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Arte y Artesanías

La charrería, el nuevo patrimonio Inmaterial de la Humanidad

El arte ecuestre mexicano se suma a la lista de elementos declarados como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

El arte ecuestre mexicano de la charrería fue declarado este jueves 1 de diciembre como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

El comité intergubernamental del organismo lo decidió así al considerar que esta práctica tradicional es un elemento importante de la identidad y el patrimonio cultural de México.

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Para las comunidades que se dedican a la cría de caballos y al pastoreo del ganado, la charrería es un medio para transmitir valores a las nuevas generaciones, consideró la Unesco.

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Además, la práctica es considerada un deporte nacional, en el que hombres y mujeres ataviados con sombreros y trajes de charros lucen su dominio del caballo.

Archivo

Un charro es un maestro en el manejo del ganado mayor. Las suertes charras o vienen de la doma de caballos o de la captura y el arreo de reses. Y esta es también una historia de cinco siglos.

Vacas y toros llegaron a México con la llegada de los primeros españoles y hallaron en nuestro país condiciones favorables para multiplicarse. Pero como deporte, la charrería tiene una historia de menos de un siglo.

Tras la Revolución Mexicana, los charros convirtieron sus actividades campiranas cotidianas en deporte y fiesta. Jalisco es el escenario principal de este arte; en su vasto territorio se tiene constancia de aproximadamente 130 asociaciones registradas, de las 900 que pertenecen a la Federación Mexicana de Charrería.

¿Sabías que…?

No se sabe con certeza de dónde proviene la palabra «charro» y su derivada «charrería» pero algunos autores señalan que podría venir de Salamanca, España, donde los jinetes que arreaban ganado con pértigas eran conocidos como  charros.

La palabra es antigua. El primero en dejarla registrada en un obra literaria con su acepción actual fue el polígrafo vasco-mexicano Niceto de Zamacois en su novela El jarabe de 1861.

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