Día 2. Tenosique – Balankán – Reforma (Tabasco)

El camino fue muy soleado, lo cual agradecimos, porque estamos en plena época de lluvias y remar en esas condiciones seguramente no será muy sencillo, de todas maneras… más vale prevenir, así es que nos dimos a la tarea de fabricar un toldo con lo que íbamos encontrando a nuestro paso. Lo que el río mismo nos da.

Ahora somos ya 15 personas las embarcadas en esta gran aventura, pero no todos vamos remando, ya que nos turnamos. Hay una lancha de motor de apoyo, donde además van las maletas y los alimentos, y cuando el agua está demasiado calma, nos arrastra por algún tramo o cuando nos enfrentamos a contracorrientes, pues si te encuentras una de frente puede ser muy peligroso.

Anoche nos perdimos un rato, ya que el río San Pedro (uno de los brazos del Usumacita) tiene a su vez muchos brazos, con mucha vegetación que a por tramos nos cubría. Es como un laberinto, tanto que de noche fue casi imposible decidir para dónde ir. Nos impacientamos un poco y comenzamos a gritar para ver si alguien nos oía. Corrimos con suerte y un señor nos auxilió. Nos dijo por dónde y además nos remolcó un tramo, ya que estábamos exhaustos. Hasta las 2 de la madrugada montamos el campamento en las cascadas de Reforma.

Algo especial del viaje es que en Jonuta vamos a ponerle una vela de petate al cayuco para seguir experimentando las mismas condiciones con las que navegaban los antiguos mayas, según lo que la arqueóloga María Eugenia nos comenta.

Ahora ya estamos en Balankán y visitaremos Reforma y algunas de las zonas arqueológicas que serán accesibles al bajar por el río de San Pedro hasta tomar de nuevo el Usumacinta para llegar a Emiliano Zapata.

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