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De diablos y difuntos: Día de Muertos en la Costa Chica de Guerrero

Guerrero
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© Francisco Palma

Como cada año, los pueblos de la Costa Chica de Guerrero celebran a los difuntos con el baile que les heredaron sus ancestros de origen africano: la danza de los diablos, coreografía con la cual brincan y zapatean por las calles de Cuajinicuilapa, llevando consigo las almas de los difuntos durante tres días, del 31 de octubre al 2 de noviembre.

La mañana del 31 de octubre se comienzan a ver algunos niños y jóvenes con máscaras de diablos, máscaras color negro que se elaboran de cartón, crines de caballo, dientes de perro o bovinos, piel y hasta cuernos de venado o simplemente con las grande orejas que caracterizan a estas máscaras. Cada diablo debe elaborar la propia, no hay artesanos, así que el ingenio que cada quien le ponga será su sello particular.

Danza de los diablo, Cuiajinicuilapa, Guerrero / Foto: Francisco Palma

Mientras tanto, en la casas comienza la otra preparación para “Todos los Santos”, el de la comida para los altares. En casa de doña Elia Salinas acostumbran hacer para el día tamales de carne de puerco crudo. El proceso es largo. Primero deben ser cortadas y limpiadas, una a una las hojas de plátano, después se tortea la masa en las hojas y luego se coloca el relleno antes de cerrarlos y llevarlos a la olla. El 31 de octubre es el día para recordar a los niños, así que estos tamales serán para su ofrenda, la cual debe estar lista al medio día, hora a en la que las ánimas de los infantes comienzan a llegar.

Tamales, Cuiajinicuilapa, Guerrero / Foto: Francisco Palma

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Altares, Cuiajinicuilapa, Guerrero / Foto: Francisco Palma

Poco antes del medio día los jóvenes se van juntando en los diferentes barrios de Cuaji, llegan con sus máscaras de largas barbas y su vestimenta oscura, desgarrada en algunos casos para que el personaje inspire más miedo a quienes encuentren a su paso. Existen, al menos, 4 grupos de diablos. Los más antiguos son los del barrio de la Iglesia, le siguen los Tetereques, los Auténticos de la Vicente Guerrero y los Cuijleños.

La tradición dice que los diablos deben acudir a las 12 del día al panteón para “atraer” las ánimas, así que en los barrios comienzan a escucharse los gruñidos y risas características de los muchachos, quienes se transforman al colocarse la máscara, espantando o haciendo maldades a uno que otro niño o jovencita que pasan por ahí. El orden lo pone el Tenango, papá de los diablos, quien con el estruendo de su látigo grita “vámonos, vámonos”; enseguida los forma en dos columnas y comienzan a zapatear.

Danza de los diablo, Cuiajinicuilapa, Guerrero / Foto: Francisco Palma

Presenciar esta danza impresiona por su energía y fuerza. Su zapateo que exige una gran condición pues van marchando encorvados, manoteando con fuerza de arriba a abajo y balanceando el cuerpo de un lado a otro al ritmo de la charrasca, el bote y la armónica, los instrumentos imprescindibles de este baile.

Y así llegan al panteón, pero no entran, se quedan a la entrada, su presencia sólo es para atraer a las almas, para llevarlas por las calles a visitar a los vivos. Dice don Simitrio, líder del grupo del barrio de la Iglesia, que “al diablo no le gustan las cruces”, por eso no pasa al camposanto, así que mejor desde afuera, lo importante es que lleguen por las almas que ya los esperan.

Una vez realizado el compromiso del panteón, los diablos comienzan su recorrido por los barrios del pueblo, formados en dos filas para acudir a las casas donde su presencia es requerida, ahí bailan un par de sones y ofrecen un verso al casero, pidiendo por su bienestar, quien a su vez les ofrece tamales o bebida, también algo de dinero.

Danza de los diablo, Cuiajinicuilapa, Guerrero / Foto: Francisco Palma

Otros de los personajes de la danza son la Minga y la Almita. La primera es la esposa del Tenango, madre de los demás diablos, de atributos exagerados y carácter ligero, cuyas andanzas hacen reír a los presentes y aunque incita al relajo también pone orden a sus hijos cuando se ‘pasan de la raya’. Del otro lado está la almita, un diablito interpretado por un niño, es el hijo más pequeño del Tenango y la minga. Todos estos personajes tomarán las calles hasta el 2 de noviembre, cuando acuden de nuevo al panteón para despedir a las ánimas y poder descansar después de tres intensos días de baile que han dejado a los diablos totalmente agotados.

Orgullo afro

Casi al mismo tiempo que la celebración de Todos los Santo, en Cuajinicuilapa se llevó a cabo durante el 30, 31 de octubre y 1 de noviembre, el III Festival Afro el cual celebra el origen africano de las comunidades de la Costa Chica de Guerrero y de la población afromestiza de México.

El festival contó con un amplio programa cultural que fue realizado en la explanada municipal así como en el zócalo de este poblado conocido como la Perla Negra del Pacífico. Durante estos tres días se presentaron exposiciones, conferencias, talleres de pintura, pero sobre todo bailables de las diversas regiones de la Costa Chica. Entre ellas baile de chilenas, son de artesa, danza de diablos, danzas de apaches, danza del toro de petate entre muchas otras, todas de gran tradición en sus comunidades.

Festival Afro, Cuiajinicuilapa, Guerrero / Foto: Francisco Palma

Uno de los eventos más esperados fue el encuentro de diablos, que reunió una veintena de grupos de varias comunidades de la Costa Chica, tanto de Guerrero como de Oaxaca, mostrando una gran diversidad de pasos, vestimentas y máscaras. Todos mostraron que la danza es una de las tradiciones más arraigadas de esta zona afrodescendiente, dotando a este encuentro de un halo de identidad y orgullo.

Pero quizá el evento estrella fue el gran desfile con carros alegóricos que colmó la calle principal de Cuajinicuilapa. Fue una fiesta de la diversidad y la cultura costeña donde la identidad se portaba con atuendos típicos, los tecuanes con sus grandes máscaras, las sanmarqueñas con sus faldas holgadas de colores, los apaches con sus coronas, arcos y pintura negra, los diablos con sus máscaras orejonas con crines, o los vaqueros portando su gran toro de petate. Todos desfilando hasta llegar al escenario dispuesto frente a la presidencia municipal donde cada pueblo pudo presentar su legado dancístico.

Festival Afro, Cuiajinicuilapa, Guerrero / Foto: Francisco Palma

Es festival, además de presentar un amplio abanico cultural, también busca dar mayor presencia a la cultura afro que existe en la Costa Chica y en México, pues hay que recordar que actualmente la población afrodescendiente lucha por el reconocimiento  constitucional como la tercera raíz de la población mexicana: el de origen africano, junto con el pueblo mestizo y el indígena.

 

Mientras tanto en Oaxaca…

La celebración de día de muertos en la Costa Chica se extiende en decenas de comunidades afrodescendientes, otra de ellas es Lo de Soto, en el vecino estado de Oaxaca, a unos veinte minutos de Cuajiniculiapa. En este poblado existe otra tradición muy particular para honrar a los difuntos: el baile del Toro de Petate.

Todo comienza el 30 de octubre con una invitación a todo el pueblo para acudir al baile organizado por el mayordomo del toro, comienza a las 9 de la noche. Para entonces el mayordomo ha ido al monte a esconder el toro de petate y al término del baile los vaqueros deben salir a caballo buscarlo, deben encontrarlo antes del medio día, pues es la hora en que deben acudir a la iglesia para recibir a las ánimas.

Baile de Toro de Petate, Lo de Soto, Oaxaca/ Foto: Francisco Palma

A partir del 31 de octubre, el toro acudirá a las casas, cuyos dueños tienen ganado, para pedirles la «multa». Y es que el toro de petate lleva inscritas, en sus costados, las marcas o «fierros» que distinguen a cada ganadero o familia, de esta forma se imputará al ganadero o cabeza de familia el haber «herrado» al toro y lo culparán por querer robarlo.

Entonces hace aparición El Pancho, dueño del toro de petate, él es quien hará las diligencias con los distintos culpables y junto con el mayordomo del toro recoge las ofrendas de las casas, las que están en los altares de los difuntos, para ofrecerlas de forma simbólica al toro, quien trae las ánimas, aunque después se reparte entre los integrantes de la danza, además. Además, el anfitrión de la casa pagará su «multa» con dinero o invitando las cervezas a los vaqueros, quienes acudirá a cada una de las casas, cuyas marcas están en el lomo del toro.

Baile de Toro de Petate, Lo de Soto, Oaxaca/ Foto: Francisco Palma

En Lo de Soto, Oaxaca los diablos también salen a las calles para bailar, sin embargo, sólo lo hacen por las tardes en las calles del pueblo. Pero el 2 de noviembre se juntan para marchar rumbo al panteón. Entonces el pueblo entero se halla en el camposanto, ya han enflorado las tumbas y aguardan la llegada del toro de petate y de los diablos. Estos últimos llegan con gran estruendo, gritado y gruñendo con el sonido de las charrascas, levantando el polvo con su poderosa pisada, son decenas de diablos que han llegado para despedir a las ánimas, sobre todo las de antiguos compañeros de baile que ya están en su sepulcro, los visitan uno por uno y les ofrendan un son.

Al final regresan al atrio del cementerio, ya han despedido a los suyos. Y con un último baile masivo, que reúne a los diablos de todos los barrios, se despiden de los muertos, su salida marca el final y la gente también emprende su retirada, ya se ha cumplido con la ofrende de este año y las animas se van contentas, ahora a esperar el siguiente año.

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autor Francisco Palma
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