El asombroso bosque de Kelp
Buceando bajo las aguas del Pacífico mexicano, cerca de las Islas San Benito, en Baja California, descubrimos este bosque de kelp formado por cientos de algas de hasta 30 metros. ¡Conócelo!
Crecen como medio metro al día. Para mantenerse erectas en la columna de agua, estos kelps han desarrollado unas pequeñas estructuras que están rellenas de aire (aerocistos) que hacen flotar todo su alargado “tallo”. Estos bosques crean el hábitat para una gran variedad de especies. Por su relativo aislamiento y por la protección que ha recibido, el bosque de kelp de las islas San Benito(extremo sureño de la “corriente de California”, en el Pacífico mexicano) es uno de los mejores conservados en todo el planeta.
Para explorar este bosque, descubrir las especies que lo habitan y ver con nuestros propios ojos los hermosos paisajes submarinos que se forman por debajo de su frondas, volamos hasta La Paz, Baja California Sur y manejamos 850 kilómetros hasta Bahía Tortugas, un pequeño y pintoresco pueblo de cerca de dos mil habitantes, íntimamente relacionado con actividades marítimas, ya que es la única localidad que ofrece servicios de avituallamiento de barcos entre San Diego y Cabo San Lucas. Ahí abordamos el Sandman, un pequeño yate para ocho pasajeros.
Islas San Benito
Están a aproximadamente 75 km al oeste de la Península de Baja California. Son un archipiélago de tres pequeñas ínsulas de poca altitud que en su conjunto tienen un área de 4 km cuadrados. Hay muy poca vegetación, algunos matorrales y una que otra cactácea. El barco ancló y nos dirigimos con el grupo de pescadores encargados de las islas, quienes las resguardan para que no haya una sobrexplotación de recursos. Nos recomendaron varios sitios para bucear, nos contaron algunas de sus experiencias y nos dieron un paseo por la isla central, que durante mayo tiene una de las mayores concentraciones de gaviota ploma (Larus heermanni) anidando.
Bucear en las Islas San Benito impresiona desde que uno salta del barco. El agua fría del Pacífico impone, pero rápidamente se olvida cuando se abre los ojos, el agua es de color turquesa, con una visibilidad de más de 30 metros, y al ver el amarillo del bosque de kelp, uno voltea hacia la profundidad y no se ve dónde terminan las frondas de estas grandes algas y hacia enfrente, no permiten ver que oculta el bosque. De repente, un pequeño lobo marino apareció de entre las frondas; nuestro corazón brincó por el susto, pero luego nos percatarnos que sólo quería jugar.
Al descender a 20 metros de profundidad, los colores comenzaron a incrementarse; los rojos de otras algas y los verdes de pastos marinos que crecen en la base de los kelp, nos daban la sensación de estar dentro de una obra de un gran pintor. Los peces añaden tonalidades a este bello lienzo.
Los rojos y naranjas de los garibaldi (nombrados en honor del general italiano Giuseppe Garibaldi, cuyo ejército revolucionario fueron los “camisas rojas”); los negros y blancos de los peces vieja (de la familia Labridae), el rosa de abanicos de mar y el púrpura de algas coralinas terminan de retocar la obra de arte. Debajo de las rocas que sostienen las grandes “raíces” de los kelp, en las grietas de las paredes y entre las mismas algas hay otras formas de vida que complementan la biodiversidad del bosque. Langostas que forman enormes grupos y que mueven sus antenas sin cesar, se esconden en las sombras de estas oquedades.
Abulones, lapas y cangrejos son otros de los invertebrados que pueden encontrarse con facilidad. Con tantas formas de vida para observar, el tiempo de las inmersiones se pasa volando.
Perfecta salud
Ahí, en la profundidad, uno se puede dar cuenta de la buena salud que tiene este bosque sumergido. En muchas partes del mundo se han sobreexplotado muchas de las especies que mantienen el balance de todo el ecosistema. Los grandes peces, como meros y cabrillas, pueden verse nadando entre las frondas. Éstos, incluyendo los vieja, se encargan de controlar las poblaciones que pueden llegar a formar grandes plagas, como los erizos, que a su vez, pueden llegar a devastar todo el bosque si sus poblaciones crecen descontroladamente, ya que son herbívoros que comen grandes cantidades de algas diariamente. En otras partes del planeta, los bosques de kelp han desaparecido por estos efectos ocasionados por la pesca sin control, dejando grandes pérdidas económicas y convirtiendo estos espectaculares bosques en paisajes desolados, donde lo único que queda son rocas completamente desnudas cubiertas por bacterias y sedimentos.
Aventuras en el bosque ocre
Después de diez días y más de 25 inmersiones, nuestra expedición fue todo un éxito. La última no pudo haber sido mejor, desde la profundidad miré hacia la superficie y vi a pequeños lobos marinos jugueteando. Los largos kelps se erguían hacia arriba y delimitaban perfectamente su “campo de juegos”. Por otro lado, oculta entre las frondas, una foca me observaba detenidamente. Traté de acercarme lo más posible a ella, pero comenzó a nadar hacia la superficie moviendo su regordete cuerpo con sus pequeñas aletas traseras. Entonces volví a concentrarme en mi buceo; pensé que no la volvería a ver. Unos minutos más tarde, ahí estaba, dándome vueltas, queriendo hacer contacto. Durante 40 minutos estuve buceando con ella. Se escondía entre las frondas de los kelp como si quisiera jugar a las escondidillas. Su color gris con manchas cafés y negras se distinguían perfectamente entre el amarillo ocre. Nunca olvidaré la foto que tomé, cuando de una densa vegetación se asomaron dos grandes ojos y unos largos bigotes, mostrándome lo bien adaptadas que están estas especies a vivir en el maravilloso bosque sumergido.
Acerca del autor
Es fotógrafo asociado a la Liga Internacional de Fotógrafos para la Conservación (www.ilcp.com) e investigador del Instituto de Oceanografía Scripps. Junto con otros fotógrafos, coordina la iniciativa “Mares Mexicanos”, que busca comunicar la importancia de tener ecosistemas marinos saludables en México.
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