El tranvía de la Ciudad de México, un viaje lleno de nostalgia
Durante el siglo XX las grandes ciudades del mundo vivieron el auge del tranvía. Nuestra bella capital no fue la excepción. Conoce el primer transporte moderno de la CDMX.
Todos hemos mirado alguna vez por la ventana durante nuestros viajes en transporte. Una nostalgia nos recorre cuando visualizamos lo que dejamos atrás. Sin embargo, pocas veces nos preguntamos por la forma en otros han vivido esa nostalgia. Este es el caso del tranvía, un medio de transporte en boga a finales del siglo XIX e inicios del XX. Este vehículo tuvo distintas fuentes de energía para su locomoción, ya fuese la energía eléctrica, el vapor o el aire comprimido.
Del viaje en el tranvía de la Ciudad de México solo tenemos recuerdos, quizá algunos vestigios en las nuevas formas de movilidad. Siempre dejamos algo atrás, incluso el vehículo que nos transporta.
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En México el tranvía inició su vida de la forma más rudimentaria, con vagones jalados por mulas y caballos. Para hacer que los animales jalaran, los conductores solían golpearlos con látigos; a estos trenes primitivos se les conoció como «trenes de sangre».
Con la revolución industrial y la llegada de la electricidad, las fuerzas de locomoción se humanizaron. Entre los beneficios se encontró una mayor velocidad de los trenes, mayor acceso a terrenos complicados y conservación de las vías férreas. En la Ciudad de México, el primer tranvía eléctrico se inauguró el 15 de enero de 1900, la modernización porfiriana mostraba su esplendor.
Las primeras terminales del tranvía capitalino se encontraban en San Ángel y la Plaza de la Constitución, ruta que mide cerca de quince kilómetros. Inmediatamente la demanda de transporte aumentó, con ello Porfirio Díaz dio rienda suelta a los empresarios ingleses para continuar con el crecimiento de las redes de movilidad.
Con el auge del tranvía, la Ciudad de México cobró su aura de progreso al que aspiraba Díaz. Durante el conflicto revolucionario, los vagones se conservaron al margen, a diferencia del ferrocarril, que se volvió objetivo de asaltos y bastión para los viajes de los distintos grupos armados.
De acuerdo con el historiador Georg Leidenberger, en la segunda década del siglo XX el tranvía chilango llegó a transportar a 300,000 pasajeros por día. Con el crecimiento de las rutas también sobrevino el crecimiento de los trabajadores, quienes formaron un poderoso movimiento sindical.
El declive del tranvía en la Ciudad de México
La paulatina desaparición de los tranvías capitalinos tuvieron como raíz un conflicto laboral. Durante el periodo de 1920 a 1925 el sindicato se levantó en huelga casi de forma anual. Por supuesto, ni el gobierno de Álvaro Obregón ni los empresarios vieron con buenos ojos dicho movimiento obrero.
Irónicamente, el gobierno de Obregón impulsó grandes reformas en pro de los trabajadores, entre ellas el Artículo 123 de la Constitución que ampara a los sindicatos y el derecho a huelga. Sin embargo, las hostilidades y la represión de Obregón no se hizo esperar. Durante los años treinta los regentes de la Ciudad de México y el gobierno federal se encargaron de introducir una nueva forma de transporte que compitiera contra el tranvía: el autobús.
Finalmente, la erradicación del tranvía se impulsó de forma directa durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho. Durante su gestión apeló a las malas condiciones de las vías eléctricas para introducir masivamente las rutas camioneras. Bajo este pretexto, la vías fueron retiradas y la Ciudad de México se llenó de asfalto para favorecer la circulación de automóviles. Para 1950 el 80% de la población ya se transportaba en autobuses y solo un 20% en tranvía.
El 21 de febrero de 1963 un fatídico accidente selló el destino del tranvía. Ese día dos ejemplares se estrellaron entre sí en la línea de La Venta, el saldo fueron 63 muertos. Como consecuencia, la reputación de las condiciones del tranvía llegó a niveles mínimos. Sumado a lo anterior, en esa misma década comenzó la construcción de otro gran coloso eléctrico: el Sistema de Transporte Colectivo Metro.
El 4 de febrero de 1969 la nueva red de transporte colectivo abrió la Línea 1, mientras que la última corrida del tranvía tuvo lugar 10 años más tarde.
Con ello, los trolebuses, las nuevas líneas de subterráneo y los camiones remplazaron las líneas del tranvía que ayudaron a conectar las zonas periféricas del otrora Distrito Federal con el Centro Histórico.
La transitoriedad de los auges tecnológicos con aires progresistas nos dejan una importante reflexión: Siempre dejamos algo atrás, incluso el vehículo que nos transporta.
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