El vidrio prensado nuevamente a su alcance
Tocar el vidrio prensado es tocar parte de nuestra historia.
Vive una experiencia única:
Finca La Concordia, turismo inclusivo y hospedaje en el bosque
Desde 1547 se ha venido produciendo vidrio en Puebla, y una de sus calles, la actual 10 Poniente, se llamaba precisamente calle Del Horno de Vidrio. En nuestra visita a la fábrica de vidrio La Luz, del señor José Antonio Martínez, en medio del ronronear del tambor rotatorio donde se lava la pedacería de vidrio, del apaleo de botellas rotas con que se alimentan los hornos de gas y del rugir del fuego dentro de éstos, pudimos ver cómo se hacen tragaluces: un obrero con un largo tubo de metal saca del horno una generosa porción de vidrio, al rojo vivo, y lo vacía en un molde de hierro forjado donde otro obrero lo distribuye uniformemente con una pala.
Entonces dos trabajadores se cuelgan literalmente de la palanca para hacer presión y, después de unos segundos, sacan con una paleta de madera la bellísima pieza todavía de color de rosa; luego la dejan enfriar hasta que se torna cristalina. Orgulloso, el señor Martínez nos enseñó los costosos moldes centenarios con que elaboran jarras, vasos, licoreras, vajillas, floreros e infinidad de piezas dignas de un museo.
Tocar el vidrio prensado es tocar parte de nuestra historia. Desde 1547 se ha venido produciendo vidrio en Puebla, y una de sus calles, la actual 10 Poniente, se llamaba precisamente calle Del Horno de Vidrio. En nuestra visita a la fábrica de vidrio La Luz, del señor José Antonio Martínez, en medio del ronronear del tambor rotatorio donde se lava la pedacería de vidrio, del apaleo de botellas rotas con que se alimentan los hornos de gas y del rugir del fuego dentro de éstos, pudimos ver cómo se hacen tragaluces: un obrero con un largo tubo de metal saca del horno una generosa porción de vidrio, al rojo vivo, y lo vacía en un molde de hierro forjado donde otro obrero lo distribuye uniformemente con una pala.
Entonces dos trabajadores se cuelgan literalmente de la palanca para hacer presión y, después de unos segundos, sacan con una paleta de madera la bellísima pieza todavía de color de rosa; luego la dejan enfriar hasta que se torna cristalina. Orgulloso, el señor Martínez nos enseñó los costosos moldes centenarios con que elaboran jarras, vasos, licoreras, vajillas, floreros e infinidad de piezas dignas de un museo.
Fuente: Tips de Aeroméxico No. 13 Puebla / otoño 1999
¿Quieres escaparte a Puebla? Descubre y planea aquí una experiencia inolvidable