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Viaja al son del baile de tabla, orgullosa tradición guerrerense

Guerrero
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© Francisco Palma

Coahuayutla, Guerrero, es el único lugar donde se sigue practicando el baile de tabla. Aquí te contamos cómo es y porque es tan importante que viajes a este mar a concoerlo.

El “baile de tabla”, en la Costa Grande de Guerrero, es uno de los estilos que existen en México para ejecutar los sones. Esta tradición regional ya solo puede verse en Coahuayutla, pero cada vez se practica menos y está en riesgo de perderse.

Un poco de historia

El género del son surgió en México a mediados del siglo XVII a partir de los fandangos, seguidillas y zapateados que trajeron los españoles. Primero fue un baile que se realizaba en la corte del virrey, pero poco a poco trasminó en la cultura popular para ser tocado y bailado en fiestas, bodas y al terminar las faenas del campo.

Francisco Palma

Desde entonces se ha transformado, tomando influencias que vienen de la tradición africana, que llegó con los esclavos comerciados por europeos, hasta sonoridades que entraron por Acapulco, con la inmigración del sur del continente traída por el Galeón de Manila, que surcó las costas del Pacífico por más de dos siglos.

Sones de Guerrero

Actualmente, en el estado de Guerrero existe una amplia diversidad en el género del son, desde el calentano, el de tarima de la región de Tixtla, el de artesa en la Costa Chica, las chilenas y, por supuesto, el baile de tabla de la Costa Grande.

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Todos ellos comparten la música de cuerdas, el zapateado, lo festivo y alegre del baile: el fandango. Pero cada uno con sus regionalismos musicales y sus letras.

Y en la Costa Grande, Coahuayutla es último reducto donde sobrevive el baile de tabla de forma tradicional. Así que vale la pena comentar algunas de las características de esta tradición donde baile y música son indisolubles.

La tabla

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La tabla tradicional para el baile es un cajón largo de madera hecho de una sola pieza. Para ello se utiliza el tronco de una higuera o una parota, el cual se labra para ahuecarlo, dejando una parte plana arriba y el hueco hacia abajo, a fin de crear una gran caja de resonancia. Actualmente estas tablas ya se elaboran de madera ensamblada.

Los instrumentos

Para acompañar el baile se usa violín y guitarra quinta. Anteriormente se usaba un arpa grande, pero ha sido sustituida por un segundo violín y un cajón de percusión, pues el arpa, además de ser “rascada” también era tamboreada en su caja de resonancia.

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Las percusiones son muy importantes pues marcan el tiempo del zapateado. Es aquí cuando la tabla se convierte en un instrumento más, pues el bailador debe “escuchar muy bien” el ritmo del tamboreo para seguirlo, logrando una armonía entre percusión y zapateo. Para ello es necesario que los bailadores estén de frente a los músicos.

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Diversidad en los sones

En Coahuayutla el baile de tabla se perfeccionó de tal forma que los pobladores lo dividen en cinco géneros: fandanguitos, cantadillas simples, cantadillas de juego, baile de paños y son zapateado.

Un fandanguito alterna música y canto donde el hombre dice un verso, puede ser de amor, desprecio o admiración, y la mujer lo contesta en el mismo tono. Existen versos ya compuestos pero también hay lugar para la improvisación.

Cantadillas, paños y zapateado

También están las cantadillas simples. Aquí la música siempre se alterna con versos y coplas que hablan de animales o de la vida cotidiana de la región. Mientras tanto, las cantadillas de juego tratan lo mismo, pero en el baile se imita el movimiento del animal al que refiere el son: la chachalaca, los camarones o la iguana son ejemplo de este género.

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Para el baile de paños tanto hombre como mujer llevan un pañuelo en la mano derecha, el cual mantienen levantado al frente, recorriendo la tabla y cambiando de lugar. Es muy similar a las “chilenas” en la Costa Chica.

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Por último está el son zapateado, sin letra pero más rápido en su ritmo. Su duración es menor pues el zapateo del hombre es rápido, enérgico y más cansado. Es un baile de resistencia que termina cuando el bailador hace un movimiento llamado “botón”, de tres golpes con los pies, al cual los músicos deben estar atentos para dejar de tocar.

Tradición en desuso

Cuenta Jorge Laurel, bailador y promotor, en Zihuatanejo, de la música de la Costa Grande que el baile de tabla está a punto de perderse: “los violinistas y bailadores grandes ya han muerto, incluso el género del son zapateado está prácticamente extinto pues ya no hay quienes sigan la tradición”.

De ahí la importancia de difundir esta música por medio de festivales y encuentros “pues Coahuayutla está muy alejada de Zihuatanejo, su música se escucha, pero no se ve” afirma Laurel.

Isidro Alarcón, músico y cantante originario de Coahuayutla, afirma que en su pueblo lo contratan más para tocar otros géneros: “la gente prefiere cumbias y rancheras, hasta para tocarle a los difuntos” platica con aire de lamento al no poder tocar como quisiera los sones tradicionales.

Francisco Palma

Y sin embargo, la tradición sigue resistiendo en agrupaciones como los Costeños de Coahuayutla o los Gavilancillos de El Rosario, pero no sabemos por cuánto tiempo más.

Para más información se puede consultar el artículo El baile de tabla en el Barrio de Lozano, Coahuayutla, Guerrero, de María de los Ángeles Rubio Tapia, publicado en Temples de la Tierra, libro editado por El Colegio de Michoacán, y en el cual está basado parte de este artículo.

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autor Escritor y fotógrafo. “México es muchos Méxicos” y en cada uno de ellos busca aprender algo nuevo.
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