Descubriendo México en bicicleta: el último capítulo en Baja
Acompáñanos en nuestro viaje en bicicleta por México y descubre con nosotros un Pueblo Mágico perfecto para cicloturistas y una capital hecha para pedalear junto a incomparables playas.
Annika y yo nos acercábamos al final de nuestro recorrido en bicicleta por la sorprendente península de Baja California. Un estado que con sus mágicos desiertos, playas inigualables y la calidez de su gente nos habían conquistado.
Con la nostalgia por que sólo faltaban 350 kilómetros para concluir con nuestra aventura en dos llantas por la península, esperabamos las sorpresas que nos dejaría este último tramo del recorrido mismas que no nos hicieron esperar mucho.
La primera mañana que rodábamos hacia Loreto fuimos sorprendidos por un avistamiento espectacular. Muy cerca de la carretera por donde pedaleábamos vimos a un Zopilote aura parado sobre un cardón, un ave que se puede observar en Baja California, Arizona y el área de Texas . Ahí estaba, quieto, imponente y majestuoso extendiendo sus enormes alas para tomar el sol. Nos paramos varios minutos para admirar aquel milagroso evento.
Era de esos momentos que te quieres llevar a casa, había tal paz que hasta tuve la oportunidad de tomarle un par de fotos. Ya había visto varias imágenes de esta ave en murales y libros, pero nunca pensé que me iba a tocar la fortuna de verla en vivo y en directo.
Luego de esta visión, volvimos al camino. Ese día tuvimos que subir más de 500 metros sobre el nivel del mar, lo que nos impidió llegar a Loreto en 24 horas como estaba previsto. Sin drama y descansados llegamos por la mañana del segundo día a la antigua capital de la alta y Baja California montados en nuestras bicicletas.
En Loreto existen 7 edificios considerados históricos, entre ellos, la Misión Nuestra Señora de Loreto, que desde que se fundó fungió como base para los monjes que tenían la dura tarea de evangelizar la península.
Era un deleite pedalear por sus calles históricas y sin tráfico. Visitamos el fascinante Museo de las Misiones de Baja California donde aprendimos sobre las misiones y sus habitantes. Por la tarde pedaleamos sobre el malecón con vista al Parque Nacional Bahía de Loreto en donde cada invierno recibe la vista de la ballena gris.
Acabamos quedándonos cuatro noches en el campamento de Casa Palmas Altas, un lugar especialmente diseñado para cicloviajeros en este municipio. El sitio cuenta con una cocina, internet, regaderas, baños, alberca, espacio para poner tu casa de campaña a un precio bastante justo en un ambiente rústico y natural.
En Casa Palmas conocimos a Alex, un local extremadamente amigable y platicador, que nos invitó a desayunar almejas chocolatas que el mismo había pescado. Había tantas que por la tarde se repitió la sesión de almejas, pero esta vez cocinadas al estilo mexicano y servidas dentro de burritos. Es ridículo lo delicioso que se come aquí.
Estábamos muy felices en Loreto. Por la mañana íbamos a desayunar por la ciudad, en las tardes visitábamos algún museo o nos poníamos a escribir. Cuando daban las 4 de la tarde nos dirigíamos hacia la playa y ahí nos la pasábamos nadando, con el kayak o remando en la tabla SUP.
Sin lugar a duda paso por nuestra mente regresar a Loreto pero para poder vivir una temporada.
Al encuentro de la capital
Como siempre el día de nuestra inminente partida llegó y recargados de energía nos disponíamos en llegar lo antes posible a La Paz, BCS.
Esos días el viento y la geografía nos favorecieron y pudimos avanzar bastante rápido. En dos días y un poco más de 110 kilómetros llegamos a Ciudad Constitución donde nos encontramos con un amigo, el director del Cobach de Santa Rosalía, José Carlos López Cisneros.
El buen Pepe Charly nos invitó acompañado de su linda familia a un restaurante donde la especialidad era la carne asada. No cabe duda que en el norte del país las carnes asadas son un verdadero mangar.
Los dos días siguientes nos dedicamos a pedalear duro. Nos levantábamos a las 5 de la mañana y terminábamos a las 9 de la noche. El tramo a La Paz estuvo caracterizado por obras en proceso, tramos con camiones y un calor especialmente fuerte. Hay tramos que no son tan atractivos, pero la recompensa de llegar en dos llantas con tu propio esfuerzo no tiene precio.
Recuerdo que la última subida para llegar a la Paz fue particularmente pesada, pero la vista que logramos tener valió el esfuerzo. Un último vistazo a lo lejos de ese paisaje tan especialmente contrastante del color arena del desierto, el verde de las palmeras y el azul turquesa del Mar de Cortes que nos conquisto día a día mientras pedaleábamos por ésta maravillosa península.
Me sentí un poco triste al llegar a La Paz. Quería que todo se repitiera una vez más, volver a pedalear por la Baja, así tanto me había gustado. No me importaba volver a sentir el calor o pedalear las subidas, el premio valía la pena.
Poco duro mi tristeza, ya que en la capital de la BCS, nos encontramos con Tuly Arce, nuestro contacto de hospitalidad viajera, que nos llevó a descubrir una ciudad perfecta para pedalear, nadar y disfrutar.
Tuly nos llevó a una de las playas más asombrosas que he visto, la Playa Balandra. Una pequeña bahía color turquesa que mas bien parecía alberca. Pasamos todo un día ahí echados como leones marinos. Justo cuando el sol se iba nos mudamos hacia otra playa para tomarnos un clamato con cerveza y deleitarnos con la música silenciosa que da el atardecer.
Al terminar nos regresamos al malecón a caminar. De noche La Paz vive con intensidad. Por la playa de la ciudad abundan personas pedaleando, niños jugando con la arena, adultos haciendo ejercicio y jóvenes jugando voleibol. Nuestro cierre en la hermosa Baja California no pudo haber sido mejor.
Qué vida se vive aquí en La Paz. Sin lugar a duda ya queremos regresar, y que sea en bicicleta. En 5 años viajando por el mundo en bici puedo decir que la Baja ha sido de mis destinos favoritos.