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Amonites: puerta del pasado

Contemporáneos de los dinosaurios, los amonites se extinguieron también hace millones de años. Habitaron en distintos ambientes marinos y sus huellas aún se pueden encontrar en diferentes lugares del planeta.

Contemporáneos de los dinosaurios, los amonites se extinguieron también hace millones de años. Habitaron en distintos ambientes marinos y sus huellas aún se pueden encontrar en diferentes lugares del planeta.

Estos cefalópodos con concha externa tuvieron una evolución tan rápida como breve. Vivieron desde el Devónico, en la era Paleozoica, hasta el Mesozoico. Gracias a su flexibilidad genética pudieron adaptarse a diferentes condiciones de vida: lo mismo en las profundidades oceánicas que en mar abierto y en zonas rodeadas por tierra continental.

En la actualidad, sus parientes más cercanos los encontramos en organismos como los argonautas y los nautilus, pero a diferencia de aquéllos, éstos no tienen una presencia extensiva sobre el planeta.

Unos de los seres más estudiados por los paleontólogos son precisamente los amonites. Para los investigadores funcionan como excelente indicador del tiempo, así que se les conoce como los Rólex de la paleontología. Asimismo, debido a que es posible encontrar sus fósiles dispersos por todo el orbe, son un adecuado referente mundial de las formas de vida desaparecidas. Más aún, su amplia presencia geográfica sirve a los científicos para realizar correlaciones entre diversos puntos de la Tierra.

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Si en tiempo humano un millón de años es una edad enorme, en tiempo geológico equivale a un periodo muy corto. Esos cambios experimentados de una etapa a otra son extraordinarios indicadores para determinar la edad de las rocas, ya que éstas se pueden clasificar a partir de los registros dejados por los amonites, cuyos fósiles van acompañados de vestigios que reflejan condiciones de vida específicas.

Los paleontólogos no dan el número exacto de los años, pero a partir de sus estudios se puede saber qué criaturas vivieron primero, cuáles después y a qué etapa y ambientes corresponden.

Gracias a la gran riqueza de rocas sedimentarias que hay en México, existen fósiles de estos seres que datan desde 320 millones hasta 65 millones de años. Su estudio en nuestro país se ha realizado de manera intermitente. Al investigador suizo Carl Burckhardt se deben los primeros estudios monográficos que constituyen la base científica acerca de los amonites en México. Posteriormente siguieron proyectos de algunos alemanes, estadounidenses y franceses.

En el siglo XX las investigaciones de diversos científicos han dado un nuevo impulso a este quehacer, pues el vasto territorio mexicano todavía encierra muchos enigmas, por lo tanto a los estudiosos aún les falta mucho por explorar: hay rocas sedimentarias marinas en la Sierra Madre Oriental, en Baja California y en la Huasteca, entre otros sitios.

Para detectar a los amonites siempre se parte de estudios anteriores, no sólo de paleontología, sino de geología en general. Con un mapa geológico en mano, el grupo de investigadores parte al campo. Dicho mapa puede servirles para tener una primera aproximación a la edad de las rocas.

Ya sobre el terreno se selecciona un conjunto de rocas, del que se toma una muestra. Tras picar la piedra se encuentra el fósil; pero no se trata sólo de partir las rocas, sacar el amonite y desdeñar el resto, pues en estas indagaciones se pueden hallar restos de plantas o de invertebrados que dan cuenta de otras marcas paleoambientales que se deben descifrar para obtener una explicación panorámica.

Por ello, en general, los grupos de exploración están integrados por un equipo multidisciplinario de profesionales. De este modo, cada especialista aporta su saber para explicar aspectos particulares de cada investigación.

En el campo, los científicos obtienen respuestas gracias a la ubicación de los fósiles, pero también es cierto que cuando no los hay, eso igualmente se convierte en dato, y entonces el desafío es saber por qué no hay restos fosilizados ahí.

No es que las piedras no hablen, sino que han estado calladas durante millones de años. Una pregunta muy común entre las personas es: “¿Eso para qué sirve?” Entonces los investigadores se convierten en divulgadores al explicar la importancia de entender el origen y las transformaciones de la vida.

Por su colorido y su forma, los amonites son atractivos a la vista. Pese a que la legislación protege el patrimonio paleontológico, en algunos mercados se venden los fósiles como adornos y no se toma en cuenta que con esa comercialización se provoca la pérdida de valiosos datos científicos.

Fuente: México desconocido No. 341 / julio 2005

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