Mar de Cortés entre La Paz y Loreto.
“Pues la pesca apenas si está dando. La sobreexplotación, la falta de control de las embarcaciones que existen en todo el Mar de Cortés y la pesca ilegal, como la de los buzos nocturnos que realizan a cada rato con compresor, pues ha hecho que la pesca sea cada vez menos pa’todos los que estamos por esta zona...”. Así se expresa Juan Cuevas Díaz, el mayor de los once hijos del matrimonio de don Juan Cuevas Ramírez y doña Paula Díaz, quienes en 1916 decidieron establecerse en el pequeño islote “El Pardito” -o “El Coyote”, como se conoce en las cartas de navegación del Mar de Cortés-, ubicado entre las islas de San Francisco y San José, al noreste de La Paz, capital de Baja California Sur. Actualmente, junto con tres de sus hermanos, Juan mantiene la tradición de pescador heredada de su padre y la transmite a sus hijos, que a su vez intentan continuarla entre sus descendientes. Sin embargo, ahora la actividad comienza a generar dudas, y les ha hecho preguntarse si aún existe futuro para los niños y los jóvenes pescadores de hoy, pues quizá mañana tendrán que buscar otras formas de subsistencia.
“Pues la pesca apenas si está dando. La sobreexplotación, la falta de control de las embarcaciones que existen en todo el Mar de Cortés y la pesca ilegal, como la de los buzos nocturnos que realizan a cada rato con compresor, pues ha hecho que la pesca sea cada vez menos pa’todos los que estamos por esta zona…”. Así se expresa Juan Cuevas Díaz, el mayor de los once hijos del matrimonio de don Juan Cuevas Ramírez y doña Paula Díaz, quienes en 1916 decidieron establecerse en el pequeño islote “El Pardito” -o “El Coyote”, como se conoce en las cartas de navegación del Mar de Cortés-, ubicado entre las islas de San Francisco y San José, al noreste de La Paz, capital de Baja California Sur. Actualmente, junto con tres de sus hermanos, Juan mantiene la tradición de pescador heredada de su padre y la transmite a sus hijos, que a su vez intentan continuarla entre sus descendientes. Sin embargo, ahora la actividad comienza a generar dudas, y les ha hecho preguntarse si aún existe futuro para los niños y los jóvenes pescadores de hoy, pues quizá mañana tendrán que buscar otras formas de subsistencia.
LA EXPEDICIÓN DE VIGILANTES DEL MAR
En su tercer año de investigación por el Mar de Cortés, y en particular por la franja que comprende la zona entre La Paz y Loreto, el organismo ecológico no gubernamentalSea WatchoVigilantes del Mar, realizó el verano pasado una expedición de ocho días, capitaneada por su presidente y fundador Mike McGettigan a bordo delÁmbar III, gracias a la cual pudimos vivir nuevamente tan inolvidable experiencia.
El propósito de la expedición fue monitorear la producción pesquera a través de entrevistas a los pescadores de las comarcas que visitamos, así como a los que se encontraban en plena faena de pesca en sus pequeñas y deterioradas embarcaciones. En estas últimas, cinco, seis y hasta ocho tripulantes, prácticamente apiñados con provisiones mínimas y sufriendo las inclemencias del sol y las naturales inconveniencias de su situación, se aventuraban desde las costas de Sinaloa en travesías que podían durar de dos semanas hasta cuatro o cinco meses en busca del “huacho” o huachinango, o de cualquier otra especie que les permitiese subsistir. “…porque allá en Topolobampo no hay más que un cerro, “El Farallón”, pero pescado en sí, ya no hay, ya se acabó, y por eso tenemos que venir para acá…”, nos decía Rubén Walter, capitán delPopeye, cuando navegaba muy cerca de la isla de Santa Cruz. Luego nos topamos con otras cinco embarcaciones similares, cuyos tripulantes y pescadores nos daban respuestas parecidas: “…este año no hay camada, pero además, ya no es lo mismo que hace cinco o siete años, parece que tendremos que cambiar de oficio si sigue así de escasa la pesca…”, se lamentaba Socorro Luna, a bordo delHalcón de la Costa, vetusta embarcación de poco más de 7 m de eslora en la que viajaban como sardinas siete pescadores sinaloenses de rostros cansados y curtidos por el omnipresente sol de alta mar.
LAS REDES, TRAMPAS LETALES
Otro común denominador en los comentarios de los mismos pescadores, fue que el uso y abuso indiscriminado de las redes, o “chinchorros”, ha perjudicado la actividad pesquera. Un considerable número de estas redes permanecen abandonadas, atoradas en las rocas, ocasionando que a su alrededor las aguas queden “cebadas” por la descomposición de los peces atrapados, lo cual ahuyenta a los cardúmenes y a otras especies rentables. Sin embargo, muchos pescadores continúan practicando este método por la misma necesidad de resolver su situación inmediata, sin medir las consecuencias futuras.
UN MUNDO SUBMARINO QUE PIERDE COLOR
Pero no sólo los testimonios de los pescadores dan cuenta de la situación en este Golfo de California (paradógicamente aún representa más del 50% de la producción pesquera de toda la República mexicana), también los atractivos submarinos de las cerca de 850 especies, entre las que se encuentran las más apreciadas por los buzos, como los tiburones martillo, las mantas gigantes o el tiburón ballena -el pez más grande del planeta-, han dejado de ser frecuentes en los sitios usuales, al grado de que ya es una verdadera suerte encontrarse con alguno de estos majestuosos seres.
El Mar de Cortés ya no constituye, como antes, el gran imán para el buceo recreativo que genera importantes divisas a la economía del estado.
En las más de quince inmersiones que realizamos durante la travesía, extrañamos la abundancia a la que estos lugares nos había acostumbrado.
EL GOBIERNO TOMA CARTAS EN EL ASUNTO
No podemos olvidar, por otra parte, los recientes fenómenos naturales que han fustigado al planeta y que para bien o para mal han prolongado sus efectos hasta aquí. Pero quizá lo más importante, independientemente de los impredecibles vuelcos de la naturaleza, es que la alerta amarilla comenzó a encenderse y las autoridades federales y estatales por fin comienzan a gestar lo que promete ser la gran cruzada: el programa de Aprovechamiento Sustentable del Mar de Cortés, el cual representa una luz de esperanza en la recuperación de esta gran fuente de vida.
ESTADÍSTICAS OPTIMISTAS DE BCS
Baja California Sur es la entidad con más kilómetros de litoral en México. El mar la rodea por todos lados a excepción de su límite con Baja California. Es el estado con menor densidad de población por kilómetro cuadrado, totalizando poco más de 400 mil habitantes. Su producción pesquera depende de su infraestructura, que es limitada, pero sus estadísticas son alentadoras: la producción total de 1994, que incluye desde la captura de abulón, atún, calamar, sardina, pulpo, escama en general, almeja y otros, hasta la producción sin registro oficial, sumó 101 586 ton, habiéndose incrementado a finales de 1997 en casi un 100%. Lo anterior parece contradecir a los pescadores entrevistados, pero sucede, según afirman las autoridades y algunos expertos en sociología, que la demanda alimenticia creció más allá del 100% en cuatro años, al igual que el número de pescadores. Se calcula que tan sólo en el Golfo de California existen 12 mil embarcaciones de pesca comercial registradas, pero extraoficialmente se sabe de más de 30 mil, por lo que es ya imprescindible un programa de censo y control.
A pesar de que el crecimiento demográfico continúa su imparable ritmo, el Mar de Cortés puede ser aprovechado sabiamente si se planean con mayor cuidado las capturas y se establecen reglas más claras para el uso de las artes de pesca, si se instrumentan sistemas de control y vigilancia más eficaces, pero sobre todo si se educa y capacita al pescador y, al mismo tiempo, se desarrollan campañas de concientización que generen entre los permisionarios y los consumidores un espíritu de preservación en beneficio de las siguientes generaciones.
PARQUES NACIONALES, POSIBLE SOLUCIÓN
En el Mar de Cortés y particularmente frente a las costas de Baja California Sur se han decretado dos parques nacionales marinos o áreas protegidas: Bahía de Loreto y Cabo Pulmo. El primero se sitúa frente a Loreto, cuna de las misiones jesuitas y antigua capital de las Californias, y fue convertido en reserva en julio de 1996. Con una superficie que abarca más de 206 mil ha, incluyendo las islas de Coronado, Del Carmen, Danzante, Montserrat y Santa Catalina, esta zona protegida surge como contrapeso a la anarquía que provocan las embarcaciones camaroneras y de cualquier tipo provenientes tanto de los estados vecinos como de otros puntos de la misma Baja California Sur, y que al utilizar toda clase de artes de pesca hicieron que los efectos de la depredación fueran incontenibles. Ahora se pretende, con un plan de manejo elaborado por la Universidad Autónoma de Baja California Sur, dar inicio a una nueva era en la recuperación de la fauna marina y de la peca en esta bellísima zona, que además sirva de ejemplo a todo el Golfo de California.
En relación con Cabo Pulmo, al norte de los Cabos, considerado como el único arrecife natural en toda la costa del Océano Pacífico norte, es de esperarse que su designación como parque nacional propicie una mayor conciencia conservacionista entre los buzos que suelen acudir a admirar su belleza indescriptible.
LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL
Para muchos el Mar de Cortés es un mar en agonía, en crisis irreversible, que dará sus últimos estertores en los próximos quince o veinte años. Para otros, más optimistas, ya se puede ver la luz al final del túnel. Las autoridades comienzan a reaccionar. La racionalización de la explotación y el reposo que requiere este mar, necesitará de alternativas de subsistencia para miles de pescadores. El ecoturismo, la acuacultura, el buceo y la actividad turística son, sin duda, opciones de gran alcance mientras el Golfo pueda recuperarse y volver a ser aquel que maravilló a los legendarios Ramón Bravo, Jacques Cousteau, Ray Cannon y tantos otros, con su abundancia e interminable producción de vida y color.
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