bella de todas por las columnas y estalactitas formidables que se alzan a la orilla de un lago. En este punto, después de cruzar a nado y explorar un pequeño salón, el ingeniero Rovirosa y sus alumnos emprendieron el regreso. Nadie mejor que él para expresar la despedida: “Con la satisfacción de dar feliz término a un reconocimiento, no siempre exento de peligros, lamentamos dejar atrás las portentosas maravillas ocultas en la costra sólida del planeta; pero al mismo tiempo nos alegramos de haber conocido la más notable y suntuosa obra de la naturaleza, en el pintoresco Valle de Teapa”.

ATRACTIVOS NATURALES DE TEAPA

En Teapa el contacto con la naturaleza es permanente; los ríos Puyacatengo y Teapa ofrecen múltiples paradores y balnearios enmarcados por cordilleras selváticas; el Parque Estatal de la Sierra es un territorio virgen para los excursionistas, y sus cavernas Coconá, Las Canicas y Los Gigantes, son una invitación a descubrir la aventura subterránea; los jardines botánicos de Chapingo y de la finca San Ramón son un tesoro para los amantes de la flora tropical; las aguas termales sulfurosas del balneario El Azufre, célebres por sus propiedades curativas, brindan relajamiento y alivio, y si de sitios históricos y culturales se trata, el templo franciscano de Santiago Apóstol, que data del siglo xviii; el templo jesuita de Tecomajiaca, que honra a la Virgen de Guadalupe; y la pequeña ermita de Esquipulas, edificada en 1780, son parte de lo mucho que este atractivo municipio ofrece al visitante.

SI VAS A COCONÁ

Saliendo de Villahermosa toma la carretera federal núm. 195 en dirección a la ciudad de Teapa. Una vez allí, sigue por la carretera estatal que lleva al Monumento Natural Grutas del cerro Coconá.

Procura llevar ropa fresca, tenis y una lámpara de mano.

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autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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