Dolores Jiménez y Muro: ideóloga y revolucionaria zapatista

La Revolución Mexicana ha sido tradicionalmente cifrada como una lucha cuyos ideólogos fueron varones. Sin embargo, esto no es cierto. Una de sus más destacadas pensadoras y combatientes fue la maestra Dolores Jiménez y Muro, integrante de la causa zapatista.
La Revolución Mexicana es el evento histórico que terminó por definir la configuración política y social de nuestro país. Es tal su impacto, que aún hoy perfila el imaginario popular de las causas sociales y del mismo estado mexicano. A lo largo de su desarrollo fue animada por diferentes ideólogos. Sin embargo, la historiografía tradicionalmente solo destaca a los varones, siendo que en realidad la lucha revolucionaria fue alimentada también por el pensamiento crítico de distintas mujeres. Una de ellas fue la maestra Dolores Jiménez y Muro, defensora de la causa campesina y del feminismo.

Orígenes de la maestra Dolores
Dolores Jiménez y Muro nació el 7 de junio de 1848 en Aguascalientes. Sin embargo, cuando tenía 9 años, su familia se mudó a San Luis Potosí, ya que su padre era funcionario gubernamental. Desde pequeña mostró una ávida curiosidad e inteligencia, lo que la hizo gustar de la lectura y el estudio. Terminaría formándose como profesora y ejercería la escritura literaria y el periodismo.
Era tan destacada su reflexión crítica respecto a la realidad política y social de México, que durante sus estudios en el Instituto Científico y Literario de San Luis, tuvo acalorados debates tanto con viejos liberales del juarismo como con futuros revolucionarios, entre ellos Filomeno Mata y Juan Sarabia.

Su militancia en el Partido Liberal Mexicano y el inicio de la Revolución
Ya a finales del siglo XIX e inicios del XX, Dolores Jiménez y Muro se había unido al Partido Liberal Mexicano. De hecho, fue de las redactoras de su programa ideológico y político. En dicha organización, junto a Ricardo Flores Magón, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, Elisa Acuña Rosete y Aurora Martínez, criticaron al gobierno dictatorial de Porfirio Díaz. Las ideas anarquistas de la organización los llevaron a ser un auténtico desafío para el régimen, quien los persiguió sin descanso. En 1901 organizó el Congreso Liberal en su estado natal, mismo que fue perseguido por la policía local.

Para 1910, colaboraba en las revistas Vésper y El Diario del Hogar. También editaba el periódico La Mujer Mexicana y presidía el Club Femenil Hijas de Cuauhtémoc, con el que encabezó una protesta contra el fraude electoral que había cometido el general Díaz en detrimento de su contrincante, Francisco I. Madero. En dichas organizaciones, defendió los derechos sociales de campesinos y obreros. También enarboló la bandera de la causa feminista, pidiendo igualdad de derechos salariales entre hombres y mujeres.
Posteriormente, una vez iniciada la Revolución, fue la autora del Plan Político y Social de Tacubaya. En dicho documento (publicado el 18 de marzo de 1911), llamaba a derrocar a Díaz y apoyar a Madero. También exigía la devolución de tierras al campesinado. Se demandaba el aumento salarial así como una jornada laboral de ocho horas; se solicitaba libertad de expresión, la reorganización de las municipalidades suprimidas, protección a los indígenas y la abolición de monopolios. Además buscaba que se reconociera como ley suprema la Constitución de 1857.

La militancia de Dolores Jiménez y Muro en el zapatismo
Tras el golpe militar de Victoriano Huerta y el asesinato del presidente Francisco I. Madero, desde San Luis Potosí, la maestra Dolores se opuso al régimen golpista. A la cabeza del Club Femenil Hijas de Cuauhtémoc, convocó a protestar en las calles. Sin embargo, cuando tuvo que hacerse cargo del periódico La Voz de Juárez tras la detención de Paulino Martínez (su director), también ella, junto a Susana Barrios, fueron apresadas por las autoridades. Fueron enviadas a Veracruz, y allí estuvieron a punto de ser remitidas a las Islas Marías. Sin embargo su abogado logró que su proceso continuara en la Ciudad de México, en la Cárcel de Belén.

En 1913, una vez que fue puesta en libertad, se reunió con Emiliano Zapata en Morelos. Fue invitada por el Caudillo del Sur a formar parte de sus filas. Y no solo eso: poco tiempo después la ascendió al grado de general brigadier y le solicitó escribir el proemio al Plan de Ayala. El general Zapata adoptó varias de las reformas propuestas por la maestra, lo que no nos debe sorprender. La confluencia de sus idearios los hacían muy cercanos. La lucha entre facciones revolucionarias la hizo aprender a luchar con las guerrillas zapatistas, enfrentándose a los enemigos de la causa campesina.
Dolores Jiménez y Muro luchó junto a Emiliano Zapata hasta el asesinato de éste, en 1919. La maestra nunca abandonó las causas revolucionarias y formó parte de la educación rural. Fallecería el 15 de octubre de 1925 en la Ciudad de México.

La maestra Dolores en la fotografía de Villa y Zapata
Una anécdota bastante interesante sobre Dolores Jiménez y Muro, es que es una de las protagonistas que aparecen en la icónica fotografía de Francisco Villa sentado en la Silla Presidencial, junto a Emiliano Zapata, en Palacio Nacional. De hecho, es notable su presencia en aquella histórica postal, ya que es la única mujer visible entre los presentes. Esto demuestra la relevancia que tenía la maestra para Zapata y sus huestes, aún en una época donde el machismo en México estaba muy remarcado.

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