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5 zonas arqueológicas y su entorno natural

Estado de México
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Conoce cinco santuarios indígenas de México que, basando su equilibrio en el máximo aprovechamiento de los recursos naturales o geológicos de su región, lograron “trascender eternamente en el tiempo”.

Zona arqueológica de Malinalco, Estado de México

A diferencia de los tiempos actuales, en que la mayoría de las ciudades crecen sin respetar el entorno natural, los antiguos mexicanos sí supieron sacarle provecho a los diferentes ecosistemas que la Madre Tierra ofrece para, inteligentemente, levantar sus estupendas capitales y santuarios dedicados a los dioses. Así, nuestros antepasados aprovecharon los cerros para construir fortificaciones; los acantilados para dar vida a refugios y miradores, los valles para convertirlos en sendos espacios de siembra, los ríos y lagos para obtener fuentes de agua y alimento; y la selva, para transformarla en una proveedora más de diferentes recursos; así como las cavernas, para, sin querer  “inaugurar” increíbles galerías en donde dejarían plasmadas las huellas de su milenaria existencia (pinturas rupestres). Conoce estos cinco sitios prehispánicos que lograron trascender en el tiempo adaptándose íntegramente a su medio natural o geológico.

1. Malinalco, Estado de México

Entorno natural: el cerro de Texcaltepec (o Cerro de los Ídolos).
Maravilla del lugar: el Templo de los Guerreros Águila y Jaguar, tallado sobre la roca misma que conforma las paredes del cerro.

Enclavada en la mitad del cerro de Texcaltepec o de los Ídolos, la zona arqueológica de Malinalco es una de las más visitadas del Estado de México (sólo detrás de la imponente Teotihuacan). Tras subir una escalera muy pronunciada, que llega hasta el pequeño conjunto urbano, podrás admirar la pirámide principal de techo cónico, ejemplar único en México al haber sido tallada íntegramente en la dura roca basáltica de tonalidades grises, rojas y amarillas que componen el cerro, y con la que forma un sólo cuerpo. Por ello, es comparada con la ciudad de Petra y los templos monolíticos de Abu Simbel en Egipto.

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Por otra parte, es espectacular el paisaje natural que rodea este sitio, formado por una serie de verdes cerros y acantilados de formas caprichosas; manantiales, ríos y una variada vegetación, que en conjunto encierran un reposado valle de clima cálido y fértil; tierra donde se da toda clase de frutos (chirimoya, sandía, naranja, limón, guayabas, granadas, etcétera) que sirve de asiento a la población colonial de Malinalco. Se tiene la creencia de que aquí tenían lugar las ceremonias de iniciación de los guerreros águila y jaguar, las dos órdenes militares más importantes de la época mexica y en quienes el tlatoani sustentaba el poder de su imperio.

Rafael Doniz

Tzintzuntzan, Michoacán

Entorno natural: la zona lacustre de Pátzcuaro.
Maravilla del lugar: El imponente paisaje de lagos y montañas que domina la región.

Tzintzuntzan fue la altiva y hermosa capital del pueblo tarasco, ubicada en la Meseta Purépecha, localizada al pie del Eje Volcánico. Esta región, de clima templado y tierra fértil, es regada por las aguas del río Lerma y sus afluentes, y cuenta con varios lagos atractivos: Cuitzeo, Zirahuén y Pátzcuaro. Es precisamente en el centro de la cuenca de este último donde se levantó la urbe sobre el cerro Yahuarato, a una altura de 2,050 msnm, lo que permitía dominar visualmente gran parte de la cuenca para defenderse mejor y con antelación ante cualquier intento de invasión o rebelión. Sus habitantes se dedicaban a la agricultura, silvicultura y desde luego, a la pesca de la abundante fauna acuática, en especial, del exquisito y tradicional pescado blanco, realizada en el lago de Pátzcuaro, generoso proveedor de agua también.

Desde esta ciudad se controlaba la vida política, económica y religiosa de todo el Imperio Tarasco. La existencia del diminuto colibrí en esta zona originó el nombre de la población: Tzintzuntzan, pues al igual que los aztecas veían en esta pequeña ave a su dios tutelar, al cual los tarascos llamaron Tzintzuuquixu o “colibrí del sur”.

Anne Block

Loltún, Yucatán

Entorno natural: Grutas y cuevas subterráneas.
Maravilla del lugar: las ofrendas y pinturas rupestres repartidas a todo lo largo del santuario.

En las afueras de la población de Oxkutzcab (al suroeste del estado de Yucatán) y rodeada por pequeños cerros con abundantes árboles, arbustos y gran variedad de aves, se localiza Loltún, una de las cavernas más espectaculares asociada a la cultura maya, con 2 km de longitud.

Además de utilizar este espacio como hábitat temporal, los antiguos mayas dejaron plasmadas en sus paredes interesantes pinturas rupestres (manos pintadas con la técnica del negativo, rostros humanos, animales y otras formas geométricas). Además, aquí extraían la arcilla con la que fabricaban numerosos utensilios y objetos de la vida cotidiana como vasijas y platos. Durante el periodo Clásico (300-1000 d.C.), las sorprendentes cuevas de Loltún se convirtieron también en una zona de aprovisionamiento de agua patrocinada por el dios chaac, lo que le dio su calidad de santuario único para los mayas. Estas grutas ofrecen además diversas galerías y formaciones naturales conocidas entre los lugareños como: la “catedral” (gran bóveda), el “gran cañón”; el cuarto de las estalactitas y las “trincheras”; la “mazorca de maíz”, “el infante”, entre otras. Durante tu recorrido por sus galerías estarás acompañado de varios murciélagos, iguanas y un hermoso pájaro de cola azul llamado toh.

Cuando llegues al cuarto de las “columnas musicales” pide al guía que las toque para que escuches los sonidos Lon y Tun que dan nombre al sitio, “Flor de piedra”, considerado aparte de una sorprendente zona arqueológica, un verdadero “monumento natural”.

Ignacio Guevara

Cuarenta casas, Chihuahua

Entorno natural: una profunda barranca.
Maravilla del lugar: su construcción en las paredes del inaccesible barranco.

Situada en el pueblo de El Vallecito, del municipio de Ciudad Madera, enclavado en la Sierra Madre Occidental del estado de Chihuahua, esta zona arqueológica es un sitio muy singular en el contexto nacional, pues está constituida por varias cuevas y construcciones de adobe en su interior. La Cueva de la Ventana es la única acondicionada para su visita, asentada en las paredes de la barranca del arroyo El Garabato. Desde ahí la panorámica del entorno natural es extraordinaria.

La sorprendente Cuarenta Casas fue concebida para proteger las rutas comerciales de Paquimé, y debió ser difícil pues había muchos vecinos hostiles. Los grupos que la habitaron vivían del cultivo y recolección de plantas, y de la caza de especies menores que les proporcionaba el entorno natural. Según una hipótesis, las habitaciones o cuevas del lugar fueron utilizadas como punto de reunión para los comerciantes indígenas a su paso entre Paquimé y las costas del Golfo de Cortés y del Océano Pacífico. Un bosque de pinos antecede la llegada a esta zona, cuyo acceso se hace a través de una escalera rústica, bajo la cual corre el arroyo El Garabato. ¡No puedes dejar de vistarla!

María de Lourdes Alonso

Kohunlich, Quintana Roo

Entorno natural: selva dominada por numerosos palmas de cocos.
Maravilla del lugar: sus construcciones adornadas con bellos mascarones (con rostros de deidades solares) labrados en piedra y la disposición de sus plazas para poder almacenar el agua de las lluvias.

Esta milenaria urbe maya se localiza en el estado de Quintana Roo sobre un lomerío de corozos -palmas de cocos muy pequeños-, que abundan mucho en el sur de la península de Yucatán, y del petén beliceño y guatemalteco. Curiosamente su nombre proviene del inglés cohoonridge (corozal o lomerío de corozos); el nombre original del lugar es aún desconocido incluso para los más especializados investigadores.

La creatividad de los habitantes de Kohunlich los llevó a planearla de tal modo que sus plazas y estructuras tuvieran cierto grado de inclinación para que el agua de lluvia fuera captada y conducida por una barranca -acondicionada por ellos mismos- hasta una aguada para su almacenamiento, sistema aún apreciado.

Aquí tendrás muchas opciones de diversión al recorrer este sitio, como explorar la selva que lo rodea navegando en kayak, adentrándote en un fabuloso mundo de manglares y antiguos y estrechos caminos mayas; si gustas de la bicicleta de montaña, varios caminos pedregosos te llevarán hasta su plaza principal. Actualmente es refugio de una gran cantidad de aves, mamíferos y reptiles. Hay otros atractivos ecológicos para disfrutar en las cercanías de este sitio como: Xel-Ha, Xcaret, Isla Contoy y la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an, poseedora de lagunas, pantanos, bosques y exóticos animales marinos.

¿Qué otra zona arqueológica agregarías a esta lista?

Zona arqueológica de Malinalco, Estado de México

A diferencia de los tiempos actuales, en que la mayoría de las ciudades crecen sin respetar el entorno natural, los antiguos mexicanos sí supieron sacarle provecho a los diferentes ecosistemas que la Madre Tierra ofrece para, inteligentemente, levantar sus estupendas capitales y santuarios dedicados a los dioses. Así, nuestros antepasados aprovecharon los cerros para construir fortificaciones; los acantilados para dar vida a refugios y miradores, los valles para convertirlos en sendos espacios de siembra, los ríos y lagos para obtener fuentes de agua y alimento; y la selva, para transformarla en una proveedora más de diferentes recursos; así como las cavernas, para, sin querer  “inaugurar” increíbles galerías en donde dejarían plasmadas las huellas de su milenaria existencia (pinturas rupestres). Conoce estos cinco sitios prehispánicos que lograron trascender en el tiempo adaptándose íntegramente a su medio natural o geológico.

1. Malinalco, Estado de México

Entorno natural: el cerro de Texcaltepec (o Cerro de los Ídolos).
Maravilla del lugar: el Templo de los Guerreros Águila y Jaguar, tallado sobre la roca misma que conforma las paredes del cerro.

Enclavada en la mitad del cerro de Texcaltepec o de los Ídolos, la zona arqueológica de Malinalco es una de las más visitadas del Estado de México (sólo detrás de la imponente Teotihuacan). Tras subir una escalera muy pronunciada, que llega hasta el pequeño conjunto urbano, podrás admirar la pirámide principal de techo cónico, ejemplar único en México al haber sido tallada íntegramente en la dura roca basáltica de tonalidades grises, rojas y amarillas que componen el cerro, y con la que forma un sólo cuerpo. Por ello, es comparada con la ciudad de Petra y los templos monolíticos de Abu Simbel en Egipto.

Por otra parte, es espectacular el paisaje natural que rodea este sitio, formado por una serie de verdes cerros y acantilados de formas caprichosas; manantiales, ríos y una variada vegetación, que en conjunto encierran un reposado valle de clima cálido y fértil; tierra donde se da toda clase de frutos (chirimoya, sandía, naranja, limón, guayabas, granadas, etcétera) que sirve de asiento a la población colonial de Malinalco. Se tiene la creencia de que aquí tenían lugar las ceremonias de iniciación de los guerreros águila y jaguar, las dos órdenes militares más importantes de la época mexica y en quienes el tlatoani sustentaba el poder de su imperio.

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