El santuario del Oso negro en Coahuila - México Desconocido
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El santuario del Oso negro en Coahuila

Coahuila
El santuario del Oso negro en Coahuila fifu

Dueños de varios ranchos ganaderos, ubicados en la Sierra del Burro, se han dado a la tarea de proteger esta increíble especie, una de las de mayor tamaño en México. ¡Conoce sus valiosos esfuerzos!

Esta es una especie que me ha apasionado estudiar y fotografiar desde hace más de quince años; desde que tuve el primer contacto con ellos en la Sierra de Chipinque, cerca de Monterrey. He estudiado sus poblaciones amenazadas y distribución en general, y visitado muchos lugares, mi favorito es la serranía del Burro, pues la cantidad de fauna que vive ahí es sorprendente, la abundancia de venados y guajolotes silvestres es única, así como la de los osos. Me gusta salir a caminar y encontrármelos en su hábitat natural, he aprendido que si no los molestas, no son peligrosos y te llegan a tolerar a pocos metros si muestras un comportamiento relajado y desinteresado hacia ellos, mejor si te comportas como si fueras otro oso, fingiendo alimentarte de frutos y rascando a la par.

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Anecdotario de osos

Recuerdo que mi mayor susto me lo dio una osa con tres crías que observaba de lejos y me les acerqué para tomar unas fotos y documentar su comportamiento natural en familia; al principio estaban distraídos, por lo que fui acercándome cada vez más hasta que una de las crías me vio, pegó un grito y salió corriendo, la madre inmediatamente levantó la cabeza y me ubicó, de repente corrió hacia mí a toda velocidad y los 50 metros que nos separaban se convirtieron en cinco en pocos segundos. Me quedé paralizado observando su pelo brillar mientras corría y gritaba sin quitarme la vista de encima hasta que frenó y me observó. Los dos nos quedamos congelados, echó un fuerte soplido y se regresó con sus cachorros. Afortunadamente sólo me quería dar un susto para que me alejara. En este tipo de situaciones no se recomienda correr, porque es lo que harían sus presas naturales y rápidamente te pueden dar alcance y terminar contigo, lo mejor es permanecer de pie, levantar las manos y gritarle, eso lo va a desconcentrar y ante la duda, prefieren no arriesgarse.

Otro día, decidí caminar solo por unos cañones para ver si me encontraba con un enorme ejemplar que había visto en días anteriores y, efectivamente, después de varias horas lo encontré. Era un macho realmente enorme, gordo y con un pelaje negro brillante, tan seguro de sí mismo que parecía no tenerme miedo, pues no me quitaba la vista de encima. Estábamos entre las paredes de un arroyo, como si fuera una plaza de toros, sin la posibilidad de escapar. No sabía cuánto tiempo duraría ese encuentro, por lo que rápidamente comencé a tomarle fotos; al principio hacía un fuerte sonido expulsando aire por la boca y la nariz, expresando su enojo porque me encontraba a menos de 30 metros. Me sentí un poco nervioso, ya que estábamos cara a cara, nunca me imaginé que iba a ser uno tan grande y que yo estaría completamente solo, sin nadie que me ayudara en caso de que decidiera atacarme, pero confié en mis instintos y me quedé inmóvil. No me había percatado que a escasos cinco metros había un pequeño charco de agua y que él lo que quería era llegar a saciar su sed. Después de una media hora, se sintió más relajado y se acercó sin quitarme la vista para beber. Como vio que yo no representaba ningún peligro, rompió el contacto visual y caminó lentamente; parecía que quería pasar por donde yo estaba y como no podía escalar las paredes, decidió pasar junto a mí (obviamente no dejaba de tomarle fotos), pero me preocupé porque tenía que pasar muy cerca, por lo que dejé de disparar la cámara y permanecí completamente inmóvil. De repente se detuvo como saboreándome con su lengua y echó las orejas para atrás, sentí miedo y pensé que me quería atacar y di un paso atrás; aparentemente se arrepintió y siguió, entonces comencé a caminar detrás de él sin perder la distancia que me había otorgado. Lo seguí por más de una hora, ahora sí, tomándole cientos de fotos, captando actividades de comportamiento natural.

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Solo del conocimiento nace el deseo de cuidar

Esta hermosa especie estuvo al borde de la extinción entre los años cincuenta y sesenta, ya que fue cazado y envenenado exhaustivamente por considerarse un peligro para el ganado doméstico, al igual que el oso grizzly y el lobo mexicano, y sus avistamientos se volvieron muy raros. Afortunadamente quedaron algunas poblaciones aisladas que han servido como poblaciones “fuente” para otras zonas del país. Se ha registrado un crecimiento natural, dispersándose a nuevos territorios, acercándose inclusive a ciudades como Monterrey y Saltillo en busca de alimento, sobre todo en la época de sequía, enfrentando a las autoridades locales, quienes en ocasiones los capturan y trasladan a otros sitios por temor a que causen algún daño. Este problema es cada vez mayor y no va a parar hasta que aprendamos a convivir. Una medida es no dejar basura que puedan alcanzar ni ofrecerles comida, porque un oso que ha sido “alimentado” por humanos, aprende que ésta es una fuente muy fácil de alimento y después será muy difícil quitarles este mal hábito, convirtiéndose en un grave problema.

Más de esta carismática especie

-Es de origen carnívoro, aunque prefiere comer alimentos de origen vegetal como bellotas, tunas, yuca, agrito y otros frutos silvestres, pero no desaprovecha la oportunidad de alimentarse de alguna ardilla o pecarí e inclusive algún becerro.

-La altura en cuatro patas es de hasta 1 metro y parado en dos patas llegan a medir hasta más de 2 metros.

-Se reproduce en junio y julio, las crías normalmente nacen entre enero y febrero. Tienen de uno a cuatro pequeños que nacen del tamaño de una rata.

-Se distribuye desde Alaska, Canadá, Estados Unidos hasta el norte de México, donde se le encuentra principalmente en bosque de pino o pino-encino en alturas por lo general mayores a los 2,000 msnm.

-Tenemos dos principales poblaciones: en la Sierra Madre Occidental (la más escasa), en Chihuahua, Sonora, Sinaloa y Durango; y en la Sierra Madre Oriental (más abundante), principalmente en Coahuila, Nuevo León y una pequeña porción en Tamaulipas.

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