De monumentos e historia (Zapopan, Jalisco)

Desde lejos, este edificio de estilo neocolonial mexicano, construido con cantera gris, resulta armónico y muy agradable a la vista; data de 1942, cuando operaba como escuela, y fue hasta 1968 cuando se convirtió en sede del Poder municipal.

Con dos plantas, el patio interior está delineado por un tradicional corredor delimitado por arcos de medio punto; hay una fuente de cantera al centro y enseguida una escalera en la que destaca un mural de Guillermo Chávez pintado en 1970 y titulado Las revoluciones del mundo. Frente a este armónico inmueble se halla la Iglesia de San Pedro Apóstol, de estilo neoclásico y original de 1819, cuya entrada está enmarcada por un arco de medio punto, en tanto las imágenes de San Pedro, San Pablo y de la Virgen destacan en su portada.

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Continuando por el Paseo Teopitzintli se llega a la Plaza de las Américas, una extensa explanada con un kiosco de cantera coronado por un águila con las alas extendidas. 16 columnas sostienen la  bóveda, que en su parte superior soporta una réplica a menor escala del mismo kiosco; destacan también en este panorama dos fuentes, cada una con una escultura de bronce que representan a los dioses del maíz.

Para rematar este paisaje de manera espectacular, se levanta imponente la Basílica de la Virgen de Zapopan, santuario que tras diversas etapas de reconstrucción iniciadas desde el siglo XVII, fue bendecido en 1730 por el obispo Nicolás Carlos Gómez. La fachada ostenta un estilo plateresco, y como uno de los centros religiosos más importantes del Occidente y de México, alberga en su interior la venerada imagen de la Virgen de Zapopan, hecha de caña de maíz, y quien ha sido protagonista de importantes acontecimientos que forman la historia del lugar. A esta explanada acuden año tras año, el 12 de octubre, cerca de dos millones de peregrinos procedentes de todo el país y hasta del extranjero, para mantener viva la tradicional romería que se realiza desde 1734.

A un costado de la Basílica, en el lado izquierdo y con una fachada de arquería hacia el atrio, se encuentra el Convento Franciscano, que los religiosos del Convento de Guadalupe Zacatecas fundaron en 1816. Al entrar, en las paredes de los pasillos que conducen al interior se colocó –a manera de una exhibición histórica– una serie de fotografías de los frailes más destacados que habitaron este recinto. Aquí también se guarda un invaluable conjunto de obras artísticas de suma importancia, especialmente pinturas, que datan de los siglos XVIII y XIX, realizadas en Guadalajara y poblaciones aledañas, acervo rescatado de la destrucción que lo amenazó durante los diversos conflictos sociales de esos siglos y se guardó celosamente en el convento. Destacan de esta colección obras de los pintores Francisco de León, Diego de Cuentas y Teódulo Arellano.

En el lado opuesto al convento está el Wixarica Museo del Arte Huichol. Debido a que en 1953 se reanudó la actividad misional que llevaban a cabo los franciscanos entre los huicholes, se inauguró esta exposición en 1963 para generar algunos recursos que ayudaran a mantener la labor. Aquí se puede apreciar la indumentaria tradicional, como camisas, tubarras, morrales bordados con punto de cruz, además de accesorios y artesanías hechos con chaquira.

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Frente a esta muestra huichola se ubica el Museo de la Virgen de Zapopan, un pequeño espacio que exhibe una serie de objetos que honran la imagen, como ofrendas de plata y oro, nichos, elaboradas vestiduras y complementos de su ajuar, así como una serie de objetos de adoración. Aquí también podemos ser testigos de la devoción que se le rinde a la imagen, a partir de una infinidad de pequeñas pinturas con fervorosas leyendas llenas de agradecimientos que los mismos fieles han creado para venerarla.

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