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Este fruto aparece en muchos mercados populares, sin embargo, a veces pasa desapercibido y todavía muchos no han descubierto el exquisito sabor que contiene. Cuajinicuil proviene del náhuatl que quiere decir “pie torcido”, ya que curiosamente la vaina, en uno de sus extremos, presenta una cierta torcedura que asemeja un pie.
El nombre para muchos resulta largo y muchas veces se le llama jinicuil o vaina, haciendo referencia totalmente a la forma del fruto, debido a que es ciertamente una vaina larga que puede llegar a medir 40 centímetros de largo y hasta unos 6 centímetros de ancho. En su interior se albergan unas semillas cubiertas por una pulpa algodonosa muy dulce y de sabor sofisticado altamente apreciada por la gente que conoce el fruto.
Para abrir la vaina color verde de textura leñosa, es necesario torcerla un poco, entonces se abre y se pueden sacar los preciados “algodones”. Estos vienen prendidos a una semilla verde amarga cuando cruda y comestible al cocinarse.
La parte blanca que se considera la más preciada se puede desprender con los dedos y mejor aún, con el juego de la lengua y los dientes.
Se requiere de cierta habilidad para no alcanzar a morder la parte verde. Es una de esas tantas delicias que siempre ha estado ahí, que solo los locales conocen.
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