‘Dar atole con el dedo’, el origen de un dicho popular
Porque todos hemos escuchado la colorida frase de dar atole con el dedo en nuestras charlas cotidianas, te contamos su antiquísimo origen y significado
La riqueza de nuestro folclor no solo se refleja en tradiciones y artesanías, también en la forma como nos comunicamos con los demás y en los refranes populares que usamos para enfatizar nuestras opiniones, como el famoso dicho de dar atole con el dedo.
Es interesante reflexionar que estas frases de origen popular se transmiten de una generación a otra, de forma casual, e incluso muchas de ellas sobreviven el paso del tiempo, hasta por siglos y siglos.
Además su significado literal nada tiene que ver con lo que realmente se quiere comunicar -un extranjero que hable español no lo entendería-, y por último, transmiten la llamada sabiduría popular, esa enseñanza que nace de la experiencia de las personas y forma parte de la memoria de los pueblos.
Origen de la frase dar atole con el dedo
Parece que este dicho popular se remonta a la época prehispánica; en el Imperio Azteca era común la preparación colectiva de tamales y atole para eventos sociales, ofrendas para los muertos y como agradecimiento a los dioses por la fertilidad de la tierra.
Sin embargo, cuando las sequías azotaban a la población, se repartían tamales con atole para tratar de aliviar la preocupación por la falta de lluvias. Es lo que ahora conocemos como un paliativo; estos alimentos provocaban cierta calma en las personas, aunque la sequía no cediera.
Significado de este dicho popular
Ahora, el dar esta bebida con el dedo, denota que se convida en pequeñas probaditas para mantener distraída a la persona, el mayor tiempo posible, del verdadero problema.
Como la mayoría sabemos, el dar atole con el dedo indica el engañar a alguien, haciéndole creer una cosa o prometiendo otra que no será cumplida. Básicamente se refiere a quienes buscan o intentan aprovecharse de los demás, poco a poco, lentamente.
Por último, vale la pena mencionar que esta expresión tan vigente en nuestros días, aparece en las páginas de la primera novela hispanoamericana, El Periquillo Sarniento, escrita por José Joaquín Fernández en el lejano 1816 y dice así:
Bonito yo para que me den atole con el dedo”.