Alseseca. Descensos peligrosos en los rápidos de Veracruz
El caudaloso río Alseseca toma fuerza en la Sierra Norte de Puebla y se convierte en un paraíso para el kayakista experto.
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En esta expedición intentamos descubrir nuevas caídas y nuevos retos se nos presentaron en el camino… unos fueron tomados, otros no. Esta aventura empieza unos años atrás, desde que mis amigos de Canadá tuvieron la inquietud de venir a probar los rápidos de México en kayak. Desde hace tres años querían hacerlo y por diversas razones siempre se presentaban inconvenientes. Es así como Nick Troutman llegó al aeropuerto de la ciudad de México solo, cargando su remo, kayak y maleta. No fue difícil encontrarlo, entre su Jackson kayak Mega Rocker, verde fosforescente de 2 metros y medio, y su cabello güero color paja, este aventurero resaltaba como frijol en un plato de arroz. Después de darle la bienvenida, procedimos a amarrar su kayak en el auto y nos encaminamos sin perder tiempo hacia los ríos extremos de Veracruz.
A CALENTAR…
Llegamos a Tlapacoyan, Veracruz, después de manejar toda la mañana. Desmañanados pero listos para el agua, Nick y yo encontramos en el pueblo a Israel, la persona más indicada para llevarnos al río y recogernos a la salida. Así fue como emprendimos camino una vez más, llegando finalmente a una entrada llamada «El siete», donde empieza la sección más accesible del Alseseca. Unos 4 kilómetros río abajo, salimos en el puente Tablazo, el último punto de acceso antes de que el río se aleje de la carretera. Remamos aproximadamente unas 5 horas, tiempo suficiente para disfrutar unas 20 caídas, que van desde los 30 centímetros hasta unos 7 metros la mayor.
AL DÍA SIGUIENTE…
El siguiente día recibimos la visita de Mauricio Ramos, quien nos acompañaría para fotografiarlo todo. En Alseseca comenzamos a remar y él a fotografiar, y de esta forma llegamos a uno de los rápidos más difíciles de la sección: «La grieta». Definitivamente es un rápido clase V, lo más alto dentro de la escala técnica de clasificación para descenso de ríos. La dificultad reside en su estrechez, siendo la salida de la resbaladilla de sólo un poco más de un kayak de ancho. El día anterior Nick y yo lo habíamos corrido, sin embargo cuando Nick fue saliendo de la resbaladilla se desvió un poco a la derecha, golpeando la punta de su kayak contra la roca y aboyando gravemente su embarcación.Mauricio tardó un poco en colocarse, pues tuvo que cruzar el río nadando. Finalmente nos dieron la señal y como es costumbre entre nosotros, echamos un «piedra, papel o tijeras» para ver quién lo corría primero. Gané yo. Mientras Nick se preparaba con su cuerda de rescate por si algo salía mal, yo me concentraba en los rápidos una vez más, acabando de producir la adrenalina necesaria para hacer la maniobra con precisión. Corrí una línea bastante acertada y ya estando abajo, le di la señal a Nick. En esta ocasión tomó una línea perfecta y abajo pudimos festejar satisfechos lo que sería casi el final del día.
LO DESCONOCIDO
Después de pasar un par de días en la sección más conocida del Alseseca, tanto los kayakeros como el fotógrafo decidimos que ya era momento de explorar, considerando que de sus 50 kilómetros sólo se tiene conocimiento certero de unos siete. Una selva cerrada circundante presentó un problema para poder accesar al río. Por esto fue necesario hablar con la gente de la zona que conoce las tierras y llegar al margen. Así, con la invaluable ayuda de Israel, encontramos la forma de probar dos nuevas secciones del legendario río.
PRIMERA SECCIÓN INEXPLORADA
Al bajarnos de la camioneta oímos una cascada espectacular. Después de una hora de terracería, mapas e indicaciones de campesinos, pudimos llegar a nuestro destino, un puente en el camino Atzalan-Zapotitlán, debajo del cual fluye el Alseseca. Desde ahí parecía ser una cascada de unos 2 metros, cayendo directamente sobre unas piedras y fluyendo a una resbaladilla curveada a la derecha de unos 4 o 5 metros en vertical. Con las ansias de poder verla de cerca, corrimos y en un par de minutos estábamos justo al borde de la caída. Definitivamente accesible, clase V sin duda, espectacular e intimidante. Nos tardamos más de media hora en decidirnos, para finalmente disputamos el primer descenso con el básico ritual de «piedra, papel o tijeras». Esta vez Nick ganó. Ya abajo, él lucía una gran sonrisa. Era mi turno. Me metí al kayak, me acerqué a la caída y repasé mentalmente una vez más mis instrucciones: justo por el centro, apuntando el kayak unos grados a la izquierda, tomando una remada en la orilla para levantar la nariz del bote, caer y estabilizarse, corrigiendo hacia la izquierda nuevamente para librar la deflectora… Ya abajo chocamos las manos Nick y yo, festejando así el logro de un primer descenso. Después, la principal dificultad se presentó inmediatamente, ya que tuvimos que rapelear otra caída de unos 40 metros que terminaba en otras con menor cauce, pero con muchos obstáculos que sobrepasar, como enormes piedras.
SEGUNDA SECCIÓN POR EXPLORAR
Israel se bajó de la camioneta a tocar el timbre en casa de Ulises Vargas, dueño del rancho «Las Cascadas». Fueron tal vez 30 minutos de una terracería fea y empinada, seguidos de otros 20 de caminar entre los moscos y el platanar, para finalmente llegar al agua. Por el nombre sabíamos que era algo vertical, más no teníamos idea de lo que nos íbamos a encontrar. Desde la lejanía empezamos a percibir el aire húmedo, cargado del rocío que produce la fuerte caída del agua desde grandes alturas. Llegamos al borde. Al ver que la niebla se levantaba desde el punto de impacto del agua hasta más arriba del borde superior, descubrimos su inmensidad. Nick y yo nos volteamos a ver al mismo tiempo, con ambas miradas de decisión: era demasiado grande. En el río uno encuentra rápidos a los cuales se les prefiere dar la vuelta, caminar. Por ejemplo, una cascada con la magnitud de la que habíamos encontrado presenta un reto demasiado extremo para un ser humano, dónde sería difícil sobrevivir intacto. El impacto de dicha caída no es cualquier cosa. Es importante saber juzgar y aprender a fijar límites dentro de los niveles de habilidad de cada persona.Este fue un viaje de reconocimiento en el que encontramos lugares nunca antes explorados y retos increíbles como corrientes encañonadas con caídas de entre 20 y 30 metros de altura, que requieren la supervisión de los mejores kayakistas del mundo, por lo que decidimos esperar nuestro momento. Sin embargo, después de cinco días supimos que el río era nuestro y que era cuestión de tiempo para reunir a un equipo de profesionales, con lo que algún día logremos su primer descenso total.
UN RÍO COMO POCOS…
El río Alseseca nace en un lugar cercano al pueblo de Altotonga, llamado Pancho Posas. Aproximadamente unos 50 kilómetros río abajo confluye con el río Filo, formando así el que se conoce como el río Filobobos. El volumen de agua del Alseseca, de unos 20 metros cúbicos por segundo en temporada de secas, resulta ser poco, pero ideal para descenderlo en kayak.Los 50 kilómetros que hay entre el nacimiento y la confluencia, tienen un número increíble de cascadas y de cañones perdidos con paredes de hasta 100 metros de altura. La carretera México-Altotonga corre casi paralela al Alseseca, en unas partes más cerca que otras, pero en general haciéndolo un río con accesos bastante disponibles.Sin embargo, sigue teniendo secciones vagamente conocidas por los locales y por unos pocos kayakeros. Solamente ha habido un par de expediciones que han buscado conocer los tramos inexplorados y hasta hoy, sigue habiendo partes desconocidas.
ESCALA INTERNACIONAL DE DIFICULTAD DE LOS RÍOS
Clase I: Fácil Corriente lenta, olas pequeñas, es fácil guiar, el riesgo de caerse es bajo.
Clase II: Novato Rápidos suaves y algo de oleaje, apto para toda la familia. Corrientes más rápidas, canales amplios, maniobras ocasionales, olas irregulares.
Clase III: Intermedio Río con rápidos más fuertes, olas moderadas e irregulares, numerosas obstrucciones y algunas pendientes escalonadas. También es apto para la familia, pero con más precaución. Para mayores de siete años.
Clase IV: Avanzado Corrientes rápidas, fuertes y muy irregulares con rocas obstruyendo el camino. En algunas partes la pendiente es muy pronunciada y se requiere resolver maniobras rápidamente y bajo presión. Antes del primer descenso es recomendable que un kayaquista se adelante para reconocer el terreno. Es para mayores de 16 años, con precauciones.
Clase V: Experto Corrientes muy rápidas, irregulares o muy largas. Son complejas debido a la cantidad de peligros que hay que evitar; se requiere excelente dominio de todos los elementos del rafting, seguridad y rescate. Apto sólo para los más experimentados.
Clase VI: Extremo Ríos absolutamente peligrosos, en el límite con los criterios de navegabilidad. Los amantes de las emociones fuertes suelen preferir el rafting extremo, que incrementa al máximo el riesgo de vuelco a raíz de la caída del torrente de agua, de su caudal, bravura y peligrosidad.
¿QUÉ LLEVAR?
Indispensable: Kayak con bolsas de flotación en perfecto estado, remo de buena calidad, chamarra seca o semi seca, traje de neopreno, salvavidas, casco, y botas de neopreno con suela gruesa.
Otros: Crema repelente para mosquitos según la zona, clip para la nariz, anteojos de sol con sujetador al casco.Elementos de seguridad: Bolsa de rescate, cinturón rescatador con mosquetón, mosquetones, silvato, cuchillo montado en salvavidas, kit de primeros auxilios sellado y que flote.
Guía: Persona que conoce muy bien el estado del río.
Rescatista: Persona que nos ayudará en caso de problemas.
Fuente: México desconocido No. 360 / febrero 2007
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