Byron Gálvez, «el talento se alimenta de técnica y trabajo»
Byron Gálvez construyó su casa de Mixquihuala al filo de una barranca.
Su estudio tiene paredes de vidrio y la orientación precisa que le da una iluminación natural plena. Es el sitio apropiado para el trabajo de un artista plástico. Sin embargo, uno de los motivos principales que lo llevaron a construir esta casa en su pueblo natal del estado de Hidalgo –quizá antes que contar con un estudio ideal– fue la angustia que sintió cuando se dio cuenta de que sus hijas transportaban en sus loncheras tierra del patio de la escuela para jugar con lodo en su departamento de la colonia Condesa del Distrito Federal.
“Sentí la obligación de compartir con ellas una niñez colmada de felicidad, como la que yo disfruté en Mixquihuala. Sin ninguna duda, los primeros años de vida le dan esencia al ser humano, que después se manifiesta –en mi caso– a través del arte. Es muy posible que de mi pueblo haya acumulado en el subconsciente el color, la forma o la textura que expreso en mi trabajo. Pero lo que hace trascender al artista es el dominio y perfeccionamiento de las técnicas, y principalmente su evolución. Es ahí donde se abre la brecha entre los cientos de pintores de cuadros y los maestros que conocen las estrictas reglas universales de la composición, que se aplican tanto en la música como en la poesía o en las artes plásticas. Después viene la persistente preocupación por conquistar un lenguaje universal y la lucha por no caer en lo obvio”.
Sobre Byron Gálvez, el maestro Gerardo Estrada, que fuera director del Instituto Nacional de Bellas Artes, ha dicho que su madurez le permite profundizar en los rincones del espíritu y que ha conquistado la libertad de explorar los diversos terrenos de la plástica sin instalarse definitivamente en ninguno de ellos. Así también, que en las obras de Gálvez se encuentra una deslumbrante policromía, tan intensa y variada como la tierra mexicana, que estalla ante los ojos de los espectadores en todos los rincones del mundo donde se han expuesto.
El pintor y escultor hidalguense dice que tiene dos motivos para visitar los grandes museos universales: disfrutar plenamente del arte que ahí se exhibe y actualizarse en cuanto a las tendencias, técnicas y novedades que enriquezcan su propio acervo. “El talento –como el carisma– se alimenta con técnica y mucho trabajo. Aceptemos que algunas personas nacen con ello, pero es necesario estudiar, crecer, construir en el aire, gestar un concepto”.
Byron Gálvez también dice que todas las expresiones artísticas tienen su propio espacio para lucir y manifestarse con acierto. “Nadie puede vivir tranquilo con un Orozco en la sala de su casa, es una obra muy fuerte, con un contenido social intenso y de denuncia que encuentra su sitio adecuado en los murales de edificios públicos. La obra se complementa además con la sensibilidad del espectador. La obra maestra es quizá la que hace vibrar hasta al espectador más insensible”.
La barranca del río Moctezuma que rodea por el norte a Mixquihuala es inmensa; el jardín de Byron Gálvez termina en una panorámica donde los ojos nunca encontrarán un solo detalle ajeno a la obra de la naturaleza.
Fuente: Tips de Aeroméxico No. 22 Hidalgo / invierno 2001