El Simbolismo en el Teatro Isauro Martínez de Torreón, Coahuila
Hablando de los seguidores del estilo apoteótico del pintor francés Gustave Moreau, resulta sumamente significativo el hecho de que en México se tiene una espléndida muestra del trabajo de uno de ellos. Se trata de la decoración parietal que el artista español Salvador Tarazona realizó en los muros interiores y el plafón del Teatro Isauro Martínez de Torreón, Coahuila.
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Este teatro no sólo es el más importante de esa urbe lagunera, sino que se le puede considerar como uno de los más representativos en el norte de la República y de la República toda. Su edificación, iniciada en los finales de la tercera década del presente siglo, se debió a los esfuerzos de un próspero empresario de la región llamado Isauro Martínez, quedando concluida la obra para su inauguración en 1930.
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Torreón era en aquella época la más grande y rica de las ciudades nuevas del país; aunque su fundación tuvo lugar apenas 40 años antes, se había desarrollado con extraordinaria rapidez, alcanzando tal prosperidad, que antes de la Revolución la plaza era considerada, desde el punto de vista económico, entre las tres o cuatro más importantes de la República, y aunque durante el Movimiento Armado su actividad había decaído, en los años veinte aún figuraba como uno de los principales centros agrícolas, ganaderos e industriales de la nación.
En el curso de la etapa de su mayor desarrollo se levantaron en el centro de la población edificios de vastas dimensiones y de bella arquitectura moderna, como el Ayuntamiento y el Casino, y hermosas casas particulares con los estilos afrancesados de moda durante el régimen del general Díaz. Sin embargo, en su mejor momento no contó con un teatro a la altura de la categoría que como gran urbe había alcanzado.
Fue tal vez para llenar este vacío que don Isauro Martinez resolvió construir uno con características muy especiales, tanto de arquitectura y decoración como de técnicas teatrales y magníficas visibilidad y acústica en cualquiera de sus 700 butacas.
En la fachada e interiores del teatro se conjugan la dominante corriente art déco con los estilos árabe y ecléctico en general. Destaca un rosetón frontal con gran vidriera contenido en un inmenso arco morisco. No obstante, es la decoración plástica de la sala de conciertos y de su plafón, obra de Tarazona, lo que más llama la atención por su intrincada labor de arabescos, relieves de tipo indochino y acerías otomanas que llegan al abigarramiento. Las impactantes pinturas murales a ambos lados del proscenio son el mayor foco de interés: contienen escenas de exotismo, exuberancia, imaginación, fantasía, delirio, decadencia y lujo que parecen sacadas de Las mil y una noches.
Salvador Tarazona volcó en ellas toda su creatividad pero, a diferencia de su maestro -quien siempre representó temas específicos de la historia, de la religión o de la leyenda-, sus escenas son completamente imaginarias. Empero, constituyen el mejor ejemplo que tenemos en México de la singular pintura simbolista.
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