«El acróbata» de Tlatilco: trance y magia en el periodo Preclásico

"El acróbata" de Tlatilco es una de las piezas más bellas de la arqueología en México. Se trata de un elocuente testimonio plástico de las prácticas religiosas en Mesoamérica durante el periodo Preclásico.
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La arqueología mexicana no ha dejado de mostrarnos la increíble tradición plástica que tenían los antiguos pueblos mesoamericanos. Ya fuera realizando esculturas rituales, figurillas domésticas, pinturas murales o relieves, aquellas gentes mostraron una extraordinaria habilidad para estas expresiones que hoy consideramos arte. Una de aquellas piezas que fascinan por su inusitado realismo, y al mismo tiempo, una elocuente sencillez, es la de «El acróbata» de Tlatilco. Es considerada como una poderosa evidencia de las prácticas religiosas del periodo Preclásico (2500 a.C.-200 d.C.) en el Altiplano Central.

Hallazgo de la pieza
La pieza de «El acróbata» fue descubierta en los trabajos arqueológicos de Tlatilco, en el municipio de Naucalpan, Estado de México. El hallazgo tuvo a lugar en el año de 1967. El sitio de las excavaciones comprende 500 enterramientos humanos.
De entre todas esas tumbas, destaca la signada con el número 154. En ella reposaban los restos de un adulto varón, el cual tenía deformado el cráneo y presentaba mutilación de los dientes. Esta era una práctica cuyo fin era moldear el cuerpo conforme a los cánones de belleza de aquellas antiguas sociedades. Por si fuera poco, estaba acompañado de 31 objetos, relacionados con lo que los especialistas piensan, era la práctica rituales mágicos y religiosos. Por ejemplo, había un machacador de cerámica, alfarería en forma de hongos, botellones, orejeras, metates, etc. Es decir, muy probablemente el difunto había sido un chamán o un sacerdote.

Características de «El acróbata» de Tlatilco
«El acróbata» de Tlatilco es una vasija de barro. Parece representar a un contorsionista, el cual se apoya en sus codos mientras levanta el pecho y pone los pies sobre su cabeza. Las manos del personaje están posadas debajo del mentón, de forma juguetona. Los rasgos faciales de su rostro tienen un claro estilo olmeca, también llamado «Baby face». Lleva por prenda un calzón corto. La rodilla de la pierna izquierda tiene una boquilla, revelando que dicho objeto era un botellón.
La pieza ha sido clasificada dentro de la cerámica estilo caolín o Xochiltepec blanco. Tiene 25 centímetros de alto y 16 centímetros de ancho. Está datada en el periodo Preclásico, entre los años 1200 a.C. y el 600 a.C. Actualmente se encuentra exhibida en la sala Preclásico del Altiplano del Museo Nacional de Antropología, en la Ciudad de México.

«El acróbata» y el trance
El consenso de arqueólogos e historiadores ha señalado que las posiciones de «El acróbata» de Tlatilco, revelan la práctica de rituales que inducían el trance, en ceremonias mágicas o de éxtasis religioso. El contexto arqueológico del entierro donde fue descubierta la pieza, refuerza esta interpretación.
Acompañando la ingestión de hongos, los sacerdotes o chamanes debían realizar alguna danza ritual que los llevaba a un estado alterado de la consciencia. Esto les brindaba la oportunidad de entrar a otra realidad, a la de los dioses y las fuerzas del cosmos. Esto nos recuerda a prácticas similares tanto en pueblos originarios de nuestro país, así como en las escuelas místicas de diferentes religiones. Por ejemplo, en la rama sufí del islam, los famosos derviches entran en éxtasis al girar sobre su propio eje durante el dhikr (es decir, la conmemoración de Dios).

El historiador Alfredo López Austin comentó que la pieza representa a un ser que está transitando entre diferentes ámbitos del Universo. La posición descendente del cuerpo parece indicar una conexión entre lo celeste y el inframundo. Por si fuera poco, el personaje lleva dos tipos de peinado, los cuales parecen representar dicha dualidad u oposición. De su lado derecho, el cabello es rizado, típico en las deidades de las entrañas terrestres y el reino de los muertos. De lado izquierdo, su cabello es lacio, indicando una conexión con lo solar y los cielos.

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