Anecdotario de un fotógrafo de naturaleza - México Desconocido
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Anecdotario de un fotógrafo de naturaleza

Anecdotario de un fotógrafo de naturaleza fifu

Uno de nuestros colaboradores narra su experiencia retratando (y rescatando) especies en la Sierra Gorda de Querétaro, en el desierto de Sonora y en la Sierra Madre de Chihuahua.

Teniendo como traspatio a la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, Querétaro, el área protegida más ecodiversa de México, y explorando algunos de los rincones aún silvestres que quedan en nuestro país, he tenido el honor de interactuar con sus especies y ecosistemas. A través de estas imágenes comparto momentos que nos acercarán a la riqueza que convierte nuestro territorio en una nación megadiversa a nivel mundial.

1. Capturada por un cazador furtivo, con la ayuda de perros tuve el privilegio de rescatar a esta bella margay, un felino arborícola y nocturno que depende de bosques y selvas para sobrevivir. La imagen es del momento en que la liberamos en uno de los bosques de niebla que custodiamos, donde espero esté trayendo nuevas generaciones de margays a México. La cacería, el comercio ilegal y la destrucción de bosques y selvas hacen que este felino sea una especie sumamente amenazada.

Margay en la Sierra Gorda de Querétaro / Roberto Pedraza Ruiz

2. Aunque he tenido muchos encuentros afortunados con serpientes de cascabel y nauyacas, ambas venenosas, no suelo acercar mi cara a las mismas. En este caso, no me dí cuenta de que lo que estaba fotografiando era una víbora de cascabel que tomaba el sol en la corteza de un cedro, así que le tomé muchas fotos con el macro y el gran angular, a apenas 15 centímetros de distancia. Incluso la acomodé con un palito para que su cabeza luciera para la foto. Finalmente, y tras derrochar amabilidad, decidió irse y fue cuando su cascabel asomó, pero en ningún momento me agredió pese a que estaba en la situación perfecta para morderme. Esto muestra la nobleza incansable de la fauna.

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Serpiente de cascabel / Roberto Pedraza Ruiz

3. Tras casi 30 años de solo encontrar fragmentos de alas o las vistosas colas de las polillas Luna, habitantes de los bosques de liquidámbar en la Sierra Gorda, finalmente tuve la fortuna de que una de ellas se mostrara en todo su esplendor. Recién salida de su capullo, esperó pacientemente a que fuera por mi equipo de foto y se dejó retratar. Luego de terminar la sesión de fotos, la conduje a un rincón apartado, lejos del sendero donde se encontraba. Las polillas Luna son criaturas etéreas, raras de encontrar y más aún de fotografiar en estado silvestre.

Polilla Luna en la Sierra Gorda de Querétaro / Roberto Pedraza Ruiz

4. “Cazar” el mal tiempo es una de mis actividades favoritas, pues los elementos alborotados ayudan a mejorar la escenografía. Esta imagen la obtuve en un rancho en el Desierto de Altar, Sonora, donde fui invitado para hacer fotografías de fauna. Sabiendo que venía un frente frío de Arizona, pedí a los vaqueros que me llevaran a una pequeña sierra muy temprano para tener perspectiva de la llanura. Aunque dudaron de mis facultades mentales, pues el termómetro marcaba varios grados bajo cero, los convencí para que me dejaran en el sitio por varias horas. Los 15 minutos de esa luz tan especial valieron la pena.

Desierto de Altar, Sonora / Roberto Pedraza Ruiz

5. Después de tres intentos fallidos para fotografiar ajolotes, que supusieron que acabara empapado en agua helada, por fin pude hacer un retrato de este personaje que me miraba fijamente con sus ojillos, y me dejó un recuerdo indeleble de su fragilidad. Los ajolotes viven en pozas y arroyos de montaña, pero se encuentran amenazados por las sequías recurrentes, la creciente demanda de agua para consumo humano y su contaminación. Una de cada tres especies de anfibios está en riesgo de desaparecer.

Ajolote / Roberto Pedraza Ruiz

6. Por tres años consecutivos instalé cámaras-trampa con el fin de documentar la presencia del jaguar en la Sierra Gorda. Esta foto es sumamente especial, pues fui a revisar las cámaras a un sitio remoto donde yo era el único humano en varios kilómetros a la redonda. Desde que bajamos del jeep, mi perra se acobardó, pues sabía que el gran depredador estaba cerca. Tenía razón, ya que en 8 de 12 cámaras obtuvimos imágenes. Habíamos dado con el núcleo de su territorio. Aunque sé que los jaguares no atacan a los humanos, un instinto primitivo de defensa me mantuvo alerta y tenso hasta que regresamos al vehículo. Para mí, los jaguares sintetizan el espíritu silvestre de estos montes.

Jaguar en la Sierra Gorda / Roberto Pedraza Ruiz

7. Cobijados por las profundas calizas que forman sótanos, esta pareja de pericos verdes disfrutó en su hogar de una sesión de arrumacos y besuqueos que duraron una hora entera. Cuando la colonia está completa, los llamados de unos 100 individuos vuelven ensordecedor el lugar y uno se siente un intruso que ha profanado su intimidad. Estas aves son altamente sociales, monógamas (algo poco común en los animales) y vitales para la salud de los bosques gracias a la dispersión de semillas que realizan.

Pericos en la Sierra Gorda / Roberto Pedraza Ruiz

8. Acampar en lo alto de la Sierra Madre, en Chihuahua, durante el mes de enero es una experiencia única, tanto por el clima, lo magnífico de sus bosques y paisajes, como por el vecindario, pues ahí habitan las cotorras serranas occidentales. Cansados, montamos por la tarde la tienda de campaña en uno de los pocos sitios sin nieve y fue al amanecer cuando nos dimos cuenta de las huellas de un oso negro marcadas en un nevero ubicado a pocos metros de donde habíamos dormido.

Huella de oso / Roberto Pedraza Ruiz

9. Los zumbadores enanos, endémicos de México y la segunda ave más pequeña del mundo, son feroces terratenientes que pasan su existencia en guardia con su vistosa gorguera. Por ello, es relativamente fácil encontrarlos en bosques templados y de niebla cuando uno conoce su llamado. Estoy casi seguro de que el ejemplar de la imagen es un viejo conocido al que vi por primera vez hace 4 años. Ocupa exactamente las mismas perchas en su territorio y, cuando voy a visitarlo, me mira con una indiferencia completa.

Zumbador / Roberto Pedraza Ruiz

10. La orgullosa mirada de este mochuelo no es gratuita. El tipo se introdujo a la televisora local, se instaló en la punta de la palapa y quedó atrapado ahí. Entonces fue cuando me llamaron para que viera cómo lo podía sacar. Para capturarlo acabé trepado en una escalera a 10 metros del suelo y sin guantes para no perder tacto. Me rasguñó y picoteó sin piedad hasta dejarme las manos bastante lastimadas. La foto es de unos segundos antes de que volara y regresara a su hábitat.

Mochuelo / Roberto Pedraza Ruiz

11. Tristemente, esta puede ser una de las últimas imágenes en su hábitat de una queretana ilustre y en peligro de extinción. La Mamillaria herrerae se encuentra solo en laderas calizas, donde a la vera de pinos piñoneros y otras cactáceas encontró su único nicho a nivel mundial. Acompañado de especialistas, acudimos donde sabíamos que estaba, pero encontramos menos de la mitad de ejemplares respecto al censo anterior. Pensar que en el futuro solo tendremos testimonios digitales de estas especies causa mucha impresión en mí. Todo por la ambición sin escrúpulos de comerciantes y coleccionistas, que las saquean sin piedad.

Mamillaria herrerae / Roberto Pedraza Ruiz

12. Espinosos y tímidos, los puercoespines lo mismo habitan en bosques de pinos en México que en la cuenca del Amazonas en Brasil. El de la imagen tuvo la fortuna de que, pese a que fue perseguido por perros, unos niños lo rescataron y se preocuparon de ver en internet qué comía el animal. De ese modo, durante tres días merendó mangos hasta que acudí por él. Luego lo condujimos de vuelta a su hogar, donde pacientemente modeló para mí y después se perdió en el bosque. Tanto los chiquillos como yo quedamos con un buen sabor de boca al haberlo ayudado.

Puercoespín / Roberto Pedraza Ruiz

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