Descubre el Cerro de la Tonantzin, también conocido como la Esfinge Mexicana
En Tlayacapan se encuentra el Cerro de Tonantzin, al cual, desde la época prehispánica, la gente le lleva ofrendas a la madre de Quetzalcóatl.
Además de ser uno de los Pueblos Mágicos de Morelos, Tlayacapan resguarda numerosos atractivos naturales. Uno de ellos es el Cerro de Tonantzin. Se trata de un sitio que no goza de tanta fama a pesar de tener fácil acceso y una gran importancia para las culturas de la región.
Este cerro también es conocido como la Esfinge Mexicana -por su forma- o como el cerro de Nuestra Madre -como referencia a la Virgen de Guadalupe-. Se ubica sobre la Avenida Oaxtepec, en las estribaciones del Corredor Biológico Chichinautzin, en Tlayacapan, Morelos.
Para llegar a él basta con tomar la Avenida Oaxtepec con dirección a Tlayacapan. Eso sí, deberás estar atento en el camino para no confundirte, pues hay muchos cerros por la zona. También el paisaje vale mucho la pena. Sobre todo porque se encuentra entre sembradíos de diferentes plantas. Entre ellas encontrarás sembradíos de nopales, los cuales son bastante fotogénicos.
Otro aspecto que debes tomar en cuenta es que no hay estacionamiento cercano, por lo que algunos automovilistas optan por estacionarse a la orilla de la Avenida. Sin embargo, considera que puede ser peligroso y que no podrás permanecer demasiado tiempo.
Este cerro tiene una fuerte relación con la diosa Cihuacóatl, madre de Quetzalcóatl y de los mexicas en general. Y es que, desde la época prehispánica hasta el momento, los pobladores le han llevado tributos y ofrendas en diferentes épocas del año.
Cabe mencionar que, después de La Conquista y debido al sincretismo cultural, Cihuacóatl fue sustituida por la Virgen de Guadalupe. No obstante, aún prevalecen algunas imágenes de aquella deidad prehispánica. Precisamente en la cueva del Cerro de Nuestra Madre encontrarás algunas en un estado bastante bien conservado.
Cuando estés en el cerro, no olvides acercarte con respeto, pues de lo contrario se dice que es posible sentir la ira de los antiguos dioses prehispánicos.