Dioses y cultos oaxaqueños

En el Templo de Ia Agricultura, ubicado bacia el lado norte de Ia Gran Plaza, se reúnen en un recinto cerrado el gran señor y sus sacerdotes y guerreros más cercanos, así como los sacerdotes y Ias sacerdotisas encargados de realizar Ias ceremonias en bonor de Ias deidades.

Todos se sientan alrededor de un gran petate. EI consejo de ancianos se sitúa detrás de los sacerdotes, en otra línea, como corresponde a su categoria de consejeros de los dirigentes de más alto nivel.

EI salón ha sido sahumado con copal, así que el ambiente está totalmente nublado, apenas se pueden ver los rostros de los personajes que intervienen en el rito y Ia serie de umas de los diferentes dioses que ban sido colocadas en el centro deI petate.

Todos los participantes expresarán su agradecimiento a Cocijo, que ha enviado mucha Iluvia para los cultivos, lo que permitirá a los pueblos alimentar a su población y entregar el tributo que les ha sido fijado por los señores para Dani Báa, de tal manera que Ia ciudad tiene asegurada su sobrevivencia. Hay, por lo tanto, suficiente agua en el rio Atoyac, que hará posible abastecer a Ia ciudad, a los barrios y a Ias casas.

Celebran y agradecen también a Yocio, dios del rayo, que con su fuerza y su luz ha impulsado Ias nubes de agua; sobre todo, este dios se muestra como el presagio de Ia Iluvia que se admira en el paisaje; así los sacerdotes pueden saber dónde se encuentra y en qué etapa de sus constantes viajes volteará hacia Ia ciudad sagrada y Ios campos de Dani Báa. La diosa Pitao Cozobi, deidad deI maíz y Ias cosechas, es motivo de una especial ceremonia. Los sacerdotes se extraen sangre de Ia nariz y Ias orejas y Ia dejan caer sobre Ia urna que representa a Ia diosa, pues han de ofrendar su vital líquido antes y después de Ia cosecha. Ahora que Ia tierra ha sido pródiga gracias a Pitao Cozobi, Ie ofrecen su propia sangre, como complemento de Ias múltiples ofrendas que esta diosa recibe en ceremonias similares efectuadas en Ias casas de Ios campesinos.

Cada uno de Ios dioses es motivo de mucha reverencia, cantos, ofrendas y sacrificios. Las ofrendas consisten en resina de copal, granos de elote y hierbas benignas con que los sacerdotes rodean Ia imagen; finalmente prenden una vela de cera de abejas, que es un producto de Ias tierras deI sur y que han colocado en candelabros de barro a Ios pies de Ias urnas. Ritos de agradecimiento como éste se celebran varios durante el año para ofrendar a Ios diferentes dioses. En Ia región zapoteca se reconoce Ia existencia de muchos de ellos, como Pitao Pezelao, dios deI infierno y el inframundo, Pitao Xoo, dios de Ios temblores de tierra, a quien hay que tenerle mucho respeto; Xonaxi Quecuya, diosa de Ia muerte; el dios Murciélago, de Ia oscuridad, de Ia noche y de Io desconocido, muy temido y muy ofrendado. Otro es el dios Jaguar, que vigila Ia entrada de Ias cuevas sagradas y de Ios templos; su imagen se representa en Ios muros para que todos sientan su presencia y le rindan respeto.

Otros dioses son mitad ser humano y mitad divino, como la Señora 13 Serpiente que acompaña constantemente a los muertos, el dios hombre-pájaro-serpiente que resguarda Ia vida, y el dios Viejo, que representa Ia sabiduría, Ia experiencia y Ia cordura. Así, los habitantes de Dani Báa gozan constantemente de Ia compañía de sus dioses, a quienes dedican ritos y ofrendas, porque es Ia manera de asegurar sus favores.

Fuente: Pasajes de la Historia No. 3 Monte Albán y los zapotecos / octubre 2000

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