El Museo de las Aves de México (Coahuila)
Ubicado en las calles de Hidalgo y Bolívar, a sólo tres cuadras al sur de la catedral de la ciudad de Saltillo, Coahuila, se yergue el antiguo Colegio de San Juan que fue fundado por sacerdotes jesuitas en 1892.
Por sus aulas desfilaron distinguidas figuras como don Francisco I. Madero, los hermanos Alessio Robles, Carlos Pereyra y Arturo Tolentino entre otros. Inicialmente, este edificio constaba de dos alas, pero en la década de los cincuenta le fue agregado un vestíbulo de dos pisos construido al estilo clásico de la época, que las unía y en donde se instalaron las oficinas del Congreso del Estado. Posteriormente fue sede de las policías Judicial Federal y Judicial del Estado, y por último fue ocupado por dependencias federales como la Secretaría de la Reforma Agraria y la Confederación Nacional Campesina hasta su afectación para ser restaurado.
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Ubicado en las calles de Hidalgo y Bolívar, a sólo tres cuadras al sur de la catedral de la ciudad de Saltillo, Coahuila, se yergue el antiguo Colegio de San Juan que fue fundado por sacerdotes jesuitas en 1892. Por sus aulas desfilaron distinguidas figuras como don Francisco I. Madero, los hermanos Alessio Robles, Carlos Pereyra y Arturo Tolentino entre otros. Inicialmente, este edificio constaba de dos alas, pero en la década de los cincuenta le fue agregado un vestíbulo de dos pisos construido al estilo clásico de la época, que las unía y en donde se instalaron las oficinas del Congreso del Estado. Posteriormente fue sede de las policías Judicial Federal y Judicial del Estado, y por último fue ocupado por dependencias federales como la Secretaría de la Reforma Agraria y la Confederación Nacional Campesina hasta su afectación para ser restaurado. Hoy, aproximadamente un siglo después de su fundación, este edificio inicia una nueva trayectoria en el campo de la educación, al hacerse realidad el acariciado anhelo del naturista excepcional: don Aldegundo Garza de León.
Distinguido saltillense, don Aldegundo empezó a colectar aves hace 42 años, por afición y por amor a la naturaleza. Comerciante de profesión desde los 19 años, ha ocupado diferentes cargos hasta llegar a ser presidente de la Canaco. Don Aldegundo ha viajado por toda la República en busca de aves y ha tenido múltiples experiencias en el proceso: desde permanecer empapado por varios días y dormir en la selva, hasta recibir un balazo por accidente, y nos explicó que para obtener un ave se necesita paciencia de santo, ya que es necesario permanecer por muchas horas y a veces días, agazapado en un escondite esperando que aparezca. El taxidermista Pedro Fuentes le preparó sus primeras piezas, y él aprendió tan bien que después le ayudaba cuando se le acumulaba el trabajo. La taxidermia no es un asunto fácil porque debe conservarse la piel del ave lo más intacta posible, conocerse sus rasgos para mantener las proporciones de todas las partes del cuerpo, seleccionar el tamaño y color adecuado de los ojos, y conocer algo de su comportamiento para poder montarlas en una posee adecuada, que se vea natural para esta especie.
Los conocimientos de don Aldegundo han traspasado fronteras, y su asistencia ha sido requerida por ornitólogos del Museo Smithsoniano para la clasificación de la avifauna mexicana. Prácticamente todos los tratados de ornitología de México mencionan y agradecen su colaboración. Hay incluso algunas aves que llevan su nombre, por ejemplo la subespecie del carbonerito mexicano que habita en la Sierra Madre Occidental, cuyo nombre científico esParus scalteri garzaien honor a él. Don Aldegundo colecta sólo uno o dos ejemplares por especie para conservarlos y permitir que el público en general los conozca. En su propia casa fue montando su exposición que gustosamente mostraba a personas interesadas. El tamaño y la fama de su colección fueron creciendo, y del mismo Saltillo, del resto de la República y hasta del extranjero llegaba gente a su casa para que les mostrara el “Salón de las Aves” que ahí tenía, hasta que este espacio ya no fue suficiente y empezó a buscar la manera de establecer una exhibición formal.
El 1o. de abril de 1993, el Congreso del Estado se comprometió a entregar el Colegio de San Juan con las instalaciones necesarias para el museo y dar mantenimiento y seguridad a la colección mientras ésta no se retirara del recinto. A su vez, don Aldegundo se comprometió a entregar más de 1 500 aves de su colección, con la condición de que se conservaran en buen estado, sin sustraer ningún ejemplar y con la promesa de apoyar la colecta de las especies mexicanas representativas que aún faltaban y que no estuvieran amenazadas o en peligro de extinción. Los arquitectos Yani Herreman y Javier Sánchez, asesorados por el arquitecto Jaime López Alanis del Instituto Nacional de Antropología e Historia, fueron los encargados de que los trabajos de reconstrucción se hicieran con estricto apego a la estructura original del edificio, respetando los estilos de las dos épocas en las que fue construido. Los trabajos se realizaron en poco tiempo considerando el estado en el que se encontraban las instalaciones.
EL MUSEO
En agosto de 1993 empezaron los trabajos de museografía. El arquitecto Eduardo Uribe bajo la supervisión de la arquitecta Yanni Herreman fue el encargado de este diseño que incluía, además de la construcción de nichos, vitrinas y dioramas, el montaje de la exposición. El resultado es un museo interactivo con espacio para la cultura y las artes. La parte artística es un elemento muy importante y a la vez difícil, ya que se pretende reproducir ambientes naturales utilizando el menor material posible. La razón de esto es que las vitrinas se encuentran prácticamente selladas para evitar la entrada de polvo y la proliferación de organismos que puedan dañar a los especímenes, y los materiales naturales tales como troncos, ramas, hojas, etcétera, constituyen un ambiente ideal para el desarrollo de estos organismos. Por tal motivo, podemos encontrar cactos de plástico, follaje de seda, humedales hechos con resina, y plantas pintadas sobre las paredes de los dioramas.
Además, en todos los pasillos se colocaron sensores de movimiento que activan la iluminación, de manera que las aves se encuentran iluminadas solamente cuando hay alguien frente a ellas, ayudando de esta manera a la conservación de los colores y calidad del plumaje. El señor Emilio Zertuche, fotógrafo y escritor, elaboró el catálogo de las piezas que se exhiben actualmente en el museo.. Cada ficha consta de una fotografía del ave junto a una tabla de colores, además de un escrito con la fecha de colecta, nombre científico, nombres comunes, señas particulares, comentarios y número de ejemplar. Este catálogo constituye un valioso documento de consulta para estudiantes y especialistas.
El 15 de noviembre de 1993 fue inaugurado el Museo de las Aves de México. La exposición consta de 1 548 ejemplares pertenecientes a 670 especies de 84 familias de aves. La única ave que no pertenece al continente americano es una avestruz, que se utiliza junto con un colibrí para ilustrar los extremos en tamaños de aves.
LA EXPOSICIÓN
La exposición está dividida en varias salas con diferentes temas. Al entrar a la primera nos recibe una majestuosa águila dorada, símbolo de nuestro lábaro patrio, la cual parece que en cualquier momento va a remontar el vuelo. En esta sala nos enteramos del origen de las aves, de cómo son y de sus diferentes tamaños, formas y colores. Hay nichos con aves de plumaje brillante al lado de aves de plumaje inconspicuo, con explicación de las razones para cada uno. Se muestran las diferencias en los picos de las aves, y su razón de ser. Más adelante se exponen especímenes en posición de vuelo, y se explican las diferencias entre las formas de sus alas y colas de acuerdo al tipo de vuelo que realizan. En cuanto al dimorfismo sexual, es decir las diferencias entre machos y hembras, se muestra gráficamente cómo en la mayoría de las aves el macho tiene colores más brillantes llamativos, con el objeto de que las hembras no atraigan la atención de posibles depredadores al nido, y que éstos puedan en un momento dado distraer a los mismos. En esta sala hay también una sección sobre los aparatos y sistemas, en la que podemos observar algunos ejemplares al lado de esqueletos de aves de su misma especie, y se explica que el esqueleto de las aves es muy resistente, ligero, con bolsas de aire, y básicamente fijo a excepción del cuello y las articulaciones de alas y patas.
También se explica cómo los sentidos se desarrollan más de acuerdo a la función que cumplen. Nos enteramos así que el olfato está muy desarrollado en los carroñeros como zopilotes y gaviotas, la vista se encuentra muy desarrollada en las aves nocturnas, y el oído es particularmente importante para aves que se alimentan de termitas como los pájaros carpinteros y las cazadoras nocturnas. Más adelante encontramos información acerca de la conducta de las aves. En esta sección se muestran interesantes explicaciones gráficas sobre vuelos, bailes y despliegues que hacen algunas aves para atraer a sus parejas. Encontramos también una exhibición de nidos naturales y crías de diferentes especies, que ilustran los diferentes tamaños, ubicaciones y formas de los nidos de algunas especies. Aquí podemos ver materiales sólidos de desecho como pedazos de trapo, plástico y hasta pañales desechables con los que algunas aves forran sus nidos, debido a la proliferación de tiraderos de basura expuestos al aire. Una vitrina muy interesante nos muestra el parasitismo de algunas aves, que ponen sus huevos en nidos de otras especies para que éstas los críen. Prosiguiendo con la visita nos encontramos una exhibición de huevos de todos tamaños y colores, desde el de una avestruz hasta el de un colibrí, y posteriormente se muestran los diferentes hábitos alimenticios de las aves. En la siguiente sala el tema son las aves de México, sus rutas migratorias, sus movimientos, etcétera, y se explican gráficamente las diferencias entre aves migratorias, residentes y endémicas.
En otra sección encontramos a las aves de México en sus distintos ecosistemas, con información de los mismos sobre un mapa del país. Así vemos un manglar y las garzas y otras aves que lo habitan. La vitrina que muestra la selva tropical alta no sólo es imponente en su tamaño, sino también por la variedad de aves que ahí se exhiben. En ella podemos observar el pavo ocelado, tinamues, chachalacas, loros, pájaros carpinteros, hocofaisanes y varias rapaces incluyendo un águila arpía y otras más que habitan en el dosel o nivel superior. En la misma sala se exhiben hábitat especializados como el de algunas rapaces y las cotorras serranas que habitan en barrancas o desfiladeros, y hábitat generalizados con aves de amplia distribución que encontramos básicamente en todo el país, tales como tordos, chorlitos y aguilillas colirrufas. Posteriormente se muestran las diferencias entre el día y la noche en un mismo hábitat. Siguiendo con los ecosistemas hay excelentes representaciones de costas, mares y marismas con las aves que los caracterizan, tales como pelícanos, fragatas, gaviotas, patos, garzas, tildillos, etcétera. Más adelante se nos muestran algunas aves colonizadoras de áreas urbanas como las palomas, tordos, zanates y gorriones. En la sala tres se exhiben aves migratorias acuáticas, de invierno, y nidificantes. Adicionalmente podemos observar aves en vuelo y sus diferentes formas de volar, velocidades y alturas. Posteriormente hay un pasillo oscuro con nichos en ambos lados, en donde hay una exposición óptica y auditiva.
Por medio de un excelente sistema de audio, escuchamos los cantos y llamados de diferentes especies al tiempo que se iluminan los nichos que las contienen. Los ejemplares que aquí se presentan son cambiados con frecuencia, de acuerdo a los llamados y cantos que se vayan consiguiendo. En seguida hay una interesante vitrina que imita la descarga de un drenaje industrial en un río contaminado. En esa vitrina se muestras varias aves comiendo desperdicios y una muerta, concientizando así al público sobre los efectos que la ingestión de desechos puede ocasionar en la fauna. En la última sala de la exposición hay tres nichos centrales donde se observan ejemplares de especies amenazadas. En éstos se proporciona información acerca de su rango, características y razones por las que se encuentran en peligro. En esta sección hay un pequeño espacio donde se proyectan video relacionados con aves en peligro de extinción. Adicionalmente, a través de toda la exposición se encuentran varios monitores en donde continuamente se exhiben videos sobre diferentes temas como migración, aves rapaces, aves de la selva, etcétera.
UNA LABOR EDUCATIVA
A través de toda la exposición el público va tomando conciencia no sólo de la gran riqueza de la avifauna que existe en México, sino también de los problemas que sus poblaciones están teniendo, como la pérdida de hábitat, la cacería indiscriminada, la captura para su venta, etcétera. Aparte de la exposición, el Museo de las Aves tiene un auditorio para eventos artísticos y culturales, un laboratorio de taxidermia, un área pedagógica y cafetería para el público en general, además de una colección científica abierta exclusivamente con fines de investigación. En el área pedagógica se cuenta con instalaciones y materiales educativos que sirven para reforzar el conocimiento adquirido en las salas. Esto es particularmente útil durante las visitas de grupos escolares, que constituyen el 25% de los visitantes. Aquí los jóvenes y niños pueden desarrollar diferentes tipos de actividades y juegos de acuerdo a su edad. Adicionalmente, se proyecta la construcción de varios en el jardín central, para exponer animales vivos, contando con la asesoría del señor Miguel Álvarez del Toro, reconocido científico mexicano. El museo ha tenido un éxito rotundo; en los primeros cuatro meses recibió a más de 80 000 visitantes que fueron atendidos por 14 empleados y más de 20 guías voluntarios. Esto se debe en parte al gran interés que ha despertado en todos los niveles sociales y culturales, y al buen manejo que está teniendo.
Fuente: México desconocido No. 216 / febrero 1995
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