El niño mexicano a través de la lente de Nicolás Triedo
En un país como éste, donde confluyen de manera misteriosa idiomas diversos, formas religiosas múltiples y razones étnicas distintas, la niñez se torna en hilo conductor de la historia plena; en ella se patentiza de forma natural el pasado de una nación entera, al mismo tiempo que un devenir incierto.
La presencia de la niñez en la narración fotográfica de México ha sido una constante sutil y en ocasiones tremenda. Recordemos, sólo como un ejemplo, los disparos revolucionarios de los hermanos Casasola, que capturaron con suma profundidad esos rostros infantiles en medio de la “bola”, o el trabajo del fotógrafo veracruzano Joaquín Santamaría hacia la primera mitad del siglo anterior. Seguramente, los fotógrafos documentalistas como Nicolás Triedo, al paso de los años poseen en sus archivos un arsenal de imágenes donde aparecen niños.
Triedo es un fotógrafo que ha recorrido, en un férreo trabajo de documentación visual, los parajes y los pueblos de la república. Cámara en mano ha retratado los rostros y las festividades, en una labor de casi 20 años, en una lenta búsqueda de la belleza natural y de otros temas excepcionales. Cuando el viajero llega a una población pequeña es recibido ante todo por sus niños, mediante los cuales le es posible conocer aquellos aspectos fascinantes relacionados con sus costumbres, concepción del mundo, historias fantásticas y sueños.
La niñez es transparente, luminosa, diáfana. Pero, sin duda, para lograr un retrato emotivo, primero, hay que establecer una relación inteligente de comunicación. Eso lo sabe bien Nicolás, que en cuanto a su obra de autor se ha concentrado ante todo en la experiencia del retrato. Y porque cuando una cámara fotográfica aparece en escena, pueden suceder dos cosas: los niños corren despavoridos o se acercan y participan de un juego importante y personal, que tiene que ver con la aceptación de la propia identidad, como apuntase en uno de sus trabajos el también fotógrafo Sebastiao Salgada.
Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), más de 40% de la población mexicana está conformada por niños y jóvenes menores de 18 años. En México, a nuestros niños les decimos escuincles, morritos, mocosos, chavitos… Nicolás Triedo nos presenta algunos ejemplos de imágenes de niños, una niñez pluriétnica captada a través de la lente en puntos muy diferentes de la nación, desde las costas de Oaxaca y Guerrero, y ascendiendo por las vertiginosas cumbres del estado de Chihuahua. Imágenes que hablan de un país lleno de chamacos – también así se les llama-, repleto de color y saturado de luz.
NICOLÁS TRIEDO
Escritor, periodista y fotógrafo. Ha colaborado en importantes publicaciones dentro y fuera de México, entre las que destacan Las Barrancas del Cobre, Mar de Cortés, De Indios y de Fotógrafos, Las Rutas de la Luz, así como artículos y colaboraciones en importantes publicaciones nacionales e internacionales como La Fotografía de Barcelona, National Geographic, Escala, Artes de México, Geomundo, México desconocido y Kaleidoscopio Kodak, entre otras. Cuenta también con dos catálogos personales: Rarámuri, ensayo fotográfico sobre las comunidades tarahumaras de Chihuahua, y Ébano, documento sobre africanía mexicana.
En México, España, Cuba, Belice y Estados Unidos ha presentado exposiciones individuales y colectivas. Ha impartido conferencias sobre su trabajo en diversas universidades y coloquios en México y Estados Unidos, además de producir documentales para televisión, entre los que destacan Lacandones, Semana Santa Rarámuri y Ébano, la tercera raíz en México.
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