Boxeadores de madera, un juguete popular que nació en Guanajuato
Este juguete, originario de Guanajuato, hizo felices a chicos y grandes. ¿Tuviste los tuyos?
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México tiene en su haber incontables artefactos hechos por artesanos y artesanas. Desde utensilios de cocina, hasta muebles. Muchos de estos se volvieron parte indispensable de la vida cotidiana. Entre ellos estaban los juguetes, los cuales dieron horas de felicidad a los más chicos del hogar. Uno de los más populares y que hoy son piezas de colección, son los boxeadores de madera.
Los boxeadores de madera, su origen guanajuatense
El origen del juguete tradicional de los boxeadores de madera lo podemos ubicar en el estado de Guanajuato. Si bien no se tiene una fecha exacta de su creación, es probable que haya tenido lugar alrededor de finales del siglo XIX o la primera mitad del siglo XX, precisamente cuando este deporte empezó a popularizarse ampliamente por todo el país.
Gracias a que Guanajuato goza de diversas ciudades dedicadas a actividades artesanales, no sorprende pues que en dicho territorio de la República Mexicana haya surgido la elaboración de este bello objeto. Los juguetes de madera se elaboran en distintas regiones del estado. Destacan sobre todo Santa Cruz de Juventino Rosas y Silao.
Hay que recordar los juguetes tradicionales son también objetos populares, es decir, surgen y se extienden sobre todo en sectores amplios de la sociedad. No son propios ni exclusivos de un país o de una cultura específica, sino que comparten a pesar de las diferencias el fin de estimular el desarrollo de los infantes. Y es que en los juguetes tradicionales guanajuatenses, son evidentes las influencias de diferentes lugares del mundo, sobre todo de Europa, las cuales se imbricaron con elementos locales, en concreto las de las comunidades indígenas. El material, su practicidad y colorido nos demuestran la riqueza cultural que poseen, así como el ingenio con el cual se podía construir uno.
Los boxeadores de madera como recreación lúdica
El boxeo se volvió un deporte nacional en México el siglo pasado. Gracias a que dicha actividad ha brindado la oportunidad de tener movilidad social, y por ende, una mejor calidad de vida, muchos y muchas lo practican. Y no solo eso, particularmente nuestro país ha tenido grandes exponentes, como Raúl «El Ratón» Macías, Rubén «El Púas» Olivares, Julio César Chávez o Mariana «La Barbie» Juárez.
No debe sorprendernos entonces que se elaborara en tierras guanajuatenses un juguete de madera que emulara un combate de box. La finalidad esencial del juguete es instrumentar un juego, una diversión. Para las infancias, el vínculo entre estos elementos es la posibilidad de abrir su imaginación a través de la manipulación de objetos, colores y formas. En los desafíos que se desarrollaban al compartir un duelo amistoso con los pequeños boxeadores de madera, los niños vivían la fantasía de poder vivir historias épicas de forma colectiva, con sus amistades y familiares.
¿Cómo funciona este juguete?
Los boxeadores de madera constan de dos muñequitos planos de este material, los cuales representan con colores brillantes y una sencilla silueta, a un par de luchadores de box. Sus brazos cuelgan a través de hilos. Están en una superficie horizontal también de madera, que simula un ring. En él, una pieza une a los boxeadores y los mueve.
Funcionan con un sencillo mecanismo ubicado bajo el pequeño ring. Al moverse un diminuta palanca al centro del cuadrilátero bidimensional, ésta jala hacia el centro las figuritas de los pugilistas. Sus brazos se mueven por la inercia, y pareciera que están combatiendo.
Algunas variantes introducen un par de palancas en cada uno de los extremos de la plataforma, para que dos niños puedan usarlo. Esto muestra la influencia de juguetes similares, pero provenientes de Estados Unidos.
Si bien los boxeadores de madera ya no son juguetes muy solicitados por los pequeños, si continúan bastante presentes como un objeto clásico de la cultura popular mexicana. Ya sea como ornamento o como recuerdo de la infancia, su presencia sigue siendo constante en nuestras vidas.
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