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Bendición de niños, semillas y velas en Amealco, Querétaro

Querétaro
Bendición de niños, semillas y velas en Amealco, Querétaro fifu

Uno de los atractivos principales de la fiesta de Amealco, Querétaro, consiste en llevar las imágenes de los niños Dios vestidos con diferentes representaciones en las que es adorado en diversas partes del país; así, vemos imágenes del niño de “La Salud”, “El Mueve Corazones”, “El Limosnerito”, “El del Consuelo”, el “De la Paz de Praga”, “El Niño Doctor” y, por supuesto, “El Niño de Atocha”, entre otros.

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Quizá una de las fiestas pagano-religiosas más celebradas en todo México sea la de la Virgen de la Candelaria, que se festeja el 2 de febrero, y aunque la mayoría de los mexicanos acudimos puntualmente a celebrar la fiesta de “las candelas”, hoy en día son pocos los que recuerdan los mitos y las leyendas que la originaron.

Desde la llegada de los primeros frailes a territorio novohispano trajeron consigo la conmemoración de la fiesta de la Candelaria.

Como fruto del mestizaje, en nuestro país la celebración consiste en la presentación del Niño Dios al templo por parte de aquel al que le haya tocado el niño de la tradicional “rosca de reyes” el 6 de enero. Este “padrino” deberá hacerse cargo de la vestimenta del niño y colaborar con quienes compartieron su suerte en la rosca, sobre todo en los gastos.

Conforme se aproxima la fecha señalada, el padrino escoge el atuendo con que vestirá a su “ahijado”, que estará acorde con un milagro otorgado a alguno de los convidados, o bien con la devoción de la familia.

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De esta manera, cada pueblo se encarga de poner un toque de paganismo a esta celebración de “la luz”, y es una de las tradiciones cristianas más arraigadas, pues data de finales del siglo XVI e implica la bendición de las imágenes del Niño Dios.

BENDICIÓN DE LOS NIÑOS EN AMEALCO

Desde tiempos lejanos, en la cabecera municipal de Amealco, punto suroccidental del estado de Querétaro, el día de la Candelaria se celebra con la bendición de los niños, así como del maíz y de las “candelas” (velas) que se necesitan a lo largo de todo el año, con el propósito de que nunca falte el alimento y la luz física y espiritual en el hogar.

Muy temprano por la mañana del 2 de febrero comienza a llegar la gente con sus bolsas y canastas llenas de colorido maíz, velas y fósforos, así como con sus imágenes religiosas, principalmente de niños Dios, que serán bendecidas en punto del mediodía.

Mientras llega el momento, los fieles se acomodan a ambos lados del acceso principal de la parroquia de Santa María. Hacia las 10:30 ambas filas abarcan la totalidad del atrio parroquial, para después extenderse por la plaza principal del pueblo.

Como en toda fiesta popular, no faltan los vendedores de ocasión; así, vemos comerciantes de imágenes religiosas, rosa-rios y escapularios, y, muy acomodado en la sombra de un frondoso árbol, a un marchante de velas y, por supuesto, a los vendedores de paletas y helados que se antojan con el calor que amenaza caer para el mediodía.

En punto de las 12:00 sale del templo el cura acompañado por sus acólitos, y previendo la gran cantidad de imágenes, semillas y velas que habrá de bendecir, aparece cargando el agua bendita en una colorida cubeta color naranja, y mientras dice: “Ahora puedo morir en paz porque mis ojos han visto al Redentor”, arroja “chorros” de agua bendita sobre los fieles y sus imágenes.

Una vez que ha recorrido a toda la multitud y ha finalizado la bendición programada, el sacerdote los invita a concelebrar una misa en honor de la Virgen de la Candelaria.

Justo al finalizar la bendición de niños, semillas y velas, acuden al atrio unos hombres cargando costales de ixtle para recabar el “diezmo” para el templo; y la mayoría de los allí reunidos depositan uno, dos o tres elotes en los costales. Este “diezmo” ayudará a la subsistencia de los más necesitados que acudirán a pedir ayuda al párroco.

Con la misa concluye la ceremonia religiosa y cada uno regresa a sus hogares a proseguir con la tradición de la Candelaria: la tamalada que habrá de pagar el padrino agraciado con el niño de la rosca de reyes.

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