Día de San José Obrero, patrón de todos los trabajadores
Recorriendo las montañas del estado de Guerrero en busca de sus mágicas y coloridas fiestas.
Fuimos a dar al pueblo de Chilapa –situado en la montaña a dos horas y media de Chilpancingo– donde se festejaba al patrón de todos los trabajadores y obreros del mundo, San José Obrero. La fiesta que se hace en honor a este santo, inicia el 30 de abril con una gran feria a la que llegan comerciantes de toda la región a vender sus frutas y verduras, herramientas, trastos y comida, mientras los camiones no dejan de bajar cartones y cartones de cerveza. En este día la festividad comienza con un desfile de carros alegóricos y se inician las danzas.
Pero es el primero de mayo, el día del trabajo, el más importante de esta fiesta, ya que en esta fecha la imagen de San José es sacada al atrio de la iglesia, y la gente acude a él para rezarle y llevarle veladoras con las cuales persignan a los chiquillos antes de ponerlas a los pies del santo. Además, le prenden copas con incienso, le cuelgan collares de flores de cempasúchil en los brazos y cuello, y lo acarician y besan con mucho fervor. Mientras esto sucede, afuera de la iglesia, en la plaza, las familias se junta a comer elotes, antojitos, y los compadres beben cervezas y mezcal. Las danzas, la música de los violines y las bandas de chilefrito (llamadas así porque interpretan variados ritmos), son expresiones culturales intrínsecas al carácter festivo de esta celebración.
Una de las danzas más interesantes que se interpretan en esta fiesta es la nombrada de los Ocho Locos, la cual es también conocida como de los Ocho Vicios porque en ella cada integrante representa a un vicio distinto. Los ocho personajes que participan son un cura que usa una gran máscara y trae un bastón con cascabeles para llevar el ritmo de los bailes, y lo que menos parece es cura por su actitud de amante hacia el personaje de la dama el cual es representado por un hombre disfrazado con una peluca rubia, medias y un vestido entallado.
El resto de los personajes representan un charro, un jugador de baraja, un diablo, una muerte, un ángel y un estudiante. En esta danza de origen español, los personajes van interpretando distintos diálogos acompañados por la música del violín, y las melodías van cambiando según el pasaje que se interprete; algunas son tristes y otras muy alegres. Y así, entre bandas de viento, violines, mariachis y alegría, un grupo de hombres empieza a armar los castillos de cohetes con los que cerrará la fiesta; pero nadie piensa en el fin de la celebración pues todos están atentos a la Danza de las Moras, que como sabemos tiene su origen en los 12 pares de Francia, y fue introducida por los frailes españoles durante la Conquista. La primera vez que se llevó a cabo esta representación fue en el año de 1524, y tuvo tanto éxito que se extendió por todo el país, desde Oaxaca hasta Nuevo México en los Estados Unidos.
En Chilapa, la Danza de las Moras es muy famosa y tiene como característica principal que en ella participan casi puras mujeres; únicamente los respectivos jefes de cada bando: un moro y un cristiano, son hombres. Durante el baile, las danzantes efectúan distintos pasos y combaten unas contra otras chocando sus machetes entre sí y contra el suelo sacando chispas. El vestuario que utilizan es muy vistoso: las cristianas visten de azul y las moras de rojo, y ambas llevan capas bordadas con lentejuelas y cascos. Durante le desarrollo de la danza, los cohetes no dejan de tronar mientras los integrantes de ambos bandos truenan escupidores. Después de efectuar varios sones de combate al compás de la música de banda, llega el final de la danza con la victoria de los cristianos sobre los moros. El capitán cristiano coloca su machete en el pecho del rey moro, y éste le pide que le perdone la vida y le dice: “condúcenos hasta la puerta de tu iglesia para recibir el bautismo y el perdón de nuestros pecados”. El cristiano acepta y luego ambos bandos bailan tres sones, el corral, la cadena y el tlapisaco, que son símbolos de amistad y hermandad. La banda que toca estos sones es especialmente traída del poblado de Atzacoaloya.
Después de la Danza de las Moras vino lo más esperado de la fiesta: la quema de los toritos y de los castillos. De repente comienzan de nuevo los cohetes y chifladores, y toda la plaza se ilumina con distintos colores, rehiletes, estrellas e imágenes de San José Obrero. Las bandas no dejan de tocar, y como para ese momento la gente ya anda envalentonada con el aguardiente, corre debajo de la lluvia de chispas mientras los muchachos se trepan a los castillos con cartones en las manos y con grandes sombreros tipo Zapata. Luego se prendió el primer torito y el hombre que lo cargaba empezó a correr por toda la plaza dándole vueltas mientras el torito estallaba e iluminaba a toda la gente que corría por detrás. Los aventones y los golpes se hicieron presentes, pero el espíritu de fiesta borraba cualquier enojo producido por una mala pisada. Y así entre risas, música, bailes y hermosos juegos pirotécnicos, término el día de San José Obrero en el pueblo de Chilapa, Guerrero.
Fuente: México desconocido No. 218 / abril 1995
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