Descubriendo México en bicicleta: viaje rumbo a Nayarit - México Desconocido
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Descubriendo México en bicicleta: viaje rumbo a Nayarit

Descubriendo México en bicicleta: viaje rumbo a Nayarit fifu

Sigue la travesía en bicicleta por México de Roberto y Annika y descubre junto a ellos Nayarit. Un estado lleno de vegetación exuberante, paisajes deslumbrantes y mariscos como nunca los has probado.

Dejamos Sinaloa con una sonrisa dibujada en nuestros rostros. Con emoción pedaleábamos dirección a Tepic, la capital de Nayarit, cuarto estado que descubriríamos en bicicleta.
 
De El Rosario en Sinaloa a Rosamorada en Nayarit la carretera se mantenía constante, es decir no tuvimos que sufrir mucho por las subidas. Aunque sabíamos que todo iba a cambiar más adelante así que disfrutámos la tranquilidad del camino a pesar del calor y la humedad que se sentía.

 Roberto Gallegos
 
Entre campos nayaritas
 
Entramos a Nayarit. A mi derecha, mientras pedaleaba, podía ver varios campos de mango, caña y lo que parecía ser jícama. El paisaje se hacía más interesante con la presencia de los campesinos que engalanaban el campo con su presencia. Ví a uno montado orgulloso en su caballo. Vestía botas vaqueras de piel que combinaban perfectamente con su sombrero y su camisa de cuadros. Hubiera sido la fotografía perfecta, si la hubiera tomado. Pero me perdí soñando despierto.
 
Me imaginé a mi mismo cabalgando sobre la tierra mojada entre los cerros verdes sintiéndome invencible. Pronto recordé que estaba haciendo algo similar, sólo que el esfuerzo para moverme lo hacía yo en lugar del caballo.
 
A unos cuantos kilómetros Annika y yo decidimos tomar un descanso. A los dos nos dio hambre. Para satisfacerla, tan sólo tuvimos que brincar la valla protectora de la carretera y recoger unos cuantos mangos. Había tantos tirados en el piso que teníamos que cuidarnos de no resbalarnos.
 

 Roberto Gallegos
 Subir para lograr objetivos

Al cabo de unas horas llegamos a Rosamorada donde dormimos en el lote cerca de un motel con acceso a baño y regadera. Nos dormimos temprano ya que sabíamos que al día siguiente tendríamos que subir 1,000 metros para poder llegar a Tepic en un día.
 
El día de la subida brutal para llegar a nuestro destino empezó tranquilo. A nuestro alrededor seguía el paisaje verde y frondoso. Mientras nos acercábamos a la subida, el calor y la humedad ponían un clima bochornoso. Aquí aprendimos que hay veces que aunque el paisaje te invite a seguir adelante por su belleza, las piernas empiezan a pesar más de la cuenta. 
 
Los primeros 60 kilómetros que subimos 400 metros los pedaleamos sin mucha dificultad. Hasta creí que el gráfico de la pendiente que habíamos sacado de internet estaba un poco exagerado. Sin embargo, los últimos 23 kilómetros me destrozaron. Mientras pedaleaba, por primera vez en mucho tiempo deseé haber tenido una moto en vez de una bicicleta.

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 Roberto Gallegos
La subida fue brutal. No parecía tener fin. Eso sí, el paisaje desde esa altura era hermoso. Nos parábamos cada 5 kilómetros a tomar agua y a comprar un refrigerio. Los locales nos echaban porras: ¡Ya mero llegan! 
 
Después de 7 horas de pedalear por fin habíamos llegado a la capital del estado de Nayarit. Carla, una muy buena amiga mía de la universidad, y Andrés, su esposo, nos recibieron en su hogar con una cerveza bien helada y más mangos.
 
Al siguiente día, Tepic se encargó de premiar nuestro esfuerzo. Encontramos una capital amena, verde y relajada. Caminamos por su centro histórico comiendo un helado de mango. El sabor que siempre voy a asociar con Nayarit.

 Roberto Gallegos
Maríscos con sabor único
 
Por la tarde, Nacho y Héctor, un par de colegas cicloturistas, nos llevaron a comer la tostada de mariscos más deliciosa que he comido en mi vida. La frescura de los manjares del mar montadas sobre mi crujiente tostada era innegable.
 
Mi primer mordida fue del callo de hacha, una verdadera exquisitez. Nacho me sugirió degustarlo como los locales. El callo montado sobre un pedazo de tostada con un toque de jugo de limón, salsa picante y salsa de soya. En verdad me sentía en las alturas después de esa grata experiencia. Todo esfuerzo para subir aquí había valido la pena.
 
Cerramos el día pedaleando por la ciudad. La parte que más disfruté fue la de pedalear por el nuevo Parque de la Loma. Un espacio público lleno de áreas verdes, senderos para correr, pedalear y un anfiteatro entre muchas otras cosas.
 
En Tepic nos quedamos varios días. ¡Nos trató excelente!
 
A veces llegar en bicicleta cuesta, por la cuesta. Pero al final la recompensa siempre está a la altura del esfuerzo que se realizó.
 
Nuestra próxima parada, el estado del mariachi y el tequila, mí querido Jalisco. ¡Nos vemos la próxima semana!

 

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autor Embajadores de México desconocido ¡en bicicleta! #mexicoendosllantas
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