El histórico día en que Francisco Villa y Emiliano Zapata se conocieron

Francisco Villa y Emiliano Zapata se aliaron en contra de los constitucionalistas gracias a intermediarios. Sin embargo, se conocieron en persona durante un histórico día de 1914 en Xochimilco.

Constitucionalistas contra convencionistas: la división de los revolucionarios

Estaba hecho. Victoriano Huerta, había dado un golpe de estado en contra del gobierno de Francisco I. Madero. Las consecuencias resultaron atroces: Madero fue derrocado y luego asesinado. Por su parte, Huerta se instaló el 20 de febrero de 1913 en el Palacio Nacional. De manera ilegítima, se había convertido en presidente.

Sin embargo, a pesar de que la mayoría de los poderes de los estados mexicanos habían aceptado a Huerta. Hubo importantes excepciones como el gobernador de Coahuila: Venustiano Carranza. Además, las antiguas fuerzas revolucionarias tampoco estaban satisfechas con el nuevo régimen. Así que, otra vez iniciaron los levantamientos armados. Por el norte, Francisco Villa y por el sur, Emiliano Zapata.

Después de una serie de cruentas batallas, Huerta estaba a punto de perder la silla presidencial. Sin embargo, antes de que su caída se consumara y debido a la diferencia de intereses, los líderes revolucionarios se habían dividido. Por un lado, quedaron los constitucionalistas, conformados por Carranza y sus seguidores –entre ellos Álvaro Obregón–, y por otro, los conocidos como convencionistas, es decir, las fuerzas de Zapata y de Villa.

Estos últimos estaban en contra de que Carranza se convirtiera en presidente así que optaron por aliarse pero, debido a las circunstancias, lo hicieron de manera indirecta. Y es que no se conocían en persona, solo mantenían contacto gracias a sus consejeros y representantes. No obstante, esto cambió un histórico día de 1914 en Xochimilco.

El día que Francisco Villa y Emiliano Zapata se vieron por primera vez

Villa no tenía dudas, vencerían a Obregón y a Carranza. Por ello, hubo un avance paulatino de su ejército y del de Zapata hacia la capital de la República. Mientras tanto, los constitucionalistas habían retrocedido hacia Puebla y Veracruz. Así que aquellos caudillos de sombreros amplios, aprovecharon para conocerse y consolidar su alianza.

Sucedió un histórico 4 de diciembre de 1914. Villa había dejado a sus hombres en Tacuba y se encaminó hacia Xochimilco, donde estaba Zapata. El Centauro del Norte fue bien recibido. Aunque, según nos contó el historiador Hugo Martínez Acosta, los dos personajes, pese a ser grandes líderes e imponentes hombres, se mostraron tímidos y no sabían qué decirse.

Sin embargo, después de algunos minutos intercambiaron palabras y se abrazaron. Luego decidieron retirarse hacia un cuarto privado para firmar el famoso Pacto de Xochimilco en el que formalizaban su alianza. Asimismo, discutieron las siguientes estrategias militares y los movimientos que darían para completar la derrota en contra de los carrancistas.

También se cuenta que, días después, los caudillos recorrieron las calles principales de la Ciudad de México, comieron en la Ópera –donde está enmarcado el famoso balazo que Pancho Villa tiró hacia el techo– y visitaron el Palacio Nacional. Fue precisamente en este último recinto donde Villa decidió sentarse en la silla presidencial y Zapata a su lado, quedando inmortalizado este momento en una fotografía que todos los mexicanos conocemos.

El final inesperado

Finalmente y en contra de las grandes expectativas que tenían sobre su fuerza militar, los ejércitos de Zapata y Villa fueron mermados y, eventualmente derrotados. Carranza se convirtió en presidente en 1917 y dos años después, Zapata fue fusilado. Mientras tanto, Villa vivió un poco más pero en 1923 también fue emboscado y asesinado.

No obstante, tanto Villa como Zapata dejaron un legado que debe sobreponerse a los límites del tiempo y ser reivindicado pues, si algo nos enseñó Pancho Villa es que «el país debe ser gobernado por alguien que realmente quiera a su gente y a su tierra» así como Zapata sostuvo que «si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno«.

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