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La familia Bromeliacea comprende cerca de 1,000 especies en México y América tropical. Un experto te dice cómo reconocerlas en la región de Los Tuxtlas.

La familia Bromeliacea comprende cerca de 1,000 especies en México y América tropical, las cuales utilizan a otras sólo como plataforma para obtener luz y crecer en ambientes dominados por grandes árboles. ¿Dónde están, cómo encontrarlas? Aquí acompañamos al viajero por Los Tuxtlas para hallar las más hermosas…

Su rojo intenso atrajo mi atención, toqué los bordes espinosos de sus hojas, y entonces una enorme hormiga gris me inyectó un veneno tan fuerte, que olvidé mi atracción por la bella planta. Poco después, pude averiguar que las bromelias son epífitas comunes en nuestras selvas y bosques, donde viven agresivas hormigas caguasca y cuapoyol, ranas verdes y cafés, y decenas de especies más. Ahí surgió mi interés por saber de la familia Bromeliacea, que en México y América tropical reúne cerca de mil especies, las cuales utilizan a otras como base para obtener luz y crecer en ambientes dominados por grandes árboles, que sólo aprovechan como sustrato para desarrollar su ciclo vital: germinan, crecen, se reproducen y mueren.

En las selvas altas de México se puede ver que, para alcanzar la luz, estas plantas tuvieron que adaptarse y evolucionar. Ahí cada especie ha creado su propio hábitat con el mínimo suelo, similar a la tierra en sus procesos microbiológicos, ahí retienen los nutrientes que aporta la lluvia cuando escurre de las ramas superiores. Resulta impactante admirar como variadas epífitas ocupan un sólo árbol, ya sea en los bosques de coníferas, mesófilos de montaña o en las selvas. Entre estos habitantes de las alturas vemos orquídeas, musgos, cactus, lianas, helechos y bromelias, estas últimas suelen ser las de mayor tamaño y cada planta puede pesar varios kilos, sus tallos y raíces rodean los troncos, emplean ganchos, zarcillos o ventosas para fijarse firmemente. Viven sobre todo tipo de troncos y ramas de árboles, principalmente muertos.

Vidas extrañas, especies comunes
La caminata empezó en la selva de Los Tuxtlas, donde vimos ramas de ceibas, cedros rojos y orejones, como el hábitat perfecto para las bromelias, que ocupan sitios donde se acumula materia en descomposición, esto les permite crecer sobre la superficie y hendiduras del tallo y las ramas. Al admirarlas en lo alto, advertimos que semejan extrañas prolongaciones globosas, como la especie Cuatoro, que abunda en las planicies costeras del Golfo de México; esta almacena agua entre sus brácteas (órgano foliáceo en la proximidad de las flores) para sobrevivir durante la sequía. Es notorio que el perder contacto con el suelo, resulta un problema porque dependen totalmente de los árboles, y cada día la deforestación con fines agrícolas o ganaderos afecta más a todas estas especies aéreas.

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En gran parte del centro y sur del país, en las cercas encontramos sobre el árbol de la chaca (bursera) a la Aechmea bracteata, una epífita solitaria que mide hasta 2 metros de altura, tallos reducidos, hojas suculentas, angostas y grandes, ubicadas en roseta de casi 1.30 metros de largo; su floración puede admirarse todo el año y sus largas brácteas foliares de color rojo intenso destacan entre el verde infinito. Una especie parecida y de uso comercial, es la Aechmea fasciata, originaria del sur de México, es utilizada con frecuencia para ornato por sus hojas dispuestas en forma de copa, de donde surgen diminutas flores azules, provista de grandes brácteas rosadas, mucho más llamativas que las flores.

¿Dónde verlas?
No es necesario recorrer selvas lejanas para ver bromelias. Una de las más conocidas y de uso frecuente en los “Nacimientos de Niño Dios” de todo México es el heno tillandsia usneoides, un gigante vegetal de tallos colgantes que se ramifican y miden varios metros de largo, de color grisáceo. Este género cuenta con más de 200 especies, en general xerófitas que resisten bien la sequía, con adaptaciones que evitan la transpiración excesiva y retienen el agua. Cuando llueve, el agua escurre con minerales del árbol, y sus tallos y hojas recubiertos de pelos en forma de escudo apretados captan la humedad. Sabemos que el heno no daña al árbol, coloniza ramas muertas o troncos viejos, y sólo prolifera cuando existe materia en descomposición.

En cada lugar del trópico encontramos que la intensa insolación produce gran evaporación de los ríos y el mar que carga de humedad al aire, y eso torna prolíficas a las bromelias, así admiramos la decoración exquisita de todos los niveles de la vegetación, donde crean ecosistemas únicos y abundan variadas especies. Hay excepciones, pues en las selvas del noreste del país, habita la piñuela bromelia pinguin, de hasta un metro de altura, con hojas duras verdes y rojizas, alargadas y espinosas que es empleada en setos vivos y sus frutos se usan para elaborar bebidas refrescantes desde tiempos prehispánicos por culturas como la Huasteca. No obstante, la especie mejor conocida por todos y que crece en el suelo, es la piña, una exquisitez domesticada.

Como invitación para admirar el mayor número de especies, el lugar idóneo es el dosel de las selvas tropicales, donde la vida adopta formas desconocidas a las de otros ambientes, aquí, la vegetación siempre verde, con suelo y luz muy pobres, sustenta la vida más exuberante del planeta, y en su cima cobija epífitas adaptadas a condiciones extremas.

Retos en el aire
Son especies no aptas para crecer abajo, en el suelo, de modo que empiezan sobre otras plantas. Parece sencillo para una planta dejar el piso o las sombras selváticas y crecer sobre la corteza de otro árbol, pero entre sus retos está el que muy pocas desarrollan raíces hasta el suelo, deben sobrevivir del agua y productos nutritivos que encuentran en este sustrato aéreo. Los botánicos las denominan epífitas, porque viven sobre otras plantas (pero no son parásitas como falsamente se cree); en su mayoría, presentan el tallo en roseta, con hojas angostas o anchas, cortas o alargadas, a veces cubiertas de espinas en sus bordes. La mayoría produce miles de semillas ligeras que dispersa el viento, y sólo unas pocas logran germinar sobre algún árbol.

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