Guanajuato: túneles y callejones llenos de historia - México Desconocido
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Guanajuato: túneles y callejones llenos de historia

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Guanajuato: túneles y callejones llenos de historia fifu

¿Te imaginas participar en una carrera por las principales calles y callejones de esta ciudad colonial? ¡Una de nuestras viajeras expertas presenció este original reto en el Bajío mexicano!

De entre todas las ciudades coloniales de México, Guanajuato es mi favorita. Es una urbe mágica de calles adoquinadas, plazas cargadas de árboles y edificios cuya historia se forjó tanto arriba como abajo de los cerros, gracias a sus minas de oro y plata. Sus calles subterráneas son vestigio de un río por cuyo cauce en la actualidad circulan automóviles con las luces encendidas.

Además, desde 1972 Guanajuato ha sido sede del famoso Festival Cervantino, referencia de eventos culturales de calidad internacional y razón de mi última visita a la ciudad hace años, varios. Pero prefiero no hacer cuentas…

Lo cierto es que, a pesar de todas las virtudes que esta encantadora ciudad tiene para ofrecer -sin mencionar sus museos, hoteles y restaurantes-, la vida no me había dado la oportunidad de regresar.

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La misión

Curioso que la razón que habría de hacerme volver no tuviera que ver con una ambición cultural, sino con el reencuentro personal de una amiga querida, cuya búsqueda la llevaría a participar -contra todo pronóstico- en una carrera pedestre por las calles de Guanajuato.

Marcela, la amiga en cuestión, nunca ha sido muy devota del deporte… Bueno, le gusta el Superbowl y no se pierde la Champions League, pero en su día a día no es precisamente del tipo atlético. Un día me buscó para comentarme que necesitaba “imponerse retos para saber que era capaz de superar los obstáculos que la vida le presentaba” y que “lejos de colgar los tenis, iba a ponérselos para hacer algo que nunca había pensado: correr”.

Esa analogía de los tenis me pareció desconcertante, sobre todo viniendo de ella: ¿cómo por qué los iba a colgar? Marcela era una de esas personas esmeradas, cuyos días transcurrían ordenados y llenos de oportunidades. Yo ignoraba que durante los últimos meses, eventos en su vida la habían hecho perder la fe del todo: terminó una relación de años (cosa que la consumió terriblemente) y una seria lesión en la rodilla la inhabilitó durante meses para rematar en una espantosa crisis emocional que la aisló del mundo exterior, orillándola a tomar terapias y antidepresivos. Ya sé que esta historia no es nueva, pero la integridad con la que Marcela la afrontó merece ser contada: “Tocar fondo tiene sus cosas positivas, porque de ahí todo va para arriba”, me llegó a decir un día mientras reagrupaba sus ideas en una confesión que le arrancó algunas lágrimas.

Así que ese sería mi papel: acompañarla en un aspecto importante de su recuperación eligiéndole un primer reto (lo cual me preocupaba un poco porque ¿cómo iba a ayudarla si acababa mal o se rendía a media carrera?). Para no lanzarla a correr sobre interminables avenidas con el sol a plomo, necesitaba algo divertido que tuviera algún sentido más allá de lo meramente deportivo. Tras buscar eventos en internet, encontré uno que de inmediato llamó mi atención: Non Flat Urban Race de Buff. “Que no te intimide el nombre… se trata de una carrera nocturna de 5 o 10 km en pleno Centro Histórico de Guanajuato”, le anuncié a mi amiga, “vas a pasar corriendo por los callejones más famosos de la ciudad, así que va a tocarte conocer sus leyendas de primera mano”.

Marcela decidió sondear las leyendas de Guanajuato para darle más interés a su carrera, quedando totalmente enganchada por ese mar de historias trágicas y calamitosas. Leyó tantas que hasta llegó a considerarlas un motivante más porque “creo que están más lúgubres que mi pasado”.

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¡Las sieeeete y todo sereno!

Una multitud en shorts y tenis no dejaba de brincotear bajo las esculturas clásicas de las musas griegas que rematan la fachada del Teatro Juárez al atardecer. Frente a este emblemático edificio se levantaban un par de arcos de meta inflables, coloridos e irreverentes. Dos banderazos echaron a andar el cronómetro y… ¡arrrrrancan!

Repentinamente, cientos de pisadas se sucedieron por el laberinto que es Guanajuato. El trayecto era sumamente intrincado pero estaba tan bien marcado que era imposible perderse: el callejón del Truco, el del Beso, el de la Cabecita, el de las Ánimas y la calle subterránea, todos con alguna historia trágica que contar. Por supuesto, cada callejón tiene su propia leyenda, avalada por avistamientos de espectros o apariciones diabólicas de transeúntes despistados. Marcela estaba encantada con la idea de que, en una de esas, alguna alma en pena se manifestara por aquellos pasajes oscuros justo aquella noche, porque eso le daría más fuerza para seguir adelante… Sin duda se trataba de la carrera recetada por el médico.

Ruta de la carrera

La suerte de doña Ana

El sitio de la leyenda más famosa de Guanajuato se franquea alrededor del kilómetro 1, en donde se cuenta la siniestra decisión del notable don Rafael y su frustrada pretensión por casar a su hija Ana con don Carlos Mejía, un capitán acaudalado que sacaría de problemas a su mermada hacienda: era el Callejón del Beso. Como es de esperar, el corazón de Ana pertenecía a otro hombre, el joven bachiller Gonzalo de Alvarado quien, para estar cerca de su amada, se hizo de la habitación que daba justo frente a su balcón, a tan solo 68 centímetros. La distancia suficiente para ser advertidos por el entrañable don Rafael en pleno beso de amor, quien, encolerizado hasta la demencia por tal atrevimiento, no tuvo misericordia al clavar un puñal en el pecho de su hija. La sangre de la pobre Ana brotó de su corazón tiñendo de rojo su blanco vestido, escurriendo sangre desde lo alto del balcón hacia el tercer peldaño del callejón.

Desde entonces, como homenaje al amor verdadero, toda pareja que se jacte de serlo deberá besarse sobre el escalón color escarlata en el Callejón del Beso. “Menos mal que yo ya no tengo de qué preocuparme”, me confesó Marcela entre confiada y resignada, “así que pasaré tranquila”.

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Todo menos un vals

Cada vez que hablábamos de cómo armar la mejor estrategia para su carrera, había un punto en donde tenía que esperar a que Marcela terminara de reír. Yo pensaba que estaba imaginando cómo sortear algún tramo de subida, pero lo que mi amiga visualizaba era su paso veloz por el callejón de las Ánimas.

Y es que en este callejón, cuenta la leyenda, un quinteto de músicos encabezados por el maestro Miguel Ruíz fue contratado por un misterioso catrín vestido de negro para tocar en una fiesta de abolengo. Aunque la luz era muy escasa, uno de los músicos pudo distinguir que los invitados no tocaban el piso y ¡que tenían pezuñas de cabra en lugar de pies! Ya fijándose, vieron que sus ojos eran rojos y parecían furiosos; los músicos quedaron paralizados hasta que una mujer los sacó de su estupor diciendo: “¿No se han dado cuenta? Este es el infierno, ¡salgan de aquí inmediatamente!”. Era Aurora, la sobrina de Manuel, que había muerto un año atrás. Los músicos salieron tan rápido que dejaron hasta sus instrumentos. Aunque llegaron salvos a sus casas, se dice que se enfermaron de muerte como consecuencia de la terrible experiencia… Al estar inmersa en las callejuelas, se escuchaba un extraño eco que inundaba los apretados muros del trayecto: resoplidos, porras y música aportada por vecinos que animaban con rancheras, tambora, rock pesado y hasta la tonadilla de Rocky Balboa (desafortunadamente, nadie atinó a reproducir un vals; hubiera sido muy divertido). De cualquier modo, mi amiga precavida consideraba que “por ahí del tercer kilómetro tengo que tener fuerza para un sprint a máxima velocidad, sobre todo si llegara a escuchar el vals dispuesto por Satanás”, tal como hicieron los músicos para huir del mismísimo infierno.

La medalla

Siempre es interesante visitar una ciudad colonial. Son sitios llenos de historia, de arte y cultura cuya experiencia se acompaña de buenos restaurantes, galerías, cafés de diseñador y pintorescos mercados populares. Definitivamente, a la lista de actividades recomendadas cuando se siente el llamado de emprender una búsqueda de bienestar en momentos difíciles de la vida (retiro espiritual, comunidad de crecimiento, taller de desarrollo personal), propongo añadir una nueva categoría: el viaje temático de integración cuerpo-mente-espíritu. Lo vivido con Marcela da fe de los resultados de esta terapia: las catacumbas de su vida están siendo superadas día a día, dejando espacio a experiencias constructivas. La medalla colgando de su cuello y la expresión radiante en todo su cuerpo me dejaron plenamente tranquila.

Y, por si me quedaba duda, su testimonio confirmó mi certeza: “Lo que más me gustó fue sentir que avanzaba ligera, que casi volaba sobre los adoquines hasta que, después de pensarlo un poco, me di cuenta de que todo era una ilusión óptica creada por el efecto de la perspectiva en calles tan cerradas. Perspectiva o no, ¡jamás pensé que correr me llevaría a ningún lado! Iba tan feliz que hasta pude rebasar a alguien, ¡y eso no fue una ilusión óptica! Al final, fue muy curioso que una carrera pudiera significar tanto para mí… descubrí que, a veces, el camino al amor propio se encuentra en un lugar inesperado”.

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Cómo llegar a Guanajuato

Hay vuelos directos de CDMX al Aeropuerto Internacional de Guanajuato (a 32 km de la ciudad). En auto o autobús son aproximadamente cuatro horas y media por las autopistas núm. 57 y 45.

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autor Lizette Rolland
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