El primer geógrafo mexicano, Antonio García Cubas
Los mayores intereses de Antonio García Cubas fueron la geografía y la historia de México es por ello que utilizó sus conocimientos para dar a conocer el potencial de la nación y sus riquezas.
Los numerosos escritos de Antonio García Cubas reflejan su preocupación como geógrafo y su interés por las técnicas que intervienen en la aplicación de la geografía, tales como la cartografía y la estadística.
Antonio García Cubas vivió en medio de un siglo turbulento, inestable y dividido entre las fuerzas de los liberales y conservadores, federalistas y centralistas, republicanos y monárquicos. Los gobiernos que conformaban estas facciones se sucedían rápidamente; los golpes de Estado y los pronunciamientos estaban a la orden del día. No obstante la difícil situación política y económica por la cual atravesaba el país, los grupos políticos en pugna estaba preocupados por registrar las riquezas y conocer las posibilidades de desarrollo de México, de ahí la prioridad que se concedía a la geografía las ciencias relacionadas con ésta.
En su niñez, Antonio García Cubas estudió en el Colegio de San Gregorio y presenció los acontecimientos de la Guerra de Texas y la dictadura de Santa Anna. Asistió después a la Academia de las Nobles Artes de San Carlos junto con José María Velasco y Luis Coto, quienes con el tiempo serían paisajistas mexicanos de gran renombre. En 1851, al poco tiempo de haberse terminado la guerra entre los Estados Unidos y México, García Cubas inició estudios de geografía, geodesia y triangulación en el Colegio de Minería. Al mismo tiempo, trabajó en la Dirección General de Colonización e Industria de la Secretaría de Hacienda. Más tarde ocupó el puesto de Jefe de la Sección de Colonización en la recién creada Secretaría de Fomento fungiendo, además, como asesor en las discusiones bilaterales sobre el delicado problema fronterizo del Chamizal. Por otra parte, la sección de Relaciones Exteriores pidió su intervención como consultor en la cuestión de la frontera sur con Guatemala.
A partir de 1856, García Cubas fue miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (SMGE). SU primer trabajo fue la copia de la maltraída Carta General elaborada por la Sociedad, pero inédita. El proyecto no prosperó sin embargo, ese mismo año, bajo la protección del Ministro de Fomento publicó su primera obra, el Atlas Geográfico, Estadístico e Histórico de la República Mexicana, el cual consta de 29 mapas y dos cartas generales del país, es el primer atlas publicado por un mexicano en el México independiente. Hasta entonces, sólo se conocía el Atlas géographique et physique de la Nouvelle Espagne, compilado por el barón Alejandro de Humboldt y publicado en París en el año de 1808.
En 1861, García Cubas publicó la Carta General de la República Mexicana acompañada de la Memoria correspondiente, gracias al apoyo que le brindó don Ignacio Ramírez. En el prefacio de esta obra menciona la falta de estabilidad que existía en el país respecto a los nombres de los distritos y poblaciones y la necesidad de remediar tal situación, respetando los nombres originales que expresan la existencia de etnias antiguas, como las tarahumaras, en el estado de Chihuahua o los purépechas en Michoacán. En la Memoria menciona las principales rutas de la República como resultado de la medición de los caminos por medio del trocómetro y calculados por los ingenieros de a Comisión de Límites. Este instrumento, que sirve para medir el camino andado, colocándolo en la rueda de un vehículo, es parecido al odómetro que utilizan hoy en día los deportistas para calcular la distancia de un recorrido. A pesar de haber aprovechado los trabajos de la SMGE, de la Comisión de Límites y varios planos hechos por extranjeros, la cartografía de García Cubas adolecía de ciertas lagunas, pues se limitaba a reunir datos existentes, ya que no tenía los medios para hacer una nueva investigación a fondo.
La versión publicada en 1863 de la Carta General de la República Mexicana (escala 1:2 000. 000), mejoró notablemente, gracias a la utilización de nuevos datos aportados por el intelectual Manuel Orozco y Berra y de la proyección policónica del ingeniero Francisco Díaz Covarrubias, en la que los grados crecientes de latitud, quedaban representados en su verdadera proporción. Este mapa sirvió de base a los franceses, según refirió G. Niox en su Expédition au Mexique (1861-1867) récit politique et militaire. En 1864 García Cubas participó como ayudante de topógrafo en los trabajos de la Comisión Científica de Pachuca, adscrita a la Commission Scientifique du Mexique auspiciada por Maximiliano de Habsburgo.
Los trabajos de la Comisión se iniciaron durante la regencia, bajo los auspicios del Ministerio de Fomento en manos del sonorense José Salazar Ilarregui, profesor de astronomía, geodesia y topografía en la Escuela de Minas y resultaron ser la prolongación de los emprendidos anteriormente por la Comisión del Valle de México, dirigida por el ingeniero Francisco Díaz Covarrubias desde 1856. Los estudios que realizó García Cubas al lado del director Ramón Almaraz, le permitieron titularse de ingeniero en 1865. Hace, entonces, trabajos de triangulación en Huascazalaya, los cerros de Huaquichula y Tepehuisco, entre otros. También trazó el plano general, reduciéndolo al mismo tiempo a la escala de 1: 80 000.
Esta fue la única colaboración de García Cubas con aquel gobierno y se negó a trabajar con el Segundo Imperio, aunque la SMGE le pidió formar, junto con Manuel Orozco y Berra, una nueva Carta General del imperio Mexicano. García Cubas respondió que el resultado sería muy parecido al de la Carta General publicada apenas en 1863, mientras no se reunieran mayor número de datos, que solamente se podrían obtener, mediante nuevas y costosas exploraciones científicas. La Sociedad encontró justa su posición y dispuso que se suspendiera el proyecto.Después de la intervención Francesa, García Cubas editó un Curso sobre Dibujo Topográfico y Geográfico, un Tratado elemental de Geografía universal, así como un Compendio de geografía universal. En 1874 publicó el Atlas metódico para la enseñanza de la Geografía de la República Mexicana, el cual fue reimpreso a principios del presente siglo.
El acceso a los informes que llegaban a la Secretaría de Fomento en materia de población, permitieron a García Cubas precisar realidades demográficas e iniciarse en las técnicas de la estadística. Según él, estas eran muy deficientes y de su precisión dependía el correcto funcionamiento de la administración pública. García Cubas también publicó The Republic of Mexico in 1876 para desmentir los rumores negativos que corrían acerca de la suerte del país y para ofrecer a los extranjeros un panorama más exacto de sus recursos naturales y de sus situación económica, esto, con la esperanza de promover la inversión externa. Una visión ampliada, con numerosos datos económicos y cifras demográficas, apareció en 1893.
Esa obra precede por un año a la publicación del Álbum del ferrocarril mexicano, hecho con la colaboración del artista Casimiro Castro y en el cual describe el trazo de la línea del ferrocarril de México a Veracruz, inaugurada en 1873 por Miguel Lerdo de Tejada. En 1884, García Cubas, publicó el Atlas geográfico y estadístico de los Estados Unidos Mexicanos, obra de calidad superior donde aprovechó los últimos datos aportados por ingenieros nacionales y extranjeros en el estudio de los diferentes estados de la República. Las líneas divisorias internacionales fueron fijadas con precaución, las del norte con exactitud y las del sur con una precisión relativa, ya que, para ese entonces, no se habían concluido aún los trabajos de su determinación en el terreno, por la Comisión.
En cuanto al Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicanos, lujosa obra que le valió las felicitaciones de las sociedades geográficas europeas, contiene trece mapas sobre temas diversos -situación geográfica, económica, política y hasta demográfica-, rodeados por pequeñas cromolitografías de una hermosa ejecución. El texto explicativo aparece en el Cuadro geográfico, estadístico e histórico de los Estados Unidos Mexicanos. En este estudio, el trabajo de García Cubas no sólo incluye la orografía, hidrografía y agricultura, sino también la minería, las vías de comunicación internas y externas, así como la organización política y la demografía. Ofrece, así mismo, una reseña histórica del país, dedica una lámina a la arqueología y otra a la historia de México, desde la dominación española hasta fines del siglo XIX. Su concepto de la geografía fue muy amplio e incluyó todas las facetas de esta ciencia, tal como los hizo el famoso explorador, el barón Alejandro de Humboldt.
La elaboración de la Carta General de la República Mexicana es el resultado más tangible de un esfuerzo sostenido a lo largo de su vida y es al mismo tiempo su mayor contribución al desarrollo de la cartografía mexicana, La cuarta y última edición, fechada en 1899 y mejorada con los datos accesibles más recientes, está apoyada en los resultados de los levantamientos de la Comisión geográfico-exploradora, fundada en 1877 y dependiente del Ejército Federal, Dicha institución tuvo como misión principal, realizar los levantamientos de la zona oriental del país, aunque también efectuó trabajos parciales en el occidente de México.
Entre las obras importantes que el geógrafo García Cubas llevó a su fin, está el Diccionario Geográfico, Histórico y Biográfico de los Estados Unidos Mexicanos en cinco volúmenes, editados entre 1888 y 1891, La obra contiene excelentes datos geográficos y constituye una forma ampliada del Diccionario Universal de Historia y Geografía, publicado medio siglo antes por el insigne don Manuel Orozco y Berra. Además de geógrafo, Antonio García Cubas fue educador y profesor en la Escuela Normal, donde se preocupó por inculcar a los jóvenes, conocimientos básicos sobre el país y explicarles su concepción acerca de los orígenes de la nacionalidad mexicana.
En cuanto a la posición política del intelectual y aludiendo a cierto optimismo que sentía hacia la última parte de su vida, García Cubas confesó: “En la presente época, se ha llevado a cabo una obra colosal con el establecimiento de la paz. La barrera que obstruía el paso de la corriente civilizadora, fue por ella destruida, pero aún trae ésta en su impetuoso movimiento revueltas sus aguas que es preciso purificar. Hay que destruir diques y rompientes que en su cauce le forman aluviones procedentes de regiones incultas, para que deslizándose pura y tranquila, puede llegar sin obstáculo alguno a su deseado y final destino.