De la muerte a la artesanía (Guerrero) - México Desconocido
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Arte y Artesanías

De la muerte a la artesanía (Guerrero)

Guerrero
De la muerte a la artesanía (Guerrero) fifu

Sabiendo utilizar y sacandoprovecho “hasta los huesos”, don Patricio Ocampo Giles convierte, de los cráneos de los animales muertos, singulares artesanías que dejarán asombrado a cualquiera.

Don Patricio Ocampo Giles, originario de San Martín Pachivia, en el estado de Guerrero, está casado y tiene ocho hijos, cuatro hombres y cuatro mujeres, de los cuales sólo Biliufo y Leandro se dedican también a la artesanía, aunque trabajando la máscara de coco y la madera.  Ocampo Gilers se ha consagrado durante 30 años a este oficio, de los cuales lleva más de dos décadas trabajando este tipo de artesanía, bastante original y auténtica, única en todo el territorio mexicano. Sus herramientas son de uso común: martillos, serruchos y sierras, pinzas, cuchillos, y las más importantes, sus manos y su cabeza. Los materiales que utiliza son lodo de la región, pelo de cola de caballo o de crin, resistol, ácido, alambre, así como lo que convierte su trabajo en algo tan singular: cráneos de animales.  Son rostros humanos, caras con apariencia de viejitos, brujos, anuales o chamanes, que provocan una sensación de miedo por ser tan misteriosos y lúgubres; hechos de barro, tienen de base el cráneo de un animal, y en algunos casos costillas, vértebras y quijadas, entro otros huesos. Don Patricio dice: -Son hueso, calaveritas de animalitos del campo: reses, caballos, puercos, burros, coyotes, perritos, gatos, chivos. Al preguntarle de dónde se le ocurrió la idea, contesta sonriendo: -No más de la imaginación; me la fui ideando.    

Y cuenta: -nuestros antepasados tenían a sus guerreros, que usaban máscaras para que en apariencia fueran más agresivos, intimidaran a sus enemigos y entraran en un juego psicológico para así ganar la batalla; las máscaras eran feas, muy feas, y entre más mejor.  Es por eso que se le ocurrió hacerlas lo mas tétricas posible, con rostros deformes, narices prominentes, ojos fuera de lugar, con bigotes y barbas retorcidos, aunque es una idea un poco aterradora y escalofriante utilizar el cráneo de animales. Es así como él recuerda esa costumbre militar de nuestros antepasados de utilizar máscaras para amedrentar a sus enemigos, fabricándolas de manera espeluznante, y aunque en realidad no se pueden usar como máscaras debido a que el cráneo esta casi completo y resulta complicado que nuestra cara embone dentro del mismo, llegan a cumplir su propósito de atemorizar a las personas.  Se ha encontrado gente que le pregunta si tienen algo que ver con vudú u otra hechicería o brujería, pero don Patricio contesta: -No, yo no creo en esas cosas, sólo son calaveritas de animalitos.

Ni él ni su familia tienen ese tipo de creencia y no piensan que se les pueda dar ese uso; por su parte, ellos son muy apegados a su religión, la católica.  Los hijos le ayudan a conseguir los cráneos, algunos, la mayoría, provienen de animales muertos hallados en el campo, o de puercos y reses, y a veces los compran a los carniceros en el mercado.  El primer paso es limpiar los huesos, los cráneos provenientes del campo por lo genera1 están llenos de tierra y es preciso romperlos por detrás, donde se encuentra el cerebro, para sacarle toda la tierra, lavar- los y lijarlos -realmente, los encuentran bastante limpios, ya que los insectos se comen todo- hasta dejar el hueso limpio y totalmente desinfectado. Después, se hace la unión del cráneo con algún otro hueso, como la costilla de caballo, que se utiliza como cuernos, o el espinazo y la mandíbula, que también son una especie de cuerno que sale por encima de la cabeza. Algunas veces don Patricio emplea solamente el cráneo. Como el de chivo o el de res que obviamente ya cuenta con cuernos.    

Una vez que tiene la pieza armada, se le forma la cara, ojos, nariz, boca y barbilla con una mezcla de lodo – tierra de la región muy fácil de manejar- y de resistol, que don Patricio va formando poco a poco con sus viejas pero aún hábiles, manos. Para terminar, le pone pelo a las figuras, que como ya dijimos son de la cola o de crin de caballo: bigotes, barba y cabeza. Mezcla ácido con agua y le da un baño a todo el hueso para oscurecerlo de color, además de que sirve también como pegamento para endurecer el hueso, como barniz y para terminar de desinfectarlo.

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Se pone a secar al sol un par de horas y seco el ácido está terminada la obra.  Don Patricío no sólo trabaja mascaras; a lo largo de los años ha ido evolucionando su trabajo y ha forja- do otro tipo de figuras que con otros huesos ha inventado, como muñecas, aunque lo que llama la atención de la gente son los rostros de las máscaras. En cada pieza se tarda de 40 minutos a una hora y media, sin contar el tiempo de secado tanto del barro con resistol, ni lo que se tarda en secar el ácido en dependencia del tamaño y la figura, si ésta va a estar armada con muchos huesos, lo cual la hace más valiosa por el tiempo que le dedica, que aunque no parece mucho, a su edad y con las dolencias que su cuerpo le carga, es lo suficiente para entregarle a cada una su talento y su cariño. No obstante la autenticidad de los personajes -figuras únicas porque a cada una la trabaja en forma individual y no se repiten las formas-, no les ha elevado el precio y las vende realmente baratas.  Don Patricio actualmente reside en Iguala, Guerrero; sus máscaras las llegan a comprar y se las encargan de varios estados de la república. No ha bautizado con ningún nombre su trabajo, pero no le importa, porque cada persona que lo conoce termina llevándose una de las piezas y no le interesa que le llamen como le llamen. 

Fuente:  México desconocido No. 321

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