El comercio de larga distancia

Para ello se contaba con cargadores que hacían las veces de remeros, quienes además debieron ser esclavos, por lo tanto, otra mercancía más. Entre los mayas el intercambio de mercancías con lugares distantes se inició en las primeras etapas de su desarrollo, es decir, se realizaba desde por lo menos 300 años antes de nuestra era mediante el trueque, aunque más tarde fueron utilizados ciertos productos y materias primas como unidades de cambio a semejanza de la moneda hoy.

Tal fue el caso de ciertas almendras de cacao, cuentas de conchas coloradas, mantas de algodón, hachuelas y cascabeles de cobre, piedras preciosas y las plumas de ciertas aves. Se comerciaba tanto para satisfacer necesidades básicas, como para la obtención de productos suntuarios y exóticos. Entre los artículos y productos comercializados estaban la sal, el pescado seco y salado, el pavo, la miel, el maíz, el frijol, la calabaza, la vainilla, la cera, el copal, pieles y plumas; diferentes tipos de conchas y caracoles, coral, caparazones de tortuga, dientes de tiburón y espinas de mantarraya; objetos de jade, alabastro, turquesa, cristal de roca y puntas de pedernal y de obsidiana; cerámica, mantas tejidas, henequén, colorantes, maderas preciosas, lava volcánica, almagre, azófar (latón), cobre, oro, entre otros objetos preciados, además del comercio de personas, pues los esclavos también corrían la misma suerte.

Se intercambiaba, vendía y compraba en mercados grandes y pequeños, de pueblo en pueblo, o si las relaciones políticas entre algunos de ellos eran adversas, mediante intermediarios ubicados en sitios determinados.

Según las fuentes históricas, en los grandes mercados se prestaba, se daba crédito, pero se pagaba puntualmente y existían jueces para dirimir cualquier disputa que surgiera entre comerciantes, quienes llegaron a adquirir tal importancia que podían llegar a convertirse  en miembros de la clase gobernante de su jurisdicción. Mientras los mercados podían o no ubicarse en lugares estratégicos, los puertos de intercambio comercial sí tenían dicha función y en su mayoría se ubicaban en la confluencia de vías acuáticas (fluviales y marítimas) y terrestres.

Se dice que a la llegada de los españoles, los comerciantes mayas tenían barrios y enclaves en lo que hoy son las repúblicas de Honduras y Guatemala. Su dios principal era Ek Chuah, asociado también a la estrella del norte.

Es claro que para el establecimiento de una ruta, se requiere de la existencia de entidades con un interés común, ya sea éste de carácter social, como lo es el transporte de personas con diversos fines; económico, representado por los beneficios que se obtienen al comerciar materias primas y productos manufacturados; o de orden religioso, al establecer rutas de peregrinaje a santuarios de reconocido prestigio, como lo era el de la Diosa Ix Chel en Cozumel, o el Cenote Sagrado en Chichén Itzá, Yucatán.

Sin embargo, las rutas utilizadas no fueron siempre las mismas, ya que éstas cambiaron a lo largo del tiempo y se modificaban en atención a las condiciones ambientales y políticas imperantes al momento de realizarlas, lo que sí fue una constante es que tuvieron tres alternativas: transitar caminos, navegar o la combinación de tierra-agua.

Vías naturales como medio

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