De lo que sería la capital de la Colonia

Durante mucho tiempo la pintura y la cartografía mantuvieron una estrecha relación, puesto que en los talleres los pintores trabajaban tanto en mapas como en dibujos. Los grandes artistas del Renacimiento también se ocuparon de elaborar cartas cartográficas, entre ellos Durero y Da Vinci. El descubrimiento de la proyección geométrica en perspectiva desarrollada entonces en el arte se aplicó muy pronto a la representación de las ciudades para simular el volumen y grado de alejamiento del espectador con vista a alcanzar un efecto naturalista.

En cuanto a México, durante la Conquista e inicios de la Colonia tuvo lugar en la cartografía de la ciudad un sincretismo entre las formas prehispánicas y españolas. No obstante, se mantienen muchas dudas respecto de si se hizo un plano con el diseño de la que sería la nueva ciudad tras la destrucción de México Tenochtitlán, pues nadie lo menciona ni existe rastro de él; de lo que sí hay noticias es de su trazo directo sobre el terreno. Un anónimo interesante es el denominado Das alte México, versión alemana de la ciudad de México-Tenochtitlán, siguiendo el plano de Pierre Bertius, que recuerda las antiguas poblaciones amuralladas europeas de entonces.

También hay noticias de que en 1573 el ayuntamiento ordenó un plano de los ejidos, pero se desconoce si llegó a realizarse, aunque se deduce que debieron hacerse cartas de la ciudad durante la primera etapa colonial y luego no se conservaron. Sus características pueden inferirse de dos planos de la Plaza Mayor, de Francisco Guerrero, que de entonces se conservan, uno de 1562 o 66 y otro de 1596.

Este tipo de planos presenta, en el espacio de cada predio, la fachada principal de las casas abatida hacia atrás y las viviendas alineadas una tras otra formando calles. El resultado es una combinación entre los espacios de las plazas y calles, como si fueran vistos desde arriba mientras las fachadas se proyectan en alzado. Ninguno de ellos produce la apariencia de profundidad a que da lugar la perspectiva vertical.

Fue en el siglo XVII cuando la perspectiva en la cartografía de la capital de la Colonia se introdujo completamente y su prototipo fue el plano Forma y levantado de la ciudad de México, realizado totalmente con una técnica europea por Juan Gómez de Trasmonte en 1628, el cual abarca la ciudad y el lago Texcoco de poniente a oriente; documento que constituye la primera imagen completa de la capital del virreinato. En él se detallan con volumen todas las partes urbanas como calles, plazas, acueductos, acequias y las edificaciones.

Al compararlo con otros, los especialistas le señalan varios errores a las proporciones de ciertas plazas, omisión de algunas manzanas ubicadas al este de La Alameda y otros detalles, aunque indiscutiblemente resulta una magnífica imagen de cómo era la ciudad a principios del siglo XVII y a pesar de todo, dicho plano serviría de modelo para otros futuros. Llama la atención, no obstante, el hermoso grabado en cobre a la acuarela titulado Vue de la Ville du Mexique prise du coté du Lac, publicada por Daumont, que data de 1820, donde se muestra la ciudad con edificios y plazas a la manera europea y con una curiosa interpretación de las chinampas.

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