Donde mar y desierto se unen (Baja California Sur)
Uno contraste entre la naturaleza, flora y fauna.
Más allá del mundanal estrépito de la ciudad y de las sobrecargadas autopistas; más allá -mucho más- del destemplado chirriar de frenos, de las voces altisonantes que aturden y de los rutilantes neones, existe un mundo primigenio y casi olvidado, cándido y sereno, que empieza a llamar poderosamente la atención del visitante con su suave melodía, como el arrullo de una indolente sirena recostada sobre la curva más alejada y adentrada al mar del continente: Baja California Sur.
Esta extraña tierra de cactus, sal, ballenas y borregos cimarrones! ocupa la parte sur de la península, y cuenta con más de 1,200 km de costas (sin contar las islas), que la convierten virtualmente en una enorme isla. Y así posee, alternando con sus ásperas costas rocallosas, incontables radas y bahías con playas de mansas aguas y suave arena, muchas de ellas aun desiertas, sobre las cuales revolotean toda clase de aves. marinas, y donde se antoja correr libremente a lo largo de su vastedad, salpicándose con la espuma de las olas. O bien tenderse perezosamente bajo el sol sin sentir el paso del tiempo.
En sus desolados islotes es muy común encontrar juguetones lobos marinos que acuden gozosos hasta el buceador para acompañarlo en su aventura; es usual ver a estos animalitos, sumergidos en las aguas extraordinariamente cristalinas, nadando rodeados de cardúmenes de gran variedad de peces de colores y de exóticas plantas que surgen desde el pedregoso fondo. Sin embargo, la principal característica de la región, que llama poderosamente la atención del visitante observador por su originalidad (en especial de los extranjeros), es que debido a su posición geográfica y climatológica, es uno de los pocos lugares del mundo, si no el único, donde el mar y el desierto se unen. Y lo hace en forma señorial, casi dramática.
Aquí las plantas cactáceas, como queriendo mitigar su sed con la frescura del mar, se acercan reverentes hasta la arena y como fieles guardianes espinosos forman un conjunto fantástico, en un cuadro de belleza sin igual. Hasta hace apenas unos años la extraña región era prácticamente desconocida para el resto del mundo, una especie de terra incógnita.Y aunque es cierto que fue descubierta en los albores del siglo XVI, y que Hernán Cortés llegó hasta la Bahía de Santa Cruz (hoy La Paz), tuvieron que pasar más de ciento sesenta años de intentos frustrados para que el primer asentamiento en firme, la Misión de Loreto, perdurara.
Algunos historiadores coinciden hoy día en que el nombre de California proviene de una novela de caballería de aquellos años, llamada Las Serglas de Esplandián;de Garcí Ordóñez de Montalvo, en la cual se describe «una isla misteriosa, rica en oro y perlas y poblada de mujeres solas» llamada California. El nombre se le impone, pues, a la tierra recién descubierta, y perdura hasta nuestros días.
Debido a su alargada dimensión, Baja California Sur tiene una notable diversidad de climas, iniciándose en el norte con las frías y brumosas costas de Guerrero Negro, donde están las salinas más grandes del mundo. Más al sur se encuentran los oasis de San Ignacio y Mulegé, con sus cortos ríos milagrosos que dan vida a las huertas de palmas datileras y cercanas playas que son las favoritas de los visitantes norteamericanos. Siguiendo el recorrido se pasa por el antiguo mineral, hoy agotado, de Santa Rosalía, y poco después el camino bordea la alargada Bahía Concepción, una de las regiones más bellas de la península, y donde se percibe claramente la alucinante unión del mar con el desierto.
Se llega luego a La Paz, la pujante capital del estado, con su estupendo malecón sembrado de cocoteros y su plácida bahía resplandeciente; allí, según aseguran los viajeros conocedores, es donde se pueden admirar los crepúsculos más bellos del mundo.
Al final, se encuentra la punta sur de la península en Cabo San Lucas, un ultramoderno centro turístico internacional, «fin de todos los caminos y principio de todos los anhelos», donde un enorme arco natural de piedra marca el último bastión de la larga cadena, y del cual se dice ser el sitio preciso «donde la tierra termina… y el cielo comienza”.
Fuente: Guía México desconocido No. 64 Baja California Sur / noviembre 2000
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