Antiguo camino al santuario de Cristo Rey (Guanajuato)
Cuando visitamos al milagroso Cristo Rey en la cima del Cerro del Cubilete en el estado de Guanajuato, generalmente subimos por el zigzagueante y empinado camino empedrado que se toma cerca de la ciudad de Silao; sin embargo éste no es el único acceso a tan concurrido lugar. Existe otra ruta, un poco más larga, que nos ofrece la oportunidad de conocer algunos sitios en los que pareciera que el tiempo se ha detenido.
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Texto: Federico Vargas Somoza
Para iniciar este trayecto lo ideal es viajar a la ciudad de Guanajuato, exactamente hasta el poblado de Valenciana, que está a 5 minutos de esa ciudad. De ahí es preciso tomar el camino de terracería en el costado oriental del bellísimo templo de San Cayetano.
La Mina de la Valenciana, fundada hacia finales del siglo XVI, durante la época colonial alcanzó a producir la sexta parte de toda la plata que circulaba en el territorio de la Nueva España.
Actualmente, esta mina aún se encuentra en funcionamiento y cuenta con un área abierta al público donde es posible observar las diferentes formas de explotación minera. En este mismo lugar se puede adquirir a un bajo costo, gran variedad de minerales y cuarzos (ahora tan de moda), los cuales son extraídos desde las profundidades.
Siguiendo nuestro camino al Cubilete, la próxima parada es la Mina de Guadalupe, mejor conocida como «Mina de los Elefantes», ya que sus hermosos contrafuertes que detienen los añejos muros de la mina tienen -con un poco de imaginación- la forma de estos animales.
Hoy está abandonada, pero hacia los siglos XVII y XVIII gozó de gran prosperidad.
A unos 15 minutos de distancia, arribamos al rústico poblado minero de Santa Ana, pueblo que en el siglo XVI se consolidó como el primer real de minas establecido en lo que fuera la Intendencia de Guanajuato; incluso fue declarado capital de esa intendencia, nombramiento que posteriormente pasó al real de minas de Santa Fe de Guanajuato. Por tal motivo, el mineral cayó en el olvido a finales del siglo XVIII.
En nuestros días, la población se encuentra rodeada por la presa de la Soledad, en cuyo vaso aún podemos admirar las ruinas de una de las haciendas de beneficio del mineral extraído; vestigios que, durante la temporada de lluvias, se llegan a semicubrir por las aguas acumuladas en la presa.
En este pequeño pueblo dos bellas iglesias llaman nuestra atención: una, conocida como El Calvario, que fue la antigua capilla del hoy desaparecido Hospital de Indios; la otra, el Templo Parroquial, tiene en su costado oriental dos esculturas de cantera de dos mujeres que se cubren los ojos con una de sus manos.
Retomamos la carretera y pasamos por el poblado de los Llanos de Santa Ana. Unos cuantos kilómetros más adelante, se vislumbra el edificio del Observatorio de la Universidad de Guanajuato, lugar donde los investigadores realizan diversos estudios de la bóveda celeste cuando las noches están claras y despejadas.
Después de recorrer unos cuantos kilómetros más llegamos hasta el Mineral de la Luz, población que, durante el virreinato, fue un importante lugar de descanso y de recreo para los mineros que trabajan en las numerosas minas de la región.
Hasta la fecha, la mayoría de ellas funcionan; gracias a esto, el camino de terracería se encuentra en muy buenas condiciones, pues las compañías mineras se han encargado de darle un constante mantenimiento. En este pueblo es recomendable visitar su atractivo y modesto templo que data de principios del sigloXVIII.
El siguiente sitio del recorrido es Sangre de Cristo. Ahí hay una extraña construcción que al parecer fueron las oficinas de alguna compañía minera que se estableció en el lugar durante la primera mitad de esta centuria.
Si continuamos por una vereda hacia abajo, encontramos las ruinas de una antigua hacienda de beneficio, la que seguramente explotaba la mina que aún existe allí.
Antes de abandonar esta población, les sugiero tomar la desviación que nos conduce hasta San Ignacio. Aquí debemos visitar el antiguo convento jesuita construido en esta zona para realizar el proceso de evangelización de los indígenas que trabajaban en las minas; además, su capilla era utilizada para ofrecer los servicios religiosos a los dueños de las mismas.
Se cree que el convento fue edificado en el siglo XVII perodespués de la expulsión de la orden jesuita de los territorios de la Nueva España en 1767, quedó en el abandono, y en consecuencia hoy en día se encuentra en muy mal estado. En su interior podemos observar los apuntalamientos que se le han colocado para evitar que se derrumbe el techo.
A unos cuantos metros adelante del pueblo está el panteón donde se llevan a cabo los servicios funerarios de los poblados de La Luz, Sangre de Cristo y San Ignacio. En este rústico panteón podemos admirar varias tumbas de finales del siglo pasado; desafortunadamente el lugar está cerrado la mayor parte del tiempo, ya que sólo se abre cuando hay algún servicio funerario o en la festividades los fieles difuntos.
Ya sin ninguna escala, continuamos nuestro camino hasta llegar al popular santuario del Cerro del Cubilete, donde se encuentra la gigantesca escultura del Cristo Rey. La escultura mide 20 m de altura, pesa 80 ton y se localiza a 2 600 msnm, lo que nos brinda una incomparable vista panorámica de todo el valle de Silao.
Cabe mencionar que a este lugar acuden miles de peregrinos durante todo el año, aunque sobresalen por su importancia las fiestas de Semana Santa y del 21 de noviembre. En esta fecha se celebra la festividad de Cristo Rey; en consecuencia el número de fieles se multiplica grandemente.
Después de visitar al Cristo Rey, tenemos la alternativa de regresar por la misma ruta o tomar el camino empedrado que pasa por los poblados de Los Baños, Aguas Buenas y Las Antenas y que nos conduce hasta la autopista Silao-Guanajuato. Por este trayecto se encuentra el paraje conocido como Vergel de la Sierra, donde algunos fines de semana hay espectáculos de vuelo en planeador, además de ser un lugar muy frecuentado por los aficionados al campismo.
La próxima vez que deciden viajar a la ciudad colonial de Guanajuato y tengan la inquietud de visitar al «Cristo de la Montaña», piensen un minuto y viajen por la antigua «Ruta de la plata y de la fe». Les aseguro que no se arrepentirán.
Si deciden bajar por el camino empedrado rumbo a Silao, les recomiendo viajar en un vehículo en buenas condiciones, sobre todo con muy buenos frenos, ya que el descenso es bastante pronunciado y las abundantes curvas muy cerradas.
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