Descenso por el Cañón de Matacanes, en Nuevo León - México Desconocido
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Ecoturismo y aventura

Descenso por el Cañón de Matacanes, en Nuevo León

Nuevo León
Descenso por el Cañón de Matacanes, en Nuevo León fifu

Alfredo Martínez, uno de nuestros expertos colaboradores -fanático de los deportes de aventura-, se lanzó a la exploración y conquista de esta maravilla natural a pocos kilómetros de Monterrey.

Emprendimos la aventura en este formidable cañón situado en la sierra de santiago, que forma parte de la sierra madre oriental en el estado de Nuevo León. El caudaloso torrente de agua se deslizaba bajo nuestros pies, amenazando con arrastrarnos al vacío, mientras colocábamos las cuerdas y comenzábamos a rapelear en la impresionante cascada de Matacanes. Desafiando el vacío descendimos por el gran salto, sintiendo la poderosa fuerza del agua chocar contra nuestro cuerpo. De pronto, 25 m más abajo, nos sumergimos en una refrescante poza donde nadamos hasta alcanzar la otra orilla.

Así fue como iniciamos nuestra gran aventura por el Cañón de Matacanes, practicando un nuevo deporte de aventura conocido como descenso de cañones, barranquismo o canyoning. Este formidable cañón está situado en Sierra de Santiago, que forma parte de la Sierra Madre Oriental, en el estado de Nuevo León.

Antes de emprender la aventura hay que saber un poco más sobre este nuevo deporte. Nació hace apenas diez años en dos países simultáneamente, en Francia –en los valles alpinos y parques naturales de Aviñón–, y en España –en la Sierra de la Guara, en los Pirineos Aragoneses–, y desde entonces se ha popularizado en Europa, Estados Unidos y México. Los aventureros que sentaron las bases de este deporte fueron los espeleólogos, quienes encontraron en los cañones el escenario perfecto para disfrutar deportivamente de las maravillas naturales, aplicando sus técnicas de progresión a plena luz del día. Aunque el mérito no es sólo de los espeleólogos, pues en el cañonismo también se aplican los métodos de escalada, natación e hydrospeed para rapelear por las altas cascadas, saltar a las cristalinas pozas sin miedo al vacío, deslizarse por largos toboganes donde el agua desciende con toda su furia y nadar por estrechos pasajes y canales.

Guiados por nuestra buena amiga Sonia Ortiz dimos comienzo a esta expedición. Lo primero fue preparar todo el equipo, el cual consiste en casco, arnés, descensor, mosquetones, cintas de seguridad, cuerdas, chaleco salvavidas, shorts, botas, mochila seca o bote estanco contra agua para guardar comida y ropa seca, y lámpara frontal para las cuevas. Partimos del Hotel Cola de Caballo rumbo a Potrero Redondo; después de un recorrido de dos horas en un vehículo doble tracción llegamos hasta Las Adjuntas, donde iniciamos la caminata hacia la ranchería Potrero Redondo y de ahí a la entrada del cañón.

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El primer obstáculo a superar fue un rapel de 25 m; una vez que entras al cañón no hay vuelta atrás, hay que seguir su curso hasta el final; por eso hay que avanzar con mucha precaución y con todo el equipo necesario, ya que cualquier accidente se puede complicar por el difícil acceso a la zona.

Al final del descenso nos zambullimos en una fantástica poza verde jade, para después nadar y seguir el curso del agua; ésta, con su poderosa fuerza erosionadora, ha moldeado a través del tiempo todo un mágico escenario, donde se entremezclan los colores azul y verde del agua con el gris, ocre, amarillo y blanco de los enormes paredones del cañón.

Continuamos caminando, nadando, realizando pequeños saltos y escaladas por las piedras durante casi dos horas, hasta llegar al primer matacán, nombre geológico que se le da a unas interesantes formaciones de rocas porosas, de origen calcáreo, con forma de enormes regaderas.

Al llegar al primer matacán la tierra se traga al río, y es aquí donde realizamos el segundo rapel por una cascada de 15 m que nace oculta entre las rocas, y así nos internamos en las fauces de la tierra. Esta caverna tiene una extensión aproximada de 60 m y cuenta con toboganes de piedra en su interior. En la entrada de la cueva es donde mejor se admiran estas impresionantes formaciones. Una vez más nos zambullimos en una poza; dentro de este río subterráneo encendimos nuestras lámparas para iluminar el camino. Más adelante nos enfrentamos a otro emocionante obstáculo: un salto a oscuras, de 5 m, donde el fondo arenoso ayuda a amortiguar la caída; los gritos de los compañeros no se hicieron esperar, y es que no sabes dónde vas a caer. De vuelta en el agua nadamos 30 m por el interior de este estrecho pasaje subterráneo.

La siguiente sección del cañón es bastante reducida, donde avanzamos nadando, escalando y saltando por cascadas cuya altura variaba de 6 a 14 metros.

En algunos lugares la fuerza de la corriente es considerable, y un mal paso puede hacerte caer antes de la distancia necesaria para sortear las piedras del fondo del río, por lo que hay que tener mucho cuidado y calcular bien antes de saltar. Poco antes de llegar al segundo matacán hay un sitio donde se localizan los dos saltos más grandes del recorrido, aunque no es forzoso realizarlos. Ambos se encuentran al pie de una fosa profunda con paredes de 8 y 14 m aproximadamente. El área que circunda el acantilado facilita la perfecta apreciación de estos brincos y la posibilidad de repetirlos cuantas veces se desee, por lo que se ha convertido en punto de reunión de algunos grupos que animan y echan porras a quienes se tiran a la fosa.

Algunos se lanzan desde una roca conocida como “La Plataforma”, de casi 8 m, y los más intrépidos desde el barranco de cerca de 12 m que ha sido bautizado recientemente como “La Quebradita”.

Después pasamos por una sección de toboganes –donde los shorts se nos hicieron tiras– y por pasajes muy estrechos, uno de ellos llamado la “Piedra Come Hombres”. Finalmente llegamos a la entrada del segundo matacán, donde para introducirnos en un túnel saltamos por una cascada de 6 m de alto. En este salto encontramos dos peligros: el primero es una piedra donde definitivamente hay que evitar caer y la segunda es el remolino de la cascada.

Nadando nos fuimos adentrando en una fantástica bóveda abierta; es un sitio bellísimo donde los matacanes nos bañaban con sus filtraciones y escurrimientos de agua. En un mágico juego de luces, el azul turquesa del agua contrastaba con el verdor de los helechos que colgaban de los negros paredones, mientras los rayos de luz que se colaban por los huecos naturales iluminaban los refrescantes chorros de agua que nacían de los matacanes. Una vez más la oscuridad se adueñó del ambiente y encendimos nuestras lámparas para iluminar el último tramo de 60 m del recorrido. La salida de la caverna se volvió más estrecha y cubierta de vegetación; nadie se imagina el mundo que encierra esta reducida entrada. El río sigue su curso hasta el lugar conocido como Las Adjuntas, donde se unen sus aguas con otros ríos y arroyos que descienden de la Sierra Madre Oriental, para después convertirse en el río Ramos.

La travesía acuática puede durar entre cinco y ocho horas, dependiendo el número de personas que la realicen, la capacidad física, el desempeño y el paso y ritmo del grupo.

CLUB DE EXCURSIONISMO CIMA DE MONTERREY

Este club organiza excursiones o caminatas que se realizan todos los domingos. Cada semana es un sitio nuevo. Se hacen diversos recorridos y ascensos por diferentes rutas, con base en un programa muy completo que cubre las más hermosas cumbres que rodean a la ciudad de Monterrey.

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autor Fotógrafo especializado en deportes de aventura. ¡Ha trabajado para MD desde hace más de 10 años!
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