El ex monasterio de Atlatlauhcan (Morelos)
Atlatlauhcan es una población de origen prehispánico cuyo nombre significa "entre dos barrancas de agua rojiza", en la cual, entre las fiestas relevantes, destaca la del 21 de septiembre, dedicada a San Mateo, su santo patrono, cuya imagen es llevada en procesión para que bendiga los hogares y las milpas.
Vive una experiencia única:
Descubre la magia holística de Tepoztlán en el Hotel Amomoxtli
También es importante la fiesta de La Cuevita, que se celebra entre mayo y junio. En ésta, los hombres se visten de moros Y vaqueros, en tanto las mujeres de pastoras, y acuden a una pequeña cueva a la salida del pueblo para venerar al Niño Jesús.
El carnaval se efectúa poco después del Miércoles de Ceniza y durante el mismo los varones se disfrazan de mujeres y los niños de viejitos. Todos arman un bullicio al son de trompetas y tamboras, mientras se hace bailar a un muñeco de madera conocido como «Chepe». Merecen citarse las fiestas dedicadas a San Isidro Labrador, el 15 de mayo y el 15 de diciembre, cuando la imagen recorre todo el pueblo acompañada por tractores y caballos, y, como San Mateo, bendice los hogares y las cosechas.
EL EX MONASTERIO DE SAN MATEO
Sin duda, dicho templo es el polo alrededor del cual giran todos los acontecimientos del pueblo. Su fecha de construcción se remonta a la segunda mitad del siglo XVI, si bien el pueblo fue catequizado desde 1533.
Hay en la historia de este templo datos muy curiosos. Para darnos cuenta de su monumentalidad, baste decir que en 1965 su campana mayor fue trasladada a la Catedral Metropolitana. Otra característica interesante es que la misa aún se dice en latín, lo que hasta la fecha mantiene una división entre las congregaciones, pues en la sede parroquial, situada a pocas calles del antiguo ex convento, la misa se dice en español.
Los ex monasterios del norte de Morelos conservan muchos rasgos comunes, entre éstos las almenas que rematan los muros, como podemos ver en Tlayacapan, Yecapixtla y Atlatlauhcan, entre otros. Estos remates sugieren una función defensiva, pero lo que en principio pudo ser así, con el tiempo se convirtió en un estilo arquitectónico.
Mención especial merece, tanto en Atlatlauhcan como en otros templos de la región, su pintura mural. Aquí, la decoración se parece a la de Santo Domingo de Oaxtepec y a la de Yecapixtla. Hay muchos angelitos que parecen haber sido plasmados con los mismos moldes. Los hexágonos del claustro son muy similares entre Atlatlauhcan y Oaxtepec, pero los del primero tienen al centro la imagen del Sagrado Corazón y su color es entre rojo y sepia, mientras en los de Oaxtepec predominan los azules.
El ex convento de San Juan Bautista, en Yecapixtla, y el de San Mateo Atlatlauhcan podrían considerarse como los más próximos, no sólo en cuanto a cercanía, sino también en estilos. Su planta arquitectónica es casi idéntica, con la fachada mirando hacia el poniente y el claustro a su costado sur. Los dos poseen un atrio de grandes dimensiones con capillas posas. Las naves son muy semejantes, de gran altura y profundidad, aunque la de Yecapixtla tiene una mayor luminosidad interior por la luz que se filtra por su puerta lateral norte y por el rosetón por donde al atardecer penetran los rayos del sol hacia el altar.
La fachada de Atlatlauhcan, si bien no es espectacular, presenta rasgos interesantes. La sobriedad renacentista se combina con un reloj neoclásico en la parte superior -donado por Porfirio Díaz-, y que desde 1903 funciona perfectamente. Hay
un par de torrecillas en los extremos, poco más debajo de la espadaña, que remiten nuestra imaginación a un castillo medieval. La torre mayor está situada atrás de la fachada y sólo puede apreciarse bien por el costado norte o por encima de la bóveda.
A la izquierda del frontis se distingue, a manera de un pequeño templo, la capilla de indios, rematada también con almenas. A la derecha de la fachada está la entrada al claustro, precedida por la antigua portería que comunica al ex convento y a la Capilla del Perdón. Tanto la portería como la capilla tienen una excelente decoración en sus muros, iconografía que ha sido restaurada en parte y que muestra imágenes de San Agustín.
La puerta que comunica a la antigua portería con la Capilla del Perdón es un bello ejemplo de estilo mudéjar. Todas las puertas del claustro tienen el mismo diseño en sus arcos, pero carecen de la cantera labrada que luce aquél.
Desde la planta baja del claustro se puede bajar al segundo piso, pero antes de subir es recomendable visitar la nave del templo, a la cual se accede por una puerta lateral. El interior tiene escasa iluminación y es por la tarde cuando, a través de la entrada principal, penetra la luz hacia el altar, donde sobresale un ciprés neoclásico del siglo XIX.
Uno de los mejores detalles del interior son los vitrales de la puerta: en uno se observa a San Mateo con un arcángel, y en el otro, a Jesucristo. Este último es excelente y muestra en su pecho una imagen del Sagrado Corazón. El ábside nos permite admirar la decoración original, aunque en los demás muros de la nave hay una pintura azul que debe ocultar una decoración semejante.
Junto al altar, del lado derecho, está la entrada a la sacristía, donde se venera a la Virgen de Guadalupe. Llama la atención el grosor de los muros, que da una idea del enorme peso de la estructura que soportan.
Desde la parte superior, por encima de las bóvedas, no sólo es posible contemplar un paisaje extraordinario, también se pueden admirar los enormes volúmenes que le dan su aspecto de templo-fortaleza.
Por detrás de la espadaña, a la que se accede por un pasadizo donde apenas cabe una persona, se llega hasta
las campanas para leer algunas de sus leyendas. A pocos metros hay un puentecito que comunica a la torre donde se encuentra la campana mayor que lleva inscrito, entre otros lemas: «Al Patrón San Mateo». Cuando atardece, esta voluminosa estructura adquiere interesantes matices de luces y sombras y las siluetas de los volcanes se despejan de su bruma y entregan un cuadro de extraordinaria diafanidad.
SI USTED VA A ATLATLAUHCAN
Se puede llegar por la carretera México-Cuautla o por la ruta Chalco-Amecameca. Por la primera hay que llegar al libramiento norte de Cuautla y tomar en dirección a Yecapixtla. Por la segunda se va más directo luego de kilómetro y medio entre la carretera federal y la población, cuyo templo se observa desde antes de llegar al crucero.
El lugar es muy tranquilo y no cuenta con hoteles ni restaurantes, aunque estos últimos abundan en el camino.
Fuente: México desconocido No. 319 / septiembre 2003
¿Quieres escaparte a Morelos? Descubre y planea aquí una experiencia inolvidable