Los auténticos creadores de los alebrijes no son de Oaxaca, se apellidan Linares
La familia Linares es el linaje en cuyo seno nació la figura que conocemos como alebrije. Leonardo, uno de los herederos, nos cuenta la historia.
La cartonería es una técnica que se empezó a usar en México desde el Virreinato como producto de la colonización.
Los alebrijes nacieron como parte de la cartonería
La cartonería consiste en moldear papel humedecido y endurecerlo a través de la aplicación de engrudo y así crear figuras, las cuales tenían sobre todo un uso religioso; es decir, se usaban para festividades organizadas por la iglesia como la “quema de judas” .
A pesar de su origen religioso, la cartonería se fue transformando con rapidez y los artesanos empezaron a realizar otro tipo de piezas que nada tienen que ver con la religión.
Otras piezas de cartonería son las piñatas, toritos, catrinas, diablitos, máscaras y juguetes como lo caballitos y las “lolitas” (muñecas de cartón con sus distintas piezas articuladas mediante un hilo de algodón).
La revelación de los alebrijes
Hace ya mucho tiempo atrás, don Pedro Linares, avecindado en la Ciudad de México y cartonero de tradición, cayó gravemente enfermo hasta perder el conocimiento y entrar en una especie de coma.
Como no tenía recursos económicos para tratarse con un médico, sus familiares le administraron una variedad de remedios basados en la herbolaria.
Nadie sabe si gracias a estos remedios o simplemente a la buena fortuna ocurrió que don Pedro Linares se recuperó y contó a sus familiares que en su delirio se le presentaron una criaturas terroríficas, fantásticas, zoomorfas, con alas, garras y cuernos, de cuyas bocas emanaba la palabra ¡alebrije, alebrije!
Nadie entendía muy bien cómo eran estos seres que se le habían presentado en sueños, así que intentó plasmarlos de la manera que mejor sabía: a través de la cartonería.
Los primeros alebrijes
Las primeras piezas estaban muy alejadas de las que conocemos actualmente, ya que carecían del color y los patrones que caracterizan a los alebrijes actuales.
Aun así, fabricó algunos y los puso a la venta afuera de su taller. Jamás se hubiera imaginado que uno de sus primeros clientes sería nada menos que Diego Rivera, quien era aficionado a la “quema de judas” y acudía con regularidad a los talleres de cartonería de la zona.
Atraído por las caprichosas formas de las criaturas de don Pedro, se llevó unos ejemplares a su casa y tuvieron gran éxito entre sus amistades y colegas.
Con el tiempo las creaciones de Linares se fueron llenando de color y patrones imposibles que simulaban la “piel” de monstruos que salían de su imaginación para hacerlos menos aterradores y más llamativos hasta llegar a ser los alebrijes que hoy conocemos, gracias a que la técnica y los conocimientos se han ido pasando de generación en generación.
El heredero: Leonardo Linares
Leonardo Linares muy amablemente nos invitó a su taller a conversar. Llegué alrededor de mediodía y nos sentamos en la sala de su casa-taller y me recordó cómo había sido la gestación primigenia de estos seres.
Hablamos también acerca del muy traído y llevado asunto de la auténtica paternidad de los alebrijes que mucha gente le atribuye a la población de San Martín Tilcajete y Arrasolo, en Oaxaca.Entre tonas y alebrijes
Leonardo me explicó que los verdaderos alebrijes son originarios de la Ciudad de México, de justo ese lugar en donde estábamos, en las inmediaciones del Mercado de Sonora, en donde sus antepasados se habían afincado hace más de 300 años atrás.
¿Cómo surgió la confusión?
Pero entonces ¿cómo surgió la confusión? Me comentó que fue a partir de una serie de documentales que se realizaron en 1975 de cuatro artesanos: un cartonero, una tejedora de hilo en oro, un pirotécnico y Manuel Jiménez, un tallador de madera de Oaxaca.
Los cuatro documentales tuvieron gran éxito y se decidió hacer una gira con los artesanos recorriendo varios museos en los que cada uno hacía piezas en su propia disciplina; ahí es cuando Manuel Jiménez se da cuenta de cómo don Pedro fabrica sus piezas y decide hacer unas lo más parecidas posible, usando su propio oficio de la talla de madera y lo llamó igual.
“Aunque si se hace una investigación de campo –explicó Leonardo– sabrás que lo que ellos hacen son realmente tonas, una especie de ángel de la guarda que se asemeja mucho más a un animal real que a las formas completamente fantasiosas de los alebrijes”, lo cual es totalmente cierto.
Don Pedro Linares, el inventor del alebrije
Don Pedro Linares, quien recibió en 1990 el Premio Nacional en Artes y Tradiciones, describía al alebrije como un animal que existe y no existe: existe en cuanto que él lo hace manifestarse en el plano físico, y no existe porque no hay nada así en el mundo real.
Para que sea auténtico tiene que tener presentes a los cuatro elementos de la naturaleza: aire, a través de elementos como una cola de pájaro; fuego, a través de lenguas viperinas; agua, a través de crestas o colas de pez, y tierra, colocándole nariz de oso o armadillo. Lo más importante es que todos los elementos estén armonizados.
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