Cuajimalpa, entre las montañas y los valles, Ciudad de México - México Desconocido
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Cuajimalpa, entre las montañas y los valles, Ciudad de México

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Cuando se observa la multitud de particularidades que conviven en esta delegación, parece difícil establecer una característica predominante que defina a Cuajimalpa. Sin embargo, al hacer un análisis de su historia, se puede concluir que lo que la distingue es una extensa zona de bosques, con una importante contribución al ciclo del agua México es un país de contrastes y, ciertamente, la delegación Cuajimalpa de Morelos no es la excepción.

Cuando se observa la multitud de particularidades que conviven en esta delegación, parece difícil establecer una característica predominante que defina a Cuajimalpa. Sin embargo, al hacer un análisis de su historia, se puede concluir que lo que la distingue es una extensa zona de bosques, con una importante contribución al ciclo del agua México es un país de contrastes y, ciertamente, la delegación Cuajimalpa de Morelos no es la excepción. En Cuajimalpa conviven grandes empresas con las comunidades agrarias; modernos rascacielos junto a asentamientos irregulares; grandes mansiones junto a viviendas de autoconstrucción y, finalmente, un creciente tráfico de automóviles cerca de la casi imperturbable tranquilidad de áreas como el Parque Nacional Desierto de los Leones.

Al hacer un análisis de la historia de Cuajimalpa, se puede concluir que lo que la distingue es una extensa zona de bosques, con una importante contribución al ciclo del agua.

Para comprender lo anterior es necesario tener una visión más amplia y analizar lo que han sido las relaciones entre las montañas y los valles, entre los bosques y el agua, y, por último, entre Cuajimalpa y las zonas aledañas.

Cuajimalpa se encuentra en la Sierra de las Cruces, cerca de donde ésta se une a la Sierra Ajusco Chichinautzin, al suroeste de la ciudad de México. Su altitud hace que ambas sierras posean un clima frío. Las sierras, además, funcionan como una muralla que impide la salida de la humedad traída por los vientos del valle. Estas dos características (frío y muralla) favorecen la condensación del agua y la formación de nubes. De esta forma, en las montañas, y en especial en el punto de unión de las sierras mencionadas, se observa una precipitación pluvial de casi el doble de la que se presenta en el Valle de México.

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Una tercera característica de las sierras es el suelo fértil, de origen volcánico, que ha promovido la formación de bosques desde tiempos inmemorables. Normalmente el suelo de los bosques parece una suave alfombra de hojas y materia orgánica que permite a las montañas funcionar como una gran esponja, absorbiendo el agua de lluvia.

En la actualidad esta filtración es importante porque alimenta a los mantos freáticos del Valle de México, de donde se obtiene más del 65% del agua que se consume en la ciudad. Sin embargo, antes era tal la abundancia de agua que también bajaban ríos y brotaban manantiales.

Cerca de Cuajimalpa y hacia el D.F. nacían los ríos Mixcoac y Tacubaya, nombres que ahora nos hacen pensar en colonias. En el caso del río Mixcoac, ahora hay una presa entre colonias residenciales. A su vez, los brotes que anteriormente alimentaban al río Tacubaya ahora son explotados para obtener agua para la ciudad.

Una forma de saber cómo eran las regiones es atendiendo el significado de su nombre, cuando éste es de origen prehispánico. Tacubaya, por ejemplo, significa “donde se bebe el agua” o “donde tuerce el río”. La relación de Tacubaya con Cuajimalpa ha sido estrecha. De hecho, durante parte del siglo XIX el municipio de Cuajimalpa perteneció a la Prefectura de Tacubaya.

El Valle de México era una cuenca cerrada que fue artificialmente abierta para evitar las frecuentes inundaciones en la ciudad. Al ser cuenca cerrada, la región tenía extensos lagos, ya que el agua no encontraba salida. La naturaleza del Valle de México fue tan abruptamente modificada que parece poco real que antes a todo el valle se le denominara Anáhuac, palabra que significa “lugar rodeado por agua” o “región de lagos”.

El lago que cubría el norte y el centro del Valle de México era salado, por lo que los antiguos habitantes debían conseguir agua dulce para su consumo. La solución más sencilla era dirigir el agua proveniente de las montañas. La antigua Tenochtitlan y la posterior ciudad de México se abastecieron de los manantiales que había en el cerro de Chapultepec, perteneciente al Valle de México pero muy cercano a la Sierra de las Cruces (seguramente el agua provenía de esta sierra).

En la época colonial también resaltaba el largo acueducto de Verónica o Tlaxpana, que iniciaba en los bosques de Santa Fe y llegaba hasta la Alameda Central. Fue hasta finales del siglo XIX cuando dejó de usarse este acueducto. Se dice que ya no hay restos de esta obra, pero es mentira: un segmento del acueducto se conserva frente al Molino del Rey, y forma parte de la fachada de Los Pinos, residencia del presidente de México.

La Sierra de las Cruces también es la frontera natural entre los valles de México y de Toluca. Al otro lado de la sierra inicia la Cuenca del río Lerma, que es una cuenca abierta, esto es, que el agua desemboca al mar. Hasta mediados del siglo XX hubo diversos lagos entre Toluca y la Sierra de las Cruces, que formaban parte del distintivo nacimiento del río Lerma, y donde se podía pescar pez blanco. Quizá parezca poco trascendente el que estos lagos también se hayan secado, ya que tenían poca profundidad.

La importancia de Cuajimalpa es su ubicación entre montañas, con la mayor parte del territorio viendo hacia la ciudad de México, y el restohacia Toluca. Así, parte de Cuajimalpa pertenece a la Cuenca del Valle de México y otra tiene vista hacia el río Lerma.

Desde 1605 Cuajimalpa se ha caracterizado por tener en su territorio el convento de los carmelitas descalzos, llamado Desierto de Santa Fe, posteriormente Desierto de los Leones. Muchos visitantes preguntan cómo puede llamársele “desierto” a una zona boscosa. Esto se debe a que la región estaba poblada sólo por algunos pequeños pueblos alejados uno del otro. Los carmelitas descalzos llamaban Santo Yermo o Santo Desierto a aquellos lugares donde los frailes se retiraban para dedicar su tiempo a la oración.

Una prueba de la enorme diferencia entre la actividad del convento y la vida citadina es la presencia de varias ermitas en el Desierto, que estaban habitadas por un fraile que vivía como ermitaño.

Es interesante hacer notar el manejo que hacían del agua en las ermitas del Desierto de los Leones. A cada ermita llega un pequeño acueducto de piedra, que primero permitía regar una huerta, posteriormente cruzaba por el baño para, finalmente, perderse como arroyo entre la espesura del bosque. Las ermitas aún conservan sus acueductos, interesantes obras de sencilla ingeniería colonial que están por cumplir 400 años de antigüedad.

Es conveniente notar que el área con protección ecológica en Cuajimalpa es superior a la de los dos parques nacionales, Desierto de los Leones y La Marquesa. Según el decreto del Área de Conservación, Cuajimalpa tiene 8 085 ha, de las cuales 1 622 son urbanas y 6 473 de conservación ecológica. De tal manera que el 80% de Cuajimalpa es área protegida que no debe urbanizarse, lo cual es bastante cuestionable.

La urbanización de Cuajimalpa ha sido tardía en comparación al crecimiento de la ciudad de México. El clima limitó el número de pobladores en Cuajimalpa; todavía en 1960 había 19 199 habitantes según el censo de ese año. Es importante resaltar que algunos gobernantes trataron de evitar su urbanización. Fue después de 1966, pero sobre todo a partir de 1990, cuando se realizaron diversos desarrollos urbanos en Cuajimalpa. Ahora el censo del 2000 establece una población de 151 222 habitantes, aun cuando se calcula que la cifra está subestimada.

Actualmente Cuajimalpa tiene dos grandes desarrollos que comparte con otras delegaciones: Bosques de las Lomas (con la Miguel Hidalgo) y Santa Fe (con la Álvaro Obregón).

Estos desarrollos han crecido con increíble rapidez en la última década, y ahora, con sus bellas obras arquitectónicas y grandes comercios se han convertido en símbolos del México moderno. Pero también son ejemplo del crecimiento urbano en las montañas, donde se dan distintos impactos ambientales que se han soslayado. Uno es la falta de planeación vial.

Sin embargo, quizá el efecto más perjudicial se ha manifestado sobre las tierras vecinas. Ahora la gente que trabaja en el poniente no quiere vivir en la ciudad de México, sino que busca habitar en la zona, y algunos hasta prefieren cruzar hacia el otro lado de la Sierra de las Cruces. El valor de la tierra en la zona ha aumentado y los pobladores de los antiguos pueblos venden sus propiedades, ya sea por negocio o porque no pueden pagar el impuesto predial.

Algunos de los pobladores pertenecen a las comunidades agrarias de la región, y actualmente tienden a realizar asentamientos en los bosques, con nula planeación. Diversas razones explican este crecimiento. Resalta que mientras los habitantes de los antiguos pueblos tienen que pagar predial o agua, en el campo los nuevos pobladores no los pagan, bajo el argumento de que son propiedades comunales (que no pagan predial) dedicados a la agricultura (por lo que reciben agua a precios más bajos). De esta manera, conviene vender la propiedad en el antiguo pueblo y dividir lo que es propiedad comunal, talando el bosque. Los efectos al entorno natural son severos, y así vemos que se está perdiendo la filtración del agua al subsuelo, y que la ciudad se hace más propensa a inundaciones en época de lluvia, entre otros impactos ambientales.

Fuente: México desconocido No. 304 / junio 2002

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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