13 destinos (increíbles) para viajar con niños en México - México Desconocido
Buscador
Ver revista digital
Ecoturismo y aventura

13 destinos (increíbles) para viajar con niños en México

AM_Camino Real Zacatecas_120709_0539
©

Una de nuestras expertas te presenta trece lugares ideales para escaparte con tus pequeños y celebrar esta temporada en diferentes rincones (citadinos, playeros y naturales) del país.

1. Monterrey, Nuevo León/ Paseo por Regiópolis

Tengo familia en casi todos los estados fronterizos del norte, de modo que antes de mi décimo cumpleaños pisé tierras neoleonesas.

Fue con mis nuevos primos que tomaban refresco Topo Chico, comían cabrito y tamales miniatura –que aún hoy me parecen irresistibles–, que admiré por primera vez el Cerro de la Silla. Me divertía su manera de hablar, hasta cuando nos ganamos el mote de “chilanguillos presumidos” por atrevernos a confesar que ese no era nuestro primer viaje en avión.

Con chavitos hoy:

Monterrey está mejor que nunca para los niños. Empieza tu recorrido por el Parque Fundidora, donde puedes rentar bicicletas. Allí es indispensable subir a la cima del Horno 3, en el Museo del Acero, para admirar la vista.

Si viajas con ávidos lectores, descansa un rato entre las resbaladillas del colorido espacio de lectura CONARTE o échale un vistazo a la Casa de los Loros, todo esto dentro del parque.

¡Descubre el México Auténtico a través de nuestro podcast!

Después, toma el recorrido en bote por el Paseo Santa Lucía hasta la Macroplaza. Nunca está de más ver qué exponen en el MARCO o en alguno de los otros museos alrededor de la plaza.

Si no quieres divagar mucho, quédate a dormir en los hoteles del centro. Si tienes más tiempo, en los alrededores de la capital hay infinidad de actividades para niños, desde explorar algunos de los cañones más impresionantes de México hasta vivir la experiencia safari en Bioparque.

¡Planea el viaje a Monterrey! Conoce algunas opciones de hospedaje aquí.

Cómo llegar

2. Bacalar, Quintana Roo/ Espíritu corsario

Desde que tengo memoria, mi abuelo organizaba un viaje de verano con todos sus nietos al sureste. Salíamos de la CDMX de madrugada, en su combi verde y, tras dormir en Villahermosa, seguíamos hasta la costa de Quintana Roo.

Después de más de 1,300 kilómetros, cuando ya alucinábamos la estrecha carretera, aparecía de pronto la laguna de los siete colores. “¡Miren!”, gritaba mi abuelo soltando el volante.

Y brincando sobre el asiento, abríamos bien los ojos y volvíamos a sentir el relámpago del asombro.

Con chavitos hoy:

Bacalar, el pueblo asentado junto a la laguna sagrada de los mayas que lleva el mismo nombre, ha cambiado bastante desde aquellas épocas. Hoy es Pueblo Mágico y hay buenos hotelitos, así que ya no hay necesidad de cambiarse la ropa mojada detrás de la vieja combi tras echarse a nadar en la laguna.

Puedes empezar el recorrido con una visita al Fuerte de San Felipe para contagiarte del espíritu pirata, y tomar fotos desde lo alto. Después anímate a viajar en las tirolesas del Parque BioMaya, y contrata un tour en el embarcadero del Club de Vela Bacalar.

Para chavitos muy activos, una buena opción es rentar allí mismo un kayak. Después, repón energías en La Palapa, donde sirven ricas pizzas caseras, y pasa la noche en el rústico y “encantador” Rancho Encantado.

¿Ya conoces Bacalar? Descubre opciones para hospedarte y disfrutar este hermoso destino.

Cómo llegar

3. Sierra Norte, Oaxaca/ Los bosques amables

La primera vez que conocí Oaxaca, mi papá nos llevó a la Guelaguetza. Nos impresionó el tapete de sombreros que cubría el auditorio, además de las señoras que cargaban canastas en la cabeza sin dejar de sonreír.

Nos quedamos en un hotel entre montes, donde llovió toda la noche. Al día siguiente, el pasto estaba más verde que nunca, y soltaba tanto vapor que nos mirábamos entre nubes.

Habrían de pasar muchos años para que mis ojos escudriñaran la sierra de Oaxaca y sus tupidos bosques. Recuerdo claramente a nuestro guía zapoteca, Abelino, y cómo tomó una mariposa en la palma de su mano –como si todo el mundo cupiera en sus frágiles alas– y nos habló de la vida de este insecto como se habla de la propia existencia.

Con chavitos hoy:

Compartir unos días con los habitantes de uno o más de los pequeños pueblos mancomunados de la Sierra Norte de Oaxaca (Amatlán, La Nevería, Latuvi, Cuajimoloyas, Benito Juárez y Llano Grande) es una experiencia que transforma a chicos y a grandes.

Ubicados a unas dos horas de la capital oaxaqueña, invitan a practicar actividades como andar en bici o a caballo y caminar por los bosques de pino-encino hasta los miradores naturales, cruzando puentes colgantes y senderos, además de aprender mucho sobre el ecosistema, la medicina tradicional zapoteca, el cultivo de setas, etc.

Para disfrutar al máximo la tranquilidad del entorno y la amable atención de sus habitantes, quédate a dormir en sus cabañas; son limpias, agradables y tienen chimenea.

Contacto

Sierra Norte de Oaxaca
sierranorte.org.mx

Cómo llegar

4. Zacatecas, Zacatecas/ Murmullo minero

“¡Qué ciudad más limpia!”, dijo mi mamá cuando llegamos en coche a Zacatecas. Y sí, por más que buscamos, no había ni un condenado chicle tirado en la calle.

Primero tuvimos que acompañarla a la Catedral, porque para ella eso era siempre prioritario. Y luego, como todo parecía sereno, nos dejaron explorar por nuestra cuenta.

Mi prima Ana, que en ese viaje se había quejado todo el tiempo de sus incómodos zapatos, se calló por arte de magia cuando la subimos al teleférico. Solo pegaba la cara al vidrio, mientras mi hermano abría una de las ventanas ante la mirada reprobatoria de un señor de sombrero y bastón.

Con chavitos hoy:

Después de explorar a pie las elegantes calles de cantera rosa que forman el centro de la ciudad, no hay niño que se resista a la adrenalina subterránea de la Mina El Edén, ubicada en el Cerro de la Bufa, al que puedes llegar a bordo del teleférico.

Allí mismo inicia un circuito de dos tirolesas que dura una hora, y es ideal para los chavitos más aventados.

Además, la ciudad tiene algunos de los museos más interesantes del país, entre ellos el Rafael Coronel, con sus colecciones de máscaras y sus títeres antiguos.

Otras dos opciones son el Centro Interactivo de Ciencias Zig-Zag, para aprender de energía y matemáticas sin aburrirse, o el Museo Interactivo Casa Ramón López Velarde, para quienes prefieren la poesía. Después come en Los Dorados de Villa –un restaurante mexicano con una decoración ecléctica bastante curiosa– y descansa entre las añosas paredes del Mesón de Jobito.

Cómo llegar

5. Río Lagartos, Yucatán/ La vida entre manglares

Todos se preguntaron por qué mi papá eligió tomar sus fotos de Río Lagartos en diapositiva. ¿Es fotógrafo profesional? Mmm, no. ¿O profesor, acaso? Tampoco. ¿Pensaba imprimirlas en gran formato? ¡No! Al parecer simplemente le emocionaba usar su carrusel para tener a toda la familia en la oscuridad oyendo sus aventuras sobre el viaje.

Lo cierto es que para nadie resultó tan emocionante el relato como para quienes sí estuvimos en ese bote… invocando el silencio, conteniendo la respiración para acercarnos un poco más sin asustar a las crías de los flamencos.

Celebramos la paciencia de nuestro fotógrafo apasionado, que se empeñó en aguardar 40 minutos más hasta que las aves se acostumbraron a nuestra existencia y comenzaron a rodearnos. Entonces la vida de esos otros invadió la nuestra, y no nos atrevimos a hacer una sola foto más…

Con chavitos hoy:

Aunque ha crecido mucho en las últimas dos décadas, Río Lagartos sigue siendo un pequeño pueblo de pescadores –con su malecón a todo lo largo– a orillas de la ría del mismo nombre. S

u ecosistema de manglares forma una perfecta zona de anidación y apareamiento para el flamenco rosado (la temporada va de mayo a julio) y otras muchas especies de aves, reptiles y crustáceos.

Con ayuda de un guía oficial de la reserva, haz una expedición en lancha para buscar flamencos y otras aves (¡como la peculiar espátula rosada!), nada en playitas solitarias y ojos de agua, date un buen baño de lodo (el favorito de los chavitos), aprende a practicar paddle board y únete al emocionante tour nocturno de cocodrilos.

A mediodía come un buen filete de pescado fresco a la yucateca en Macumba y “clava el pico” en el hotel Villa de Pescadores, después de descansar un rato en la terraza del cuarto, con vista al malecón.

Cómo llegar

6. Taxco, Guerrero/ Poza, poza, caprichosa

Llegamos a Taxco en la tarde, cuando el sol ya se había escondido tras un cerro y una luz rojiza iluminaba solo ciertas partes del pueblo en manchones caprichosos.

La misión del viaje: que mi tía Delia comprara su cargamento anual de plata. Como el mercado de plata era al día siguiente, me llevó de paseo al mirador.

Tomamos un taxi –vocho, ¡claro!– y empezamos a subir por las calles empinadas y estrechas. Nunca imaginamos lo que nos esperaba a la bajada: el minitaxi tomaba velocidad y descendía casi rozando las paredes, sin frenar. Mi tía, sujetándose como podía del techo, no dejaba de gritar: “Ay, uy, ay”. El taxista reía enseñando mucho los dientes dorados, y diciendo con cortesía: “¡No se asuste, señora, aquí es normal así!”.

Con chavitos hoy:

Después de echar un vistazo a la impresionante Parroquia de Santa Prisca y San Sebastián, con los intrépidos relatos de algún niño-guía, puedes recorrer unos 30 kilómetros hasta las Grutas de Cacahuamilpa, entre las más espectaculares del país.

También en los alrededores de Taxco pero en dirección opuesta -– unos 40 minutos– están las Pozas Azules, que tienen un color hermoso en la temporada de secas (de noviembre a mayo), así que llévate traje de baño bajo la ropa y una toalla.

El agua es fría pero vale la pena echarse un chapuzón. De regreso en el pueblo, cena con vista panorámica en el restaurante La Parroquia o sube en teleférico hasta el Hotel Monte Taxco.

Cómo llegar

7. Corredor de la Montaña, Hidalgo/ Entre parques, pastes y peñascos

Un amigo de mi papá me platicó de su infancia en Real del Monte, pues su familia desciende de los antiguos mineros ingleses. Me contó historias de sus antepasados y algunas leyendas del Panteón Inglés (donde están enterradas su abuela y su bisabuela).

Desde entonces quise ver con mis propios ojos ese cementerio en el cerro, donde todas las tumbas miran hacia Inglaterra (menos una). Cuando por fin pude conocer este pueblo, ya había dejado atrás la infancia. Como soy de buen diente, me la pasé comiendo pastes. Además, claro, aprendí a pescar truchas y conocí añosas haciendas de paredes enmohecidas.

Con chavitos hoy:

La aventura inicia en Pachuca. Si tu familia parece un mini equipo de fut puedes visitar el Estadio Hidalgo con su Museo-Salón de la Fama del Futbol Nacional e Internacional.

Una alternativa menos pambolera es el Museo Interactivo El Rehilete, dedicado a los dinosaurios y al espacio. Después dirígete al pequeño pueblo de Mineral del Chico y de camino detente a tomar fotos en los miradores del Parque Nacional El Chico (aquí también puedes aprender a rapelear, escalar y acampar).

Al día siguiente prueba los pastes de Real del Monte, desde el tradicional de papa con carne y poro, hasta las creaciones dulces de guayaba, rompope y arroz. Con panza llena, sube hasta el Panteón Inglés y conoce la Mina de Acosta.

Reserva un lugar en el turibús de leyendas nocturnas que sale de la Plaza Principal y diviértete con su traqueteado –y por momentos tenebroso– recorrido.

Por último dirígete a Huasca, con sus Prismas Basálticos, su Hacienda de San Miguel Regla –con todo y patos parlanchines– y, si tienes energía para más, ve en coche o en moto hasta la increíble Peña del Aire.

Cómo llegar

8. Malinalco, Estado de México/ Detrás de la bugambilia

Fuimos a Malinalco a recoger un cachorrito recién nacido que andaba en busca de dueño. Afuera del convento, preguntamos por la dirección a las señoras que salían de misa bien enrebozadas.

Manuel Cerón

“Aquí abajito”, dijeron, y señalaron con el dedo, “donde está la bugambilia”. Para llegar cruzamos el mercado, con su apabullante repertorio de olores y colores. Allí vi guayabas gigantes –rosas por dentro–, vasitos con semillas de granada y cajas de cartón con gallinas vivas.

Una hora después, con el pequeño y suave Timoteo en brazos, nos sentamos en el mismo mercado a comer un taco de cecina con nopal y papas fritas.

Con chavitos hoy:

Subir a la zona arqueológica de Cuauhtinchan es una excelente opción para niños medianos y adolescentes.

Se recomienda hacerlo temprano, para evitar el calor y poder entrar con calma a la Casa de las Águilas, el recinto sagrado mexica donde se hacían las ceremonias de iniciación de los guerreros águila y jaguar.

También valioso es el Museo Universitario Dr. Luis Mario Schneider, que además de sus piezas arqueológicas –como el fabuloso Ehécatl hallado en los alrededores– tiene un jardín botánico con mariposas y un estanque de truchas.

Otra opción favorita para los más pequeños es el Museo Vivo Los Bichos de Malinalco, con tarántulas, mantis religiosas y serpientes.

Cómo llegar

9. Bernal, Querétaro/ En lo alto de la peña

Desde la noche anterior estábamos emocionados. Por fin subiríamos a la Peña que tanto habíamos visto desde la estación de tren de Tequisquiapan.

En los primeros senderos que conducen a lo alto, sintiéndome algo desvelada, comprobé que algunos miembros del grupo tenían más valor que yo.

Mi prima Ana, por ejemplo, a sus escasos cinco años de edad, subía por piedras lisas y resbalosas como si caminara por el patio de su casa. A mí, en cambio, me temblaban las piernas.

La montaña me enseñó que cada quien establece su propio ritmo. Cuando ya no pudimos llegar más alto, nos sentamos a descansar: desde allí pude respirar tranquila. El sol de la mañana fue iluminando la Peña y entonces dejé que me invadiera la dulce dicha de estar viva.

Con chavitos hoy:

Contada entre los monolitos más altos del mundo, la Peña de Bernal es la principal atracción del pueblo (de Bernal), aunque no la única.

Además de subir a pie y sin equipo a sus miradores –también hay rutas más expertas– puedes contratar una excursión a rapel, una clase de escalada para principiantes o un tour estilo safari por los alrededores del pueblo.

Otras opciones incluyen recorrer las capillas de barrio, quedarte al espectáculo de luz y las fuentes danzarinas, probar las gorditas de maíz en el local de doña Justa y echar un vistazo al Museo de la Máscara en El Castillo, la antigua cárcel ubicada en la Plaza Principal.

También hay un tour nocturno a la Peña y diversos recorridos a pie. Después de comer deléitate probando los famosos dulces típicos del pueblo. Descansa en el hotel boutique Casa Mateo, donde con gusto reciben niños.

Dónde dormir

Hotel Boutique Casa Mateo
hotelcasamateo.com.mx

Cómo llegar

10. Yelapa, Jalisco/ ¡Casa a la vista!

Un verano, el abuelo decidió que exploraríamos “la otra costa”, así que nos llevó hasta el Pacífico, vía Guadalajara (sin dejar de recordarnos, varias veces, que allí nació la abuela).

El caso es que después de unos días en Vallarta, al abuelo le pareció muy ajetreado y decidió que buscaríamos playas solitarias en lancha, donde mis primos jugaban todo el día a revolcarse en las olas.

Así, como por error, llegamos a Yelapa. Desde el mar parecía una playa virgen, perfecta, con arena y olas medianas. Al acercarnos más, vimos una, dos, muchas casitas con techo de palma. “¡Es un pueblo!”, gritó alguien. Y allí comenzó una aventura que duraría apenas unas horas.

Con chavitos hoy:

Hoy Yelapa tiene un puñado de hotelitos y restaurantes sencillos y deliciosos, pero aún es necesario llegar en lancha desde el malecón de Puerto Vallarta (embarcadero Rosita), desde la Playa de los Muertos o desde Boca de Tomatlán.

Lo ideal es hospedarse allí, para disfrutar sin la menor prisa la playa, que es hermosísima, segura e ideal para hacer esnórquel y kayak… es decir, perfecta para la “chamaquiza”.

Dependiendo de la edad de los niños, puedes organizar caminatas con un guía local hacia otras playas o hacia la sierra para explorar la selva y llegar a miradores, ríos y cascadas (la más cercana está a 15 minutos, pero hay otras a una, dos y hasta 3.5 horas a pie); otra opción es explorar a caballo. Por si fuera poco, en invierno se ven ballenas jorobadas en la bahía.

Dónde dormir

Hotelito Mío

Cómo llegar

11. Los Tuxtlas, Veracruz/ Paraíso que enseña

Teníamos mucho que preguntarles a los brujos de Catemaco. Mi prima Mónica pensaba en amores, estoy segura, y yo –demasiado joven para eso– tenía la mente puesta en todo tipo de conflictos escolares.

Habíamos cambiado tanto de manos la tarjeta que nos habían dado, y la habíamos sacado tantas veces de los bolsillos, que ya parecía estropajo.

Por fin llegamos a la dirección –“cosa rara”, pensamos, “¿en una casa así vivía un brujo?”, nosotros habíamos imaginado un panorama más salvaje– y tocamos el timbre dubitativas. No hubo respuesta. Estábamos por marcharnos cuando se abrió la puerta eléctrica y entró un auto último modelo, del que descendió un señor de mediana edad.

“Buscamos al brujo”, dijo con convicción fingida mi prima. “Curandero”, corrigió él. Y con una gran sonrisa, añadió: “Soy yo”. Tras cruzar una mirada breve, mi prima y yo nos echamos a correr a toda velocidad de vuelta al café donde el abuelo se había quedado leyendo.

Con chavitos hoy:

La Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas comienza en el límite noreste de la Laguna de Catemaco y se extiende hasta el Golfo de México, incluyendo en su perímetro numerosos conos volcánicos.

Esta zona selvática es uno de los destinos más memorables de México para jóvenes con alma aventurera, ecologistas y biólogos en potencia. La riqueza biológica de la zona, su abundancia de agua, y variedad de ecosistemas permite aprender un montón sobre el cuidado de la Tierra; además de hacer actividades como reforestación, kayak, aprendizaje sobre medicina tradicional, caminatas, esnórquel y pesca.

Si ya conoces Nanciyaga –uno de los proyectos ecoturísticos dentro de la reserva– o prefieres algo aún más remoto, dirígete a Sontecomapan y toma una lancha para llegar al Rancho Los Amigos, donde podrás dormir en cabañas ecológicas y disfrutar la naturaleza en todo su esplendor. Su enfoque es perfecto para niños y adolescentes.

Cómo llegar

12. CDMX/ ¡Muy divertida!

El piano empezó a sonar. Llegamos justo a tiempo para el concierto porque tuvimos que esperar varios vagones del metro. Como los lugares no estaban asignados, nos sentamos separados. Unos minutos después, justo cuando el pianista tocaba con total solemnidad la marcha fúnebre de Chopin, el piso se sacudió con fuerza. “¡Está temblan…!”, lanzó un grito ahogado una señora, pero un nuevo jalón le impidió terminar la frase.

Stefany Cisneros

El pianista no perdió la concentración, aunque algunos ya salían despavoridos por las pequeñas puertas. Sus manos se separaron de las teclas al terminar el compás y, sin mirar alrededor, las colocó unos momentos sobre las rodillas. Cuando el suelo dejó de moverse, siguió tocando tan tranquilo.

Con un hueco en la panza, sin haberme movido un ápice, miré hacia el techo, buscando la famosa cortina de cristal de Bellas Artes. Supongo que mis pies apenas llegaban al piso.

Con chavitos hoy:

La ciudad es tan grande y tiene tantas opciones emocionantes que cualquier recomendación resulta parcial.

Además de las sugerencias típicas, como explorar el Centro Histórico y alguno de los grandes mercados, subir al campanario de la Catedral Metropolitana o pasar la mañana en Chapultepec –el zoológico es fantástico, por ejemplo, si vas entre semana justo a la hora en que abren.

Vale la pena rentar bicis en domingo para explorar Reforma-Centro; disfrutar el Acuario Inbursa junto a Plaza Carso –tiene desde pirañas y ortigas fluorescentes del Atlántico, hasta tiburones y pingüinos–.

Ir a comprar flores a las chinampas de Xochimilco o inventarse un “suculentour” de las chocolaterías y heladerías de la Condesa y la Roma. Si tus seguidores tienen más de ocho años, ¿por qué no llevarlos a algún concierto en la impresionante Sala Nezahualcóyotl?

Cómo llegar

13. Uxmal y Loltún, Yucatán/ Un “subte” muy diferente

Cada galería de las Grutas de Loltún tiene un sistema de iluminación de tiempo limitado para el recorrido guiado.

Pero claro, la familia Acevedo –nunca nuclear, en especial para los viajes– extendió su estancia en una de ellas para tomarse la foto familiar junto a las dos columnas paralelas que le dan nombre a las grutas, y… justo antes de que se abriera el obturador, las luces se apagaron por completo, sumergiéndonos en la oscuridad total del subsuelo maya.

Alguna tía gritó y despertó a varios murciélagos, alguien más se resbaló, “agarrándose” de donde pudo, y el alboroto se hizo general. La foto, como es de esperarse, es memorable, igual que el regaño que nos atizaron las autoridades subterráneas por rezagarnos. Y cuando uno tiene 11 años de edad, estos dos sucesos simultáneos no tienen precio.

Con chavitos hoy:

Siempre he amado la zona arqueológica de Uxmal, desde que la conocí hace muchos años. Me enamoré del nombre y la personalidad inescrutable de la Pirámide del Adivino, sobre todo cuando la rodean las nubes negras que dan vida a la selva media de la península.

Una vez dentro, contrata un guía autorizado y especifica que requieres un recorrido corto y ameno para los niños (de una hora máximo). Así la experiencia será mucho más significativa; te sorprenderán el conocimiento y la dedicación de los guías.

Por la tarde visita Choco-Story, el Museo del Chocolate, que se encuentra muy cerca, donde además de aprender sobre la importancia del cacao para las culturas prehispánicas, podrás saciar tus fantasías más locas de chocolate.

El día siguiente apártalo para conocer las Grutas de Loltún, que están a una hora de distancia aproximadamente. Puedes contratar un tour o hacer el recorrido en coche rentado; no es muy complicado llegar.

Cómo llegar

Te recomendamos

destinos en familiaviajes de fin de semana

¿Te gustan las historias de amor y la vida en pareja?
Conoce Nupcias e inspírate para tu boda. Desde vestidos de novia, anillos de boda y cómo planear tu luna de miel.

autor #ViajeraExpertaMD y Embajadora de México desconocido en la ciudad de Puebla.
Comentarios