Biyé, el simbolismo de la ofrenda en Juchitán
El 'Biyé' es el altar que recrea la ritualidad de los juchitecos o 'Binnizá' de la región en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca
Así se vive la profunda devoción con la que honran a los fieles difuntos en el Istmo de Tehuantepec
Conoce los elementos del Biyé, la ofrenda de varios niveles que se acostumbra en Juchitán, Oaxaca, los dos primeros años después de que el alma del difunto partió. Aquí el cimiento ancestral de veneración a los muertos y dioses mesoamericanos se conjugan con el catolicismo, para establecer puentes entre muertos y vivos donde también interceden ante los señores del inframundo, de quienes dependen el agua, la fertilidad de la tierra y la regeneración de la vida.
Los binnizá
Los zapotecos del Istmo se autodenominan binnizá (binni: gente; zá: nube: gente que proviene de las nubes). Para los mexicas, los zapotecos eran los zapotecatl, «gente que proviene de la región de Teozapotlán», o «lugar de los dioses». Los españoles les llamaron sencillamente zapotecos, como se les conoce en la actualidad. La lengua que hablan, la denominan diidxazá: ‘palabra nube’, una lengua viva con la cual siguen nombrando la cotidianidad y sus costumbres.
Tradición oral
Sus tradiciones se transmitieron desde distintas perspectivas, históricas de vivencias, tradición oral y memoria colectiva, lo cual reflejan perfectamente en un dicho muy arraigado, donde se destacan que su cultura “no morirá mientras exista el sol y el último zapoteco”.
Para la festividad de Todos Santos, su creencia está enfocada en el intercambio, donde tienen como experiencia mística orar para hacer pedimentos. Un dato interesante para esas fechas, es que los juchitecos no asisten al cementerio (yooba) en los días de octubre y noviembre, como hacen en otras regiones y culturas durante la misma festividad. Además, realizan el nabaana, una costumbre donde se visita el panteón e igualmente se lleva comida, bebida, flores y música, en Semana Santa. Regularmente el Domingo Santo y es un momento de festejo y alegría, porque se acompañan nuevamente.
¿Cuándo se celebra Todos Santos?
La tradición para esta festividad comienza semanas antes del Día de Todos Santos, mejor conocido como Xandú, que ubica cuando las familias preparan los altares para recibir la visita de los fallecidos el 30 y 31 de octubre y 1 de noviembre porque al tercer día, el 2 de noviembre se retira el altar bajo la creencia de que es la fecha cuando las almas regresan al lugar que podría nombrarse como ‘paraíso’ u ‘otro lado’.
La ofrenda Biyé o Biguié
Se organiza durante los dos primeros años después de que el alma del difunto partió. Posteriormente, se hace un altar más modesto, sin todo el armado de cruces y escalinatas, las cuales se conocen como Xandú primé’ y Xandú guiropa (los dos primeros años), siendo ésta la razón por la que las ofrendas no son iguales siempre.
Para reconocer que en alguna casa se esté realizando un Xandú, en la entrada de una puerta o en las ventanas de la casa, se coloca un arco sencillo para indicar que ahí se efectuará. De esta manera, familiares y allegados se visitan mutuamente e intercambian entre sí alimentos, bebidas y otros dones, como dinero, huevo, gallinas y maíz.
Como parte del ceremonial, se realizan rezos en los días previos. El novenario está a cargo de las mujeres y comienza por el día 22 o 23 de octubre y el mismo día que concluye, desde muy temprano, se comienza a armar el altar y a cocinar. Durante los días de rosario, la anfitriona del Xandú reparte productos como chocolate, pan, atole, licores o cigarros a los invitados al rezo. Según la creencia local, cuando sopla el frío biiyoxho (viento viejo) es la señal de que las ánimas han comenzado a volver desde “el otro lugar”.
De acuerdo con la tradición, el viaje hasta el más allá toma tres meses, por lo que solo regresarán las almas de quienes hayan fallecido antes de agosto; quienes fallecen después, deberán aguardar a ser recibidos en aquella región y emprender el viaje de retorno en compañía de todas las ánimas hasta el año siguiente.
Simbolismo del Biyé
El Biyé o la pirámide escalonada es un enorme marco con hojas de plátano, flores, fruta y algunos alimentos, debajo del cual se deposita el resto de la ofrenda junto con las imágenes religiosas y los retratos de los muertos, quedan enmarcados en un arco hecho con la misma palma bananera.
El Biyé representa la cosmovisión de los antiguos zapotecas que creían que el cosmos estaba sostenido por 4 árboles sagrados, donde se construye una escalera de siete niveles, que se cubre con manteles y papel picado; en los sucesivos pisos se colocan flores, veladoras, incienso, tlayudas, mezcal, fruta, pan “rosquilla” o “marquesote” (pan con huevo que tiene escrito el nombre del difunto), así como los alimentos preferidos, imágenes religiosas en la cima y un extenso camino formado con guié’ biguá’ (flor amarilla), guié’ xiñia (flor roja), cacaloxóchitl (flor de mayo), guié’ yaana (flor de elote), Guié’ chahi (flor blanca), esta última destaca porque es con la que se arman cadenas o collares.
Sabías que…
Se coloca agua en el altar para mitigar la sed de los muertos, por el largo camino que tienen que recorrer y la sal sirve para purificar en entorno y alejar a los malos espíritus.
La característica de los altares en Juchitán es que debe ser frondosos, verdes y abundantes. Después de los rezos los hombres son los que se dedican a construir el Biyé; van al río y recogen sauces para la construcción y forraje. Mientras eso sucede, las mujeres se dedican a cocinar aquello que ofrecerán a sus invitados vivos y difuntos.
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