Bicicleta de montaña: pedaleando por el bosque tropical de Oaxaca
Como uno de nuestros objetivos es explorar los bosques tropicales de nuestro país, no podíamos pasar por alto la región de Huatulco, ideal para los deportes extremos.
Bajamos de la abrupta y accidentada sierra oaxaqueña, coronada por el Zempoaltépetl con 3 390 msnm y dejamos atrás los bosques de coníferas para internarnos paulatinamente en la vegetación tropical y llegar al poblado cafetalero de Pluma Hidalgo, punto de donde iniciaríamos la aventura sobre nuestras bicicletas de montaña, atravesando un buen tramo de la selva por lodosas y empinadas veredas. En esta región, la selva siempre verde se extiende desde los 1 600 hasta los 400 msnm, y el poblado de Pluma está a 1 340 msnm.
Los primeros pobladores que llegaron a esta región provenían de Pochutla, importante centro comercial que une la costa con la sierra, y los valles oaxaqueños y de San Pedro el Alto. Un grupo de personas apoyadas por una gran compañía cafetalera exploraba la región y después de tener algunos problemas con otras poblaciones, finalmente se establecieron en el Cerro de la Pluma, donde construyeron una pequeña palapa y fundaron la primera plantación de café en el estado, conocida como La Providencia.
Tiempo después y debido al éxito de La Providencia, se establecieron otras fincas en la zona, como las de Copalita, El Pacífico, Tres Cruces, La Cabaña y Margaritas. Cientos de hombres llegaron a trabajar en el entonces llamado oro verde (la especie que se explota en laCoffea arábica), pero con la caída internacional del precio del café la abundancia se terminó y algunas fincas fueron abandonadas dejando su gran maquinaria tipo novela de Julio Verne a merced de la selva.
Recorrimos el pintoresco pueblo donde la vida de los habitantes se desarrolla entre las constantes lluvias tropicales y la espesa neblina. Las callejuelas suben y bajan como un gran laberinto entre las casas de madera y las construcciones de piedra están cubiertas de musgo y flores que cuelgan de las macetas. Las mujeres y los chiquillos se asomaban por los portones y ventanas deseándonos buen viaje.
Empezamos a pedalear (nuestro objetivo se encontraba 30 km abajo en el poblado de Santa María Huatulco), dejamos el pueblo atrás y nos internamos en la espesa vegetación acompañados del sonido de las chicharras y de las aves.
Esta zona del estado aún no ha sido tan castigada por el hombre, pero actualmente existe un proyecto para construir una carretera que atravesaría la selva destruyéndola, ya que los madereros tendrían entrada libre. Además, como ya se ha probado en múltiples ocasiones, este tipo de proyectos diseñados para satisfacer los intereses de unos pocos causan muchos más problemas que los que solucionan a las comunidades que afectan.
El bosque tropical es uno de los ecosistemas más bellos y complejos de nuestro planeta. En él habita una gran cantidad de plantas y animales que conservan un delicado equilibrio, son vitales reguladores de los ciclos biológicos, y muchas de las especies ni siquiera son conocidas y mucho menos han sido estudiadas, por lo tanto, no se sabe si son útiles o no al hombre. Los individuos más importantes del bosque tropical son los árboles, ya que son ellos los que dan sostén, sombra y humedad. De los árboles depende la existencia del resto de los organismos que viven en este ecosistema: insectos que han desarrollado fabulosos sistemas de mimetismo, arañas que entretejen sus grandes telarañas en la corteza y un sinfín de organismos que a su vez son el alimento de numerosas especies de aves como carpinteros, sanates, azulejos, coloridos loros, pericos y tucanes.
Rodeados de este maravilloso ambiente y con el lodo hasta las orejas llegamos al poblado de Santa María Magdalena después de pedalear fuerte, y el presidente municipal nos recibió con unos buenos vasos de pulque de palma para recuperar energías. El poblado es pequeño, apenas algunas casitas se distinguen en la espesa vegetación, pero tiene su chiste.
Después de un rato de departir con la gente de Santa María, continuamos pedaleando entre las nubes y el verde paisaje. A partir de este punto, las bajadas se volvieron muy empinadas, los frenos apenas agarraban de tanto lodo y en ocasiones lo único que nos detenía era el suelo. Durante el recorrido cruzamos numerosos ríos y arroyos, a veces a fuerza de pedal y a veces, cuando estaba muy hondo, cargando las bicicletas. En las orillas de la vereda, sobre nuestras cabezas, se extendían gigantescas ceibas cubiertas de rojas bromelias, plantas epífitas que crecen en lo alto de los árboles buscando la luz solar. Las principales especies de árboles de esta región son el madroño, el encino, el pino y el roble, en las regiones más altas, y el cuil, el cuilmachete, el chalú aguacatillo, el macahuite, el palo de rosa, el guarumbo y el grado, (cuya savia es utilizada por los lugareños para fortalecer la dentadura), en las zonas más cercanas a la costa.
Este maravilloso hábitat es ocupado por un sinfín de especies animales como víboras, iguanas (platillo exquisito en la región, ya sea en caldo o en mole), venados, ocelotes y otras clases de felinos (muy atacados por sus pieles), jabalíes, cacomixtles, mapaches y en algunos ríos, muy adentro de la selva, con suerte se pueden ver todavía perros de agua, mejor conocidos como nutrias y también muy cazados por su tersa piel.
Étnicamente, la población de esta zona pertenece a los grupos chatino y zapoteco. Algunas mujeres, principalmente de Santa María Huatulco, aún conservan sus trajes tradicionales y todavía celebran algunos ritos alrededor de la agricultura como la bendición de la milpa y las fiestas patronales. La población se ayuda mucho entre sí, los jóvenes tienen que ayudar a la comunidad y dan un servicio social obligatorio durante un año que se conoce como “tequio”.
Finalmente, después de un largo y fuerte día de pedaleo alcanzamos en el atardecer el bello pueblo de Santa María Huatulco. A lo lejos se veía el místico cerro Huatulco cubierto todavía por la selva y coronado en lo alto por una masa de nubes.
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