La comida chihuahuense
La reconocida fama de la comida de México proviene principalmente de platillos cuya factura tuvo lugar en el Altiplano Central y en el Bajío. Difícilmente podría citarse un platillo norteño conocido en todo el mundo además de las burritas, que ya rebasaron por cuenta propia la frontera americana.
No obstante esta manifestación de centralismo que dejó a un lado platillos importantes y exquisitos, se antoja pensar que la comida chihuahuense se gestó primero en los campamentos de los exploradores, mineros y ganaderos, y después en las cocinas de leña de las casonas, donde hombres y mujeres aprovechaban esa tranquilidad que les daba el contar con “todo el tiempo del mundo”.
Fue así como se las ingeniaron para preparar guisados con la carne seca y el chile pasado, el queso, el trigo y el maíz. De igual manera, como norteños previsores convirtieron en sistema la deshidratación de la carne, las verduras y las frutas. Nos cuentan que era común que las mujeres prepararan la cajeta de membrillo en cazos de cobre, cuando este fruto era cosechado a finales de agosto en grandes cantidades.
Igualmente, es todo un rito familiar la preparación del chile pasado y la carne seca con que después se elaborará el rico caldillo y el chile con queso en las casas o en el campo.
Contrariamente a lo que muchos imaginan, la comida chihuahuense posee un amplio menú que se disfruta sobre todo en el corredor y en la cocina de las casas. Son muchas las recetas de sopas, carnes, guisados, dulces, postres y bebidas que componen la gastronomía propia de los pueblos y ciudades de Chihuahua, tanto en la sierra como en los llanos.
Sobre la línea que recorre el horizonte interminable de la planicie chihuahuense, uno tiene la certeza de que ahí donde nadie lo espera ha de encontrar una mesa hospitalaria servida con deliciosos platillos, mientras en la estufa de hierro fundido espera el café y sobre las placas terminan de cocerse las exquisitas tortillas de harina.
