El Corchal, donde la selva flota
Uno de nuestros colaboradores, radicado en la Península de Yucatán, nos describe este sorprendente ecosistema alojado a unos cuantos minutos de la localidad de Solferino, al norte de Quintana Roo.
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A pesar de haber vivido en la Península de Yucatán por más de 15 años y haberme deslumbrado todo este tiempo por su riqueza y belleza natural, nunca me imaginé que existiera un ecosistema tan maravilloso y escondido como éste.
Decidí pasar un fin de semana de encuentro con la naturaleza con mi padre y mi hijo de cuatro años. Así fue que llegamos a una pequeña localidad llamada Solferino, al norte de Quintana Roo, buscando quién nos pudiera llevar a este raro ecosistema. Finalmente encontramos a “Pepe Corcho”, uno de los dueños de los terrenos ejidales. Nos pidió que lo esperáramos un par de horas para poder llevarnos, así que tuvimos tiempo de recorrer la localidad y darnos cuenta de por qué lo apodan “El pueblo del árbol milenario”, al encontrar dos árboles de ceiba gigantes en un orquideario. El encargado nos explicó que la edad de estos árboles se estima en 800 años; además, sus ramas están totalmente cubiertas de plantas epifitas, que son las que nos deleitan con orquídeas.
Después de un pequeño recorrido en este santuario de flores, nuestro guía se encontraba listo para llevarnos al Corchal. En el camino nos explicó que es un ecosistema inundado cubierto por árboles de corcho, llamados así debido a que sus raíces son extremadamente livianas, al punto que se utilizaban artesanalmente como flotadores en redes de pesca. Asimismo, las raíces se entrelazan y actúan también como una balsa gigante para toda la selva. Lo que más me impresionó de su relato es que el hecho de que cuando entra algún huracán, la selva completa se mueve de lugar, siempre y cuando haya suficiente agua.
Sigilosos habitantes
Subimos a su camioneta y después de poco menos de una hora por terracería, noté que habían instalado varias cámaras trampa, lo que movió mi curiosidad. Su respuesta me dejó impactado y lleno de esperanza. Al parecer esta zona alberga una de las poblaciones más grandes de jaguar en nuestro país, así que varias ONG han puesto manos a la obra para tratar de determinar el número real de esta población y protegerlo. Afortunadamente el turismo ecológico y las capacitaciones han cambiado la manera de pensar de muchos ejidatarios y en lugar de destruir el hábitat o al jaguar mismo, han optado por conservar la selva e incursionar en el turismo ecológico.
Esta sana población de felinos es un claro indicador de la importancia de este ecosistema inundado, ya que actúa como bebedero y comedero para muchas especies de mamíferos grandes como venados, jabalíes y monos, entre muchos otros. También es un importante sitio de anidación y alimentación de aves y reptiles.
Un jardín de otro mundo
Llegamos al final de la terracería y nos faltaba una hora más de camino a pie. A pocos minutos de comenzar nos cruzamos con una manada de monos araña; después, un grupo de pavos salvajes.
Al final del camino hay un muelle de madera con la selva en el fondo. Ahí estaban unos kayaks esperándonos para dar inicio al viaje sobre el agua. Comenzamos remando sobre un pastizal parcialmente inundado hasta llegar a una entrada que parecía una boca gigante rodeada de juncos y los troncos de corcho semejando los dientes. A medida que nos adentrábamos en el bosque solo quedaban los troncos inundados en su base y la parte superior de la selva nos cubría por completo con ramas repletas de epifitas y orquídeas. ¡El lugar parecía extraído de algún cuento! De pronto un grupo de juncos nos bloqueó el camino y el guía dijo: “Qué lástima que no hay paso, detrás de ese montón de ramas hay un lugar muy especial y hermoso”. No había terminado de decir esto cuando bajé del kayak para abrirnos paso. De pronto nos encontramos en un impresionante jardín de nenúfares, plantas acuáticas con hojas grandes y redondas que flotan en la superficie y en el centro lucen una preciosa flor blanca.
En pocos metros pasamos de un extraño bosque a un jardín de cuento de hadas repleto de flores, aves acuáticas, tortugas de agua dulce y pequeños e inofensivos cocodrilos Morelet, especie común en las selvas de la Península de Yucatán y Belice. Decidí zambullirme para capturar “el otro lado del espejo”.
La próxima… acampamos
Se acabó el día y desafortunadamente no íbamos preparados para pasar la noche ahí, así que Pepe nos sugirió que la próxima vez lleváramos equipo para acampar y montarlo sobre el muelle de madera que está al inicio del recorrido por kayak. Sin duda así lo haremos para ver el amanecer con el vapor emanando del agua y los sonidos de las aves, reptiles y mamíferos que acuden a este hermoso lugar en horas crepusculares para beber y comer.
Contacto
José Quintal
Cel. (998) 165 7105.
[email protected]
(Anticipadamente ya que en Solferino casi no hay señal telefónica).
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