El libro, algo más que un objeto de papel
Contenedores del saber universal, los libros nacieron cuando el hombre decidió dejar registrados sus conocimientos filosóficos, científicos y artísticos. ¡Aprende un poco más sobre su origen y evolución!
Tanto el libro como su elaboración poseen una vasta historia concerniente a los procedimientos de reproducción, materiales de soporte, formatos, encuadernación e ilustración, reflejándose en él la época social, cultural, económica, política y artística que ha vivido el hombre a través de la historia.
El libro puede ser definido, en términos generales, como el conjunto de hojas de papel, pergamino, vitela u otro material; en blanco, manuscrito o impreso; cosido o engomado y protegido con cubiertas de papel, cartón, pergamino o algo más, para formar un volumen. En términos intelectuales, el libro es la obra científica o literaria de suficiente extensión para formar uno o más volúmenes completos o bien independientes. Artísticamente, será el objeto creado como fruto de la integración ideal de diseño expresivo con técnica refinada, cuya percepción involucra los sentidos con el pensamiento. Para un encuadernador, el libro es el conjunto de elementos estructurales y estéticos que funcionan armónicamente como un todo. Sin embargo, podrían hablarse de tantas definiciones del libro como papel ha desempeñado a lo largo de la historia de la humanidad.
Durante laEdad Media un libro, como mensajero del texto, podía tener cualidades espirituales o mágicas. Para un literato de la época fue la preciada unión con las palabras de los autores muertos y, en contraposición, para aquellos que no sabían leer, el libro estaba investido de misterio siendo un objeto de temor. Dentro de los monasterios, los primeros libros cristianos fueron atesorados como reliquias de santos. Alrededor del año de 1150 los escribanos e ilustradores seculares profesionales empezaron a tomar el negocio del libro en sus manos, y para el siglo XIII se fundaron los primeros talleres de producción libráica. A partir de entonces, el libro ha sido considerado como una fuente de ingresos ya sea para el autor, el editor o los libreros.
El arte de la encuadernación
Por definición, encuadernación es el «procedimiento que tiene por objeto unir entre sí las hojas del libro para facilitar el uso de éstas y procurar su conservación». A esta definición había que añadir que es también la vestimenta atractiva que lo presenta. Es parte integral del libro, un elemento de su contenido, parte del concepto. Por ello, tanto en grandes ediciones como en piezas únicas, la encuadernación debe armonizar en la concepción de la obra terminada.
La historia de la encuadernación puede ser estudiada a través de los diseños y estilos empleados en la decoración de la misma, ya que éstos siguen los lineamientos marcados por el momento histórico en el que cada volumen fue producido y encuadernado. Aunque es fácil pensar que la encuadernación es un oficio que se aprende por repetición de un proceso monótono, es difícil de imaginar la gran cantidad de elementos estructurales que cada libro guarda en su intimidad y que deben trabajar en conjunto para que éste cumpla su objetivo de transmisor. Esta armonía únicamente puede ser lograda mediante un conocimiento profundo y detallado de la anatomía del libro y un habilidad manual especializada. Todo esto, aunado a un gusto refinado para la selección apropiada de los materiales que formaron parte de la colección del libro, dará como resultado, indudablemente una pieza bella y funcional.
Desgraciadamente, la creciente demanda de libros y la búsqueda del abaratamiento de los costos, ha provocado que la encuadernación haya ido en decadencia en cuanto a estructura y cuidados estéticos. El libro industrial, por tales motivos, nace con una estructura débil y, sin menospreciar el intento por lograr un recubrimiento atractivo u original, no deja de ser frío e impersonal. Únicamente en la existencia de los encuadernadores artesanales está la esperanza de poder dotar a estos libros de una estructura adecuada y, de ser necesario o sugerido por el sueño del volumen, proporcionarle un recubrimiento más apropiado.
Actualmente el libro vive una época de revalorización como objeto expresivo, como testigo vivo de la historia de la humanidad. Esto ha contribuido a desarrollar para su conservación técnicas especializadas de encuadernación conservativa, que, a diferencia de la encuadernación «tradicional», según explica el conservador Gary Frost, «ésta es concebida y ejecutada para que predominen los principios de conservación en todos los detalles. La estructura es para sostener y proteger las hojas del texto; todo el trabajo es inocuo a las hojas originales, y la apariencia final posee el espíritu de las otras producidas en la época en que fue originado el texto».
La restauración de libros
Se refiere a la intervención necesaria y reversible para restablecer las características funcionales y estéticas del volumen, respetando su integridad con el fin de que conserve su objetivo: transmitir. El origen de la restauración de libros se dio de forma diferente al resto de los bienes artísticos e históricos, por ser considerados, estos últimos, de manera periférica desde el punto de vista cultural. Sin embargo, aunque hace siglos que se practica la restauración de libros ésta aún no se ha configurado como una disciplina autónoma.
En 1904, con el incendio de la Biblioteca Nacional de Turín, la restauración científica tiene un renacer luego de un periodo de letargo, y se fortalece con la creación del «Instituto de Patología del Libro». En este proyecto trabajaron, de forma conjunta y estrecha, científicos y bibliotecarios y lograron poner la química y la biología al servicio específico del libro. En 1966 Florencia se vio azotada por un fuerte aluvión que mancilló sin piedad los fondos bibliográficos de toda la ciudad, marcando el resurgimiento a escala mundial del debate referente a la restauración de libros. Aún ahora, se considera la experiencia florentina como una verdadera revolución.
Los primeros restauradores de libros fueron aquellos que se habían formado dentro de los talleres de restauración de papel. Allí adquirieron, de forma personal y empírica, limitados conocimientos sobre encuadernación, y aplicando las técnicas de conservación y restauración del papel, incursionaron en el campo del libro. Cuando los problemas de encuadernación eran mayores, los volúmenes eran enviados a los talleres de los encuadernadores de oficio quienes poseían escasos conocimientos de conservación y de estructura del libro.
En 1997, la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía «Manuel del Castillo Negrete» (con sede en la Ciudad de México), consciente de la problemática que representa el abandono de nuestros acervos bibllográficos en manos inexpertas, incluyó la materia de restauración de libros y encuadernación conservativa dentro del plan de estudios de la licenciatura de restauración de bienes muebles, durante el semestre destinado al estudio del papel. El programa de esta materia fue desarrollado con el objetivo general de dar al alumno un acercamiento a la encuadernación conservativa y proveerle de herramientas suficientes para intervenir, de manera certera y ética, los volúmenes que pudieran llegar a sus manos. A raíz de esto, los alumnos han mostrado gran interés por trabajar e investigar más sobre el libro y la encuadernación, de tal forma que ya están desarrollando tesis cuyo protagonista es el libro.
Sin embargo, debido a la complejidad que presenta el libro tanto en el conjunto de materiales empleados en su elaboración como en la variedad de elementos que conforman su estructura, y en virtud de que el libro empieza a ser revalorizado en nuestro país, dicha institución ha propuesto un semestre completo dedicado al estudio de éste. El objetivo es formar licenciados altamente capacitados en el área del libro: su encuadernación, conservación y restauración, y de esta forma tener la seguridad de que nuestros acervos bibliográficos serán finalmente atendidos por manos formadas para tan digno fin.
El deterioro de los libros
El libro, como hace mención Umberto Eco: «es una criatura frágil, se desgasta con el tiempo, teme a los roedores, resiste mal la intemperie y sufre cuando cae en manos inexpertas». Debido a su naturaleza destructible, el libro debe enfrentar diariamente y a toda hora a aquellos enemigos que, de manera amenazadora y despiadada, pueden hacer de éste una especie extinta. El sol, la luz, el aire, la humedad, el polvo y los agentes contaminantes tienen acciones devastadoras sobre estos nobles objetos. Los bibliófagos tales como la polilla o el pez de plata, encuentran en ellos un festín, un manjar exquisito para sus exigentes paladares. Y qué decir del maltrato al que son sometidos por usuarlos irrespetuosos o bibliotecarios inclementes, para quienes el libro es tan cotidiano que han despreciado su valor. Además de todo esto el libro, como cualquier ente vivo, sufre la degradación propia de los materiales empleados en su elaboración; así sus hojas van adquiriendo un color amarillo, sus tapas pierden los fulgores de la juventud, y sus lomos y puntas se van desgastando, como bien dice Italo Calvino «en el rápido otoño de las Bibliotecas».