El control de la obsidiana y su explotación
La obsidiana es un vidrio de origen volcánico que por sus características puede ser transformado tanto en objetos de culto como en instrumentos y adornos.
La obsidiana es un vidrio de origen volcánico que por sus características puede ser transformado tanto en objetos de culto como en instrumentos y adornos. Cerca de Teotihuacan se han encontrado importantes yacimientos que fueron explotados y controlados por los habitantes de la ciudad. Uno de ellos se encuentra cerca de Otumba y otro más, quizá el de mayor relevancia, es el de la Sierra de las Navajas, cerca de Pachuca, Hidalgo. De este último proviene la famosa obsidiana verde.
Se ha pensado que el control que Teotihuacan tuvo de estos yacimientos le permitieron exportar dicho material a otras regiones, e incluso se han estudiado las posibles rutas que se empleaban para hacerlo llegar a lugares tan lejanos como la zona maya. Un punto importante para este fin fue el enclave teotihuacano de Kaminaljuyú, en Guatemala. Hay que recordar que de la obsidiana se hacían armas, como por ejemplo puntas de proyectil, lo que indica la necesidad de controlarlo de manera efectiva.
Estudios realizados en la Sierra de las Navajas han permitido conocer cómo se hacía la extracción de la materia prima. Se han encontrado especies de “chimeneas” excavadas por donde los artesanos descendían para empezar a cavar en túneles horizontales. Allí se obtenían los bloques de obsidiana que, una vez seleccionados, serían transportados a la ciudad. Ya en los talleres, de los que se han reportado cerca de 400 en el interior de la urbe, empezaba el trabajo de transformación en diferentes objetos. Esta tarea la realizaban expertos, pues su elaboración requería de un amplio conocimiento de la materia prima y de las técnicas empleadas, como la percusión, el desgaste y otras. Por su especialización, no sería de extrañar que el oficio se transmitiera de padres a hijos. Entre los objetos que más abundan están las puntas de dardos o de lanzas; navajas prismáticas extraídas del núcleo de obsidiana, algunas finamente acabadas; máscaras, orejeras y otros adornos, así como figuras de formas muy peculiares llamadas “excéntricas”, ya que muestran formas no definidas pero sí de gran belleza. Entre las piezas hay pequeñas hoces que se ha pensado sirvieron para desgranar, además de otros utensilios como raspadores, pulidores, perforadores, etcétera, y, desde luego, figurillas humanas.
El hecho de controlar las minas de obsidiana le dio a Teotihuacan un poder sin precedentes. Ya dijimos que de este vidrio se hacían armas, y sabemos de sitios cercanos a la ciudad que se dedicaban prácticamente a la producción de estos materiales. En donde quiera que se excave seguramente saldrán piezas de obsidiana, lo cual habla de su enorme producción.
Una sociedad como la teotihuacana, que llegó a estar presente en muchas partes de Mesoamérica, controló amplias regiones circundantes donde determinadas materias primas eran indispensables para la ciudad. La obsidiana fue una de ellas, pero no la única. Sabemos que otros materiales eran necesarios y que el teotihuacano se aseguró el acceso a ellos por diversos medios, como veremos en seguida.